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lunes, 7 de septiembre de 2015

El blues de Gary Moore

“En lugar de arrastrar la música hacia donde no quiere ir, la sigo”

Los seres humanos amamos las listas en un intento desesperado de controlar el caos. Si haces listas, existes. Listas de tareas, de recados, de recordatorios… listas de los mejores cantantes, de los mejores grupos, de las mejores baladas…. Y allí, en una lista sobre los mejores guitarristas de la historia del rock y del blues que se cruzó en mi pantalla la semana pasada, estaba él.

Que Gary Moore era un gran guitarrista es algo que todo el mundo sabe, que con 16 años formó parte de Thin Lizzy, una de las bandas más genuinas e influyentes para el rock de las últimas décadas, también. Lo que no todo el mundo ha llegado a calibrar es la influencia que, casi sin darnos cuenta,  provocó su innovadora forma de tocar y de fusionar los sonidos duros del heavy con el  blues-rock.

Quien haya seguido su trayectoria estará conmigo que este extraordinario y virtuoso guitarrista irlandés, nacido en Belfast en 1952, no es un músico clasificable a la primera de cambio. Haciendo un símil automovilístico, a Moore le gustaba conducir toda velocidad por la autopista del rock y de repente dar un giro de 180 grados para encontrarse conduciendo en dirección contraria, para alarma o satisfacción, nunca se sabe, de sus seguidores. Su extremismo dejaba descolocados a la prensa, a su compañía discográfica y a sus seguidores. En las revistas especializadas, unos lo retratan como un músico con altibajos en su carrera; otros prefieren la denominación ecléctico, investigador, siempre sumando recursos a su técnica.

En los años 70, sus inicios reflejaban un espíritu experimental, con gusto por la fusión de estilos, hermanando rock, funk, soul, jazz, música folk irlandesa y metal arcaico. Todo un coctel. En esa época se convirtió en leyenda cuando acompañaba a Phil Lynott en Thin Lizzy en aquel estupendo disco de raíces irlandesas,  "Black Rose".

En  los 80 encontramos a un Gary Moore agresivo, violento y muy, muy rápido. Un heavy metal con el que consiguió álbumes que sonaban a clásico incluso en el momento de ser publicados, como himnos del pasado destinados al futuro.

No sería hasta 1990 que con el álbum "Still Got The Blues" daría un giro en su carrera, convirtiéndose en uno de los más grandes guitarristas de blues de las dos últimas décadas. “El heavy solo sirve para emborracharse” dijo en 1996 en una entrevista al diario El País "Si eras guitarrista en los ochenta y querías tener una carrera tenías que tocar rock duro. Al final de los ochenta descubrí que no pertenecía a ese mundo"

Gary encuentra un camino en los estándares de blues clásico, proclamados por Peter Green, de Fleetwood Mac, que se interesó por él, viendo sus dotes de guitarrista habilidoso y poco habitual. Sus referentes fueron sin duda  Eric Clapton, Jimi Hendrix o Albert Collins, Albert King, B.B. King, con los que hizo algunas giras.   

A partir de ese giro hacia el blues, Moore tuvo a menudo la maldición de quienes están en tierra de nadie. Los heavys le consideraron un traidor y los aficionados al blues nunca le aceptaron, teniéndole por un rockero reciclado. Demasiado rápido para tocar blues, decían sus detractores. Y quizás tenían razón; quizás eso que llevaba a los escenarios en sus últimos años no era blues, sino algo diferente. Una visión acelerada de un movimiento de toque lento y sentido. Una novedad. Un estilo único. Con los años, el irlandés fue desarrollando un estilo muy personal en el que consiguió aunar la contención emocional del blues con el desenfreno del rock. Como ocurre con los grandes, adquirió una forma de tocar única y completamente reconocible que le acompañaría hasta el fin de sus días y supo construir un firme puente que lograba entusiasmar a fanáticos que disfrutaban de su estilo en cada extremo. 

La década del 2000 es cuando Moore se centra y enfoca mejor su carrera. Lo tiene claro: “Soy un bluesman'” contestaba cuando se le preguntaba por su estilo. Es impresionante ver como hace hablar a la guitarra: Una rutina militar con el metrónomo, una lucha eterna con la palanca del vibrato, una práctica de cambios de velocidad de fraseo de las notas en milésimas de segundo y gran virtuosismo para aguantar ritmos desbocados durante minutos.

Moore tenía ni más ni menos que una colección de 65 guitarras. "Podría sobrevivir con diez", aunque admitía que en el escenario utilizaba solo cinco o seis. Tocaba todos los días para "mantener la fortaleza de los dedos" y porque "siempre se aprende algo”. Ser zurdo no le ocasionó ningún problema que no pudiera superar con tesón.  

