La cantante que recuperó el alma de la música
“El flamenco me llega al estómago, saca mi parte más animal. El jazz me enseñó a improvisar, a reaccionar en una décima de segundo. Cantar boleros con el grupo de Javier Colina fue todo un máster, siento debilidad por las canciones más tristes”
“El flamenco me llega al estómago, saca mi parte más animal. El jazz me enseñó a improvisar, a reaccionar en una décima de segundo. Cantar boleros con el grupo de Javier Colina fue todo un máster, siento debilidad por las canciones más tristes”
Así es Sílvia Pérez
Cruz La que había sido componente de Las Migas todo lo
cuenta con una sencillez tremenda, conecta contigo con una velocidad
pasmosa. Sonríe, te gana y te canta una en catalán, una en castellano, una en
brasilero… En esa voz que parece rebotar en un paladar de caoba noble, en esa
vibración acolchada, caben el jazz, el fado, el flamenco y casi lo que quiera.
Cruz no es ni por asomo una cantante ostentosa, de esas que gritan, se rompen
en pedazos y se rasgan la camisa a cada rato. Portadora de una voz nuclear,
sólo la hace estallar cuando el estómago se lo pide. No canta demostrando,
canta sintiendo. No va de artista, es artista. Y sería ya mucho con cantar así,
pero además Cruz ha compuesto y coarreglado estas canciones, algunas de las
cuales demuestran que tiene un talento compositivo tremendo.
La primera vez que la escuché fue
gracias, como no, a Jesús que compartió conmigo este emocionante
descubrimiento.
VEINTE AÑOS
Qué te importa que te
ame
si tú no me quieres
ya
El amor que ya ha
pasado
no se debe recordar.
Fui la ilusión de tu
vida
un día lejano ya,
hoy represento el pasado
no me puedo
conformar.
Si las cosas que uno
quiere
se pudieran alcanzar
tú me quisieras lo
mismo
que veinte años
atrás.
Con qué tristeza
miramos
un amor que se nos va
es un pedazo del alma
que se arranca sin
piedad
“11 de noviembre” fue su primer disco, una
obra muy personal, sobria, sin concesiones, donde Silvia Pérez Cruz se muestra
sincera, sin maquillaje. Planteado como un homenaje a la memoria de Cástor
Pérez (el padre de Sílvia falleció el 11 de noviembre de 2010) el disco termina
revelándose como un impresionante trabajo de catarsis personal, un recorrido
emocional de primer orden amparado en el derroche vocal tan característico de
Sílvia, en un trabajo que le sirve tanto como para presentarse en solitario
como para inaugurar su faceta de letrista. Temas de marcada vocación personal
escritos a lo largo de los últimos años, alternados con versiones como la de
Moon River y versos musicalizados de Feliu Formosa o Maria Mercè Marçal trufan
un álbum que tiene en la canción homónima “11 de Novembre” su principal razón
de ser.
A continuación ‘Pare Meu‘”, una canción que conmovería
hasta a las piedras.
Cuando era una niña su bandera
fue “Alfonsina y el Mar” de Mercedes Sosa. ¡Una niña cantando el drama de una poeta que
se suicida! Desde entonces tiene un crédito tan ilimitado que su gran reto ha
sido saber utilizar correctamente tamaño capital. Resulta un persona tan
transparente, cálida y dulce que nadie piensa pueda desaprovecharlo, pues no
solo perderíamos una artista sino incluso un pequeño rincón de los ensueños,
ese reservado a las personas que se desea que jamás se pierdan astillándonos
así la esperanza.
Su inocencia musical y sus
irrefrenables ganas de superación me tienen conmovida. Espero que os haya llegado a
lo más hondo. Buenas noches. Bona nit.
Todo un descubrimiento, que nos regalas con la generosidad que te es propia. He guardado los vídeos y los voy a escuchar de nuevo, pero deleitándome. No se si a las piedras, pero a mi me ha conmovido hasta las lágrimas. Un abrazo de oso, muy fuerte y muchas, muchas gracias, Victoria.
ResponderEliminarEscribir oyendo a Sílvia es difícil. Difícil o fácil, según se mire. Por un lado la querrías adoptar, que fuese hija tuya para siempre. Con el cariño, el amor que solo los hijos son capaces de inspirarnos.
ResponderEliminarPor otro, no dejas de tener la certeza de estar delante de una artista grande muy grande. Una artista que, a pesar de lo abultado de su mochila, aún le queda mucho por ofrecer. Estoy seguro que un día podremos contar que nosotros oímos sus primeros trabajos con Las Migas, o con Colina o su primer trabajo en solitario.
Pero para definirla me quedo con una frase que hace casi quince años le dedicó Andreu Buenafuente a otra criatura celestial, a Niña Pastori, son mujeres que huelen a limpio.