"Inicialmente estaba Bach... y entonces todos los otros" (Pau Casals).
La esencia de la música puede adoptar formas y colores muy dispares
una vez que es percibida por el oyente. Esta sensación, que toma como vehículo
las notas, los acordes, incluso los silencios, es manejada y torneada por el
compositor hasta convertirla en verdadera obra de arte. Pensada sobre la
partitura, pero construida con delicadeza y esmero sobre el aire, convierte a éste
en efímero papel tapiz sobre el que dibujar su pensamiento, incluso su fe.
“El
único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y
el alivio del espíritu”
La música de Bach eleva al hombre más allá de su palmaria mediocridad.
Es la prueba viva de que el ser humano puede ser algo más que un triste
organismo autodestructivo. Sin su creación musical, etérea e inmarcesible al mismo
tiempo, el mundo, tal y como lo conocemos, quedaría mutilado, desfigurado y
falto de espíritu.
¿Hubo música antes de Bach? Por supuesto que la hubo. Grandes
compositores dedicaron su alma a llenar el espacio vacío con obras que, aun
hoy, asombran a los que albergan en su interior el raro talento de escuchar y
dejarse arrastrar por ese torbellino intangible. Pero ninguno de ellos tenía el
inmenso genio del cantor de Leipzig aunque su obra permaneció ignorada por la
inmensa mayoría hasta que alrededor de cien años después de su muerte, Mendelssohn se empeñó
en la tarea de darlo a conocer al público de la música. Es muy conocida la
anécdota que cuenta que éste se encontró nada más y nada menos que La pasión
según San Mateo de Bach, la cual, había sido utilizada por un carnicero
para envolver la carne de su tenderete.
Esa anécdota, sea verdadera o no, ilustra muy bien la realidad, ya que
es cierto que el gran Bach fue prácticamente desconocido hasta que Mendelssohn lo llevó
a las salas de conciertos. La película de Portabella “El
silencio antes de Bach” recrea el asunto de las partituras con tinta de
ternera. (Si clicáis el enlace
podréis ver la película
completa.)
En el mundo de la música, su nombre sólo era pronunciado por unos cuantos (Mozart, Beethoven, Schumann y Brahms lo veneraban más que a Dios mismo por lo que una se pregunta si Dios no está en deuda con Bach). Precisamente, atendiendo a la cantidad y calidad de su producción, fue Beethoven quien, haciendo un juego de palabras con el significado de su apellido en alemán, dijo de él que “no debiera llamarse Bach (arroyo, en alemán), sino Meer (mar)” Al paso del tiempo, su obra irrigó la sensibilidad de los hombres que gustan de lo bello en general y de la música en particular.
Hubo pues, antes de Bach, un silencio que sólo él pudo inundar de luz
y esperanza.
Por lo tanto, obra de Bach ha dado a la humanidad una nueva dimensión
de sí misma. La obligada reflexión sobre la condición humana quedaría
incompleta si nunca hubiera sido escrito aquel oratorio de La pasión según San
Mateo. Eso en el caso de que alguien pudiera aportar algo más sobre la
condición humana después de Shakespeare. Si es
fácil concluir que el ser humano posee todas las facilidades para inclinarse
hacia lo perverso, en este caso queda demostrado que podemos aspirar a lo
sublime aunque sólo sea de forma efímera.
Si os adentráis en su prolífica obra llegaréis a la misma conclusión
que yo: Bach era, en cierto sentido, un extraterrestre, una montaña en medio de
la verde llanura del talento, una fuente inagotable de ignotas emociones. La
proyección mística de Johann Sebastian Bach es, por tanto, infinita. Mientras
haya música, la inspiración del “viejo peluca”, como le llamaba cariñosamente
su hijo Johann Christian, seguirá iluminando las fibras más íntimas de nuestra
agonizante sensibilidad.
4 de julio de 2013
Como esperaba ( y no me ha defraudado) Xavier Perarnau nos hace un par de propuestas: la sublime versión de Anner Bylsma de la Suite nº 1 y La pasión según San Mateo por Christoph Prégardien (tenor) Tobias
Berndt (baritone) y Dorothee Mields (soprano)
Con toda la humildad del mundo es posible aceptar que la magnitud de Bach sobrepasó las expectativas del Creador ( si creador hubo). En el principio fue Bach y de su mano descendió el mismísimo dios hecho perfección musical
ResponderEliminarNo sabría con cuál de tu selección quedarme.
Si: Me quedo con las variaciones Goldberg
Abrazo inmenso, conductora musical, maestra netamente
A mi el piano me tiene prendada, Pilar. :) Eso ya es un punto de más siempre! Un abrazo muy fuerte.
EliminarLas notas del violoncello funden las joyas de colores de la tarde con el viento de levante.
ResponderEliminarEste viento que se enreda en las hojas caídas de los árboles y juega con ellas después de haberlas mrchitado...
No existen palabras que puedan sustituir la vibración de una nota a merced del viento.
No tengo la menor duda de que este comentario "Anónimo" es tuyo, Antonia. Cada persona tiene una forma especial de expresar su sensibilidad, sin duda.
EliminarUn buen momento para escuchar estás joyas, la mañana de un domingo caluroso y tranquilo.
ResponderEliminarGracias Victoria.
Un placer escuchar buena música y leerte. Un excelente trabajo. Como siempre. Una abraçada.
Hace tiempo que no sé mucho de ti. Un beso muy fuerte!!
EliminarJuan Sebastian Arroyo, mas maestro que figura, se dedico a construir templos de sonido, mientras sus contemporáneos construían iglesias. Fue un arquitecto del sonido, un resumen del barroco y los rudimentos musicales que son utilizados en la actualidad. Cultivó todas las facetas de un músico, por eso lo considero un MAESTRO con mayúsculas. Dicen los músicos serios: "Señor El Bach nuestro de cada día dánoslo hoy"
ResponderEliminarQue no nos falte nunca. Amen. Gracias por pasarte por aquí. Un abrazo
EliminarEstimada Victoria su trabajo es hermoso, la felicito, en verdad. De mi parte podría agregar que es difícil, prácticamente imposible, expresar lo que siento cuando escucho la obra musical de Bach. Solo pienso en lo hermoso y sublime y maravilloso que es Dios, cuando la escucho. Siento que me elevo, que estoy cerca de EL. Será por eso que su obra alcanzó niveles tan inimaginables en perfección y belleza. Cada una de esas notas musicales salieron de una mente y corazón conectados con el Dios eterno que es absolutamente perfecto y bello. Su obra no es nada menos que una pequeña muestra de su esencia, de la belleza y perfección de Dios.
ResponderEliminarMe alegra que te guste Rolando. Gracias por pasarte por aquí y compartir tus pensamientos. Un abrazo.
EliminarGracias por este articulo tan preciosamente escrito. Le hace justicia a la magnifica obra de Bach. Saludos!
ResponderEliminarGracias a ti por por tu sensibilidad y pasarte por aquí. Un abrazo.
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