Con más de 30 discos en el mercado, el guitarrista que aún tenía el blues para nosotros, falleció en España, en un hotel en Estepona (Málaga) el 6 de febrero de 2011, (el día quenació este blog) debido a un ataque al corazón provocado por la gran cantidad de alcohol ingerida. Moore tenía alrededor de 380 mg de alcohol por decilitro sangre en su cuerpo, más que suficiente como para sobrepasar 5 veces el límite legal para conducir. Y es que Gary Moore era un irlandés asequible, condescendiente e incluso generoso, cuando no había alcohol de por medio. Es posible que Gary Moore se sintiera eterno, invencible y eterno. Pero no hay héroes delante de la muerte.

La magia y el sentimiento nunca abandonaron a sus 6 cuerdas. Su guitarra tiene ese sonido visceral, que sólo puede venir del hard. Nos dejó así su estilo inimitable, la sensibilidad y emoción para expresarse mediante su guitarra y una envidiable capacidad de adaptación a diferentes estilos musicales, fueron las características principales de un artista irrepetible.

 

Una curiosidad


Cuando en 1990 Gary lanzó este Still got the blues se convirtió en uno de los mayores éxitos del irlandés "caracortada", como le conocían sus amigos. Pero  en 2008 llegó la sorpresa. Gary fue denunciado por  plagio. Resultó que el solo de guitarra que contenía el tema tenía gran similitud con uno compuesto por el alemán Jürgen Winter para la canción Nordrach del grupo Jud´s Gallery.

Allen Klein, fue el abogado de Moore, que ya había defendido a George Harrison en el conflicto del tema My Sweet Lord. Pero aunque trató de defender a su cliente con la misma estrategia esta vez no salió bien. La corte Alemana condenó a Gary a pagar una cantidad de dinero aún desconocida. Juzgad vosotros.


Fuentes: http://cultura.elpais.com/cultura/2011/02/07/actualidad/1297033202_850215.html
http://www.ispmusica.com/entrevistas/2055-entrevista-a-gary-moore-el-poder-del-blues.html
http://otrapintaplease.blogspot.com.es/2013/02/dos-anos-sin-gary-moore.html

lunes, 7 de febrero de 2011

Gary Moore - Still Got The Blues

Si os soy sincera no pensaba publicar nada esta noche. Tengo más trabajo del que puedo abarcar (cosas de la vida) y menos energía de la que necesitaría. Pero como la noticia que me dio mi amiga Fuen sobre la muerte de Gary Moore me cogió desprevenida y no pude dedicarle el post de anoche, creo que es de justicia musical que lo haga hoy. Además, en el fondo, me apetece muchísimo refugiarme en mi música para darme en necesario respiro antes de ir a dormir.

Seguramente, para los amantes de “la Música” (sin etiquetas) hablar de Moore es banal. ¿Quién no conoce a este guitarrista que por un breve pero intenso periodo perteneció a la banda irlandesa Thin Lizzy y era considerado uno de los mejores guitarristas de blues europeo?

La verdad es que no siempre fue santo de mi devoción. Su época de rock melódico le desmerece. Aun así creo que Moore fue un músico terrible e injustamente infravalorado. La gente de mi edad nunca tuvimos dudas de que sería un icono del blues. Y lo fue; vaya si lo fue.
Guitarrista prodigioso - era rápido y técnicamente sin parangón, además de insuflar un sentimiento capaz de ponerte los pelos de punta cuando lo escuchabas- Gary Moore creció en Belfast, en Irlanda del Norte, donde empezó a tocar la  guitarra acústica desde los 8 años. Con menos de 15 años vio en directo en su ciudad conciertos de Jimi Hendrix y John Mayall dos de sus mayores influencias y los músicos que le introdujeron los sonidos del rock y del blues. Siempre fue un amante y compositor de música hecha desde las entrañas y eso, para mí, es un grado.

Irlandés como Dios manda, duro como una roca, en sus 20 discos pasó del rock duro más clásico hasta el blues más puro. Menospreciaba los aspectos comerciales y no cedía ni un milímetro a ellos sus ideas, con todas las consecuencias. "Still Got the Blues” fue su gran vuelta al blues en 1990, a lo que de verdad sentían sus manos y su corazón al tocar.

Al oírla entenderéis por qué el mundo del blues se siente más huérfano desde ayer, por qué notan el vacío de su expresividad y sus míticas aportaciones, canciones como ésta que ya por siempre quedaran para la posteridad. Porque como dijo Marcel Duchamp “hay millones de artistas que crean; sólo unos cuantos miles son aceptados o, siquiera, discutidos por el espectador; y de ellos, muchos menos todavía llegan a ser consagrados por la posteridad”

Gary Moore es uno de los que lo han conseguido.