"Tocar es lo menos importante, es el desecho, la actividad de ser
musical"
Keith Jarrett es un
virtuoso de la improvisación, un contador de historias capaz de albergar todas
las contradiciones, un universo en sí mismo. La música de este genio inabarcable es algo
realmente intenso. Como la vida misma. Prueba de su genialidad es que a los 3
años se le descubrió el oído
absoluto, que los científicos han podido localizar en el lóbulo frontal derecho.
Pero para un músico que ha hecho
tanto por promover la causa de la música espontánea, improvisada, casi todo lo
que hace está sumamente calculado. No sólo eso, está calculado para producir
toda la tensión que la mente humana puede absorber. Pensad en Keitt Jarrett como en uno de esos malabaristas que mantienen a todos los espectadores al borde de sus asientos al arrojar
tres cuchillos al aire, y los mantiene allí durante el mayor tiempo posible.
Empecemos este largo viaje por este espectáculo musical con una obra maestra
que grabaría en 1975 un Keith Jarrett de 29 años de edad en una actuación en el
“Cologne Opera House”,
en Köln, Alemania. “The
Köln Concert”. En ésta, nuestro pianista improvisa durante más de una hora
sobre unos pocos acordes mostrando su frenética creatividad pasando, en segundos, de acariciar las notas del piano, suavemente, a aporrearlas. La actuación se
convertiría en uno de los puntos más altos de su carrera, y , además, sería
el disco solista de jazz más vendido de todos los tiempos.
La Parte I (si tuviera que decir lo peor del disco sin duda serian los
nombres de las canciones) es la más destacada del
disco y una de las mejores obras de toda su carrera, especialmente por los
minutos centrales en los que más pasión muestra, gimiendo, golpeando el piano
como si de un bombo se tratase y impregnando a todo aquel que lo escucha de la
emoción y energía con la que toca.
Este genio del jazz dice que la primera nota
siempre es la más difícil. Empieza y da la impresión de que busca en ese sonido
un indicio para saber hacia dónde irá la improvisación. Y siempre termina de
una manera inesperada, como a mitad de una frase, como burlando cualquier
expectativa de un desenlace obvio. Hace una música tan sintética que más de dos
horas parecen haber durado unos pocos minutos.
El primer vinilo que compramos de
Jarrett fue "Facing Jou". Lo adquirimos en "El Corte Inglés" y nos costó 325
pts. Todavía tiene el precio. Creo que Facing
You fue el preludio de este fantástico proyecto que acabáis de escuchar.
Su universo es poliédrico y
contradictorio: parece negro pero en realidad es blanco. Habla, por ejemplo, de
lo insensato que resulta proponerse ser un músico de jazz y académico a la vez, pero se aboca a la tarea de tocar y grabar obras de Bach, Mozart y Shostakovich. Es visto
como el arquetipo del pianista de jazz, pero reconoce su máxima influencia en
saxofonistas como Sonny
Rollins o John
Coltrane
Para acabar os dejo el tema,
October 17, 1988, de su “Paris Concert”, quizás el disco que más me gusta, 39
minutos de improvisación, colores oscuros, aires clásicos, barrocos, que
provienen de su estudio concienzudo de Bach.
Es notable como Jarrett se transforma en un titiritero del teclado,
jugueteando con las notas y los acordes, pasando fácilmente de la alegría a la
pena haciéndonos caer en un estado hipnótico difícil de remontar. Todos los vídeos del Paris Concert han desaparecido, así que si queréis deleitaros clicad aquí
Éste fue el último concierto
solista de Jarrett, antes de sufrir el Síndrome
de Fatiga Crónica y alejarlo mucho tiempo de los escenarios.
Tal vez la clave para comprender
a fondo a Jarrett esté contenida en otra frase suya: "Tocar es lo menos
importante, es el desecho, la actividad de ser musical". Así, lo que
habitualmente conocemos como "música", no sería más que un reflejo de
una entidad ideal, el relato de una experiencia, de una vivencia espiritual.
Incluyo la propuesta que hace Jesús Zapatero en su comentario (vale la pena leerlo). Me parece una pieza de una dulzura y una sensibilidad exquisita. Gershwin debe sentirse satisfecho allá donde esté.
Incluyo la propuesta que hace Jesús Zapatero en su comentario (vale la pena leerlo). Me parece una pieza de una dulzura y una sensibilidad exquisita. Gershwin debe sentirse satisfecho allá donde esté.