domingo, 23 de abril de 2017

Lhasa de Sela

La voz nostálgica de un ángel errante

Los que me seguís desde hace tiempo sabéis que siempre he buscado mujeres que me acompañaran con su música en mi nocturnidad. Así  hace ya 7 años, me encontré con Lhasa de Sela. Pero nada más conocerla me convertí en una huérfana más. Los amantes de la voz profundamente humana de esta cantante canadiense, se quedaron absolutamente huérfanos el 1 de enero de 2010 a causa de un cáncer de mama que se la llevó por delante. Con sus 37 años sólo le dio tiempo a dejarnos tres discos, eso sí, a cada cual más hermoso. Creedme. Cada cual más hermoso.


Si buscáis información de la vida de esta ausente (que no muerta) podréis encontrar que Lhasa fu fruto de un amor mestizo, itinerante, utópico, diría. Estadounidense de nacimiento, canadiense de nacionalidad, de padre mexicano y de madre judía, pasó su infancia en un camión, viajando entre Estados Unidos y Méjico, acompañada también por sus tres hermanas. De pocas personas como de ella puede decirse que son hijas de la carretera. Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé sonriente y con los ojos algo rasgados.

Alejada de la televisión y de la fiebre consumista, la pequeña Lhasa de Sela crece rodeada de libros, música e imágenes de la ruta que desfila delante de sus ojos almendrados. Durante 7 años, Lhasa se impregna de sensaciones y de recuerdos que influirán claramente en su trabajo como artista. Pero al oírla, estaréis conmigo que la única verdad de Lhasa es la que se oye, y lo que se oye es pura cadencia, pura languidez envuelta en el crujido de la música no envasada, libre, viva.

He tenido la gratísima sorpresa de escucharla cantar en tres idiomas: francés, inglés y español, con una perfección que definen sus orígenes. En todos ellos muestra una personalidad extremadamente melancólica y nostálgica sin caer nunca en la tristeza, a pesar del pesimismo de algunas de sus letras. Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John “Sayles Casa de los Babys”, el documental de Madonna o la serie “Los Soprano”, y suenan a chanson francesa, folk norteamericano, blues, ranchera...


Su voz tiene algo ancestral, parecía que cantaba desde fuera del tiempo, desde el instinto y los sentimientos en bruto. Sus músicas ponen la piel de gallina, como si fueran caricias; como si pudieran acompañar cualquier recuerdo, cualquier imagen bonita pero pasada, guardada escondida en el fondo del corazón. Lhasa parece compartir sus propios recuerdos, sus propias imágenes interiores como si fueran los recuerdos de todos los que la hemos podido escuchar, aunque haya sido demasiado tarde.


Yo me estaba levantando
Golpeando el suelo
Y al final, al final

Estaba atrapada en una tormenta
Las cosas estaban volando a mi alrededor
Y las puertas se estaban cerrando
Y las ventanas se rompían
Y yo no podía oír lo que decían
No podía oír lo que decían
No podía oír lo que decían

Yo me estaba levantando
Golpear el suelo
Y al final, al final
Hay que
Levantarse
Levantarse

Su propia experiencia con el dolor y el sufrimiento hicieron que tuviese una visión de la vida cargada de esperanza, aunque siempre sintiera predilección por las baladas tristes: “Hay que aceptar que la vida es como es: unas veces estás arriba y otras abajo. La vida es dramática, pero llegó un momento en que me di cuenta de que ya no quería sufrir, por eso luché con la finalidad de estar bien. Ahora veo que esta es una lucha de todos los días. Hay que diferenciar el dolor del sufrimiento. El dolor es algo que pasa; el sufrimiento es cuando agarramos el dolor y lo gozamos. Es más fácil ser infeliz que feliz, y como he sufrido bastante en mi vida, el perfume de belleza de la tristeza se ha quedado en mí de manera indeleble, no lo tengo que trabajar, allí está”




Lhasa visitó "Los conciertos de Radio 3" en 2004. Presentaba su disco "The Living Road". Un hermoso concierto, sin duda, al puro estilo Radio 3.
Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير. Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב

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