jueves, 26 de diciembre de 2013

Ennio Morricone

La música de cine se llama Morricone

      Que la banda sonora es una parte esencial de la atmósfera de un film estuvo claro desde los primeros pasos de la cinematografía, cuando el cine mudo no era exactamente mudo y las latas de las cintas iban acompañadas de una lista de partituras. 

      Desde entonces, la música en el cine se ha convertido en un “actor” más: Establece un tono y funciona como guía de lo que debemos sentir en cada momento. Nos manipula, es cierto. Pero también nos ayuda a saber qué puede ocurrir. La banda sonora de una película puede provocar desasosiego en el espectador con la intención de hacerle sentirse  tan desconcertado como un protagonista. También es capaz de elevar en grandilocuencia y dramatismo cualquier escena en cualquier tipo de historias. O puede acabar resultando la única arma para sobresaltar al espectador en una mala película de terror.

      Pero la banda sonora no sólo funciona como conductora de emociones. Su relevancia como herramienta narrativa dentro de las películas se aprecia de nuevo desde los comienzos del cine, donde no sólo subrayaban las emociones que los actores trataban de comunicar con sus exageradas muecas, sino que se empleaban para llamar la atención del espectador y poner énfasis sobre ciertos elementos esenciales de la historia. La música en el cine es, pues, una explicación paralela, a veces opuesta, que bien complementa o bien mejora (nunca debe empeorar) lo que se explica en guion y en imágenes. Y como la música siempre gana, porque nunca es cuestionada, aquello que explique el compositor es aquello que el espectador recibe. 



      Grandes compositores hay muchos, pero parece que siempre que tropiezo con una banda sonora que me gusta está detrás Ennio Morricone. Siento debilidad por él, lo confieso.  Por todo Morricone; porque hay muchos Morricones en Morricone, lo que da fe de su polivalencia y el inmenso interés de su obra: está el vinculado al cine social izquierdista, el de su inquebrantable lealtad a un buen puñado de directores.  Ha trabajado con directores tan diversos como Sergio Leone, Roman Polanski, Giuseppe Tornatore, Brian de Palma, Quentin Tarantino, Bernardo Bertolucci, Oliver Stone o Pedro Almodóvar. Está el Morricone comercial y el artesano, que abarca desde las melodías más sencillas hasta los ejercicios de estilo más atrevidos, que distingue aquello que la gente quiere escuchar y aquello que realmente le gusta componer (por lo general, poco asequible a oídos generales, pero fascinante). 

      Y está el Morricone de los géneros: el romántico, el dramático, el terror, el policíaco o el erótico, en los que imprimió una huella tan reconocible como imitada (el llamado “sonido Morricone”). Pero, claro, está el Morricone de los westerns de Sergio Leone (y los que no son de Leone). Y en este punto habría que remarcar que nadie llevó tan lejos la música para el género, y que por la exquisitez de su aportación merece ser considerado el mejor compositor que jamás haya trabajado en el mismo. 


      Cuando Sergio Leone cuenta con su buen amigo Ennio para componer la música de la llamada "Trilogía del dólar", el  spaghetti western obtiene un inesperado éxito. La estrecha colaboración entre ambos genios de la industria del cine continuaría siempre, haciendo más grandes las películas de este gran director. La soledad del desierto no se entiende sin la harmónica, el cabalgar de los caballos no es lo mismo sin la rítmica percusión ni los tensos y dramáticos duelos no se entienden sin las voces, los silbidos o las trompetas.

      Nadie ha abierto tanto el objetivo de la cámara (musical) como él, nadie ha multiplicado tantas posibilidades expresivas y narrativas en el cine. No quiero afirmar que sea el mejor compositor de cine de la Historia, porque atribuir esa corona en un reino con tantos reyes es casi insultante, pero sí desde luego es uno de los cineastas más fundamentales de este medio. ¡Y sigue vivo y productivo! manteniendo intacta su increíble vitalidad. No es nada fácil hacer un resumen de una carrera tan prolífica. Para detallar su obra y su importancia necesitaría un espacio inabordable, así que iré despiezando lo que más me gusta de él. Espero que la selección que he hecho sea de vuestro agrado.



      En los dos años consecutivos se estrenarían los dos títulos restantes de la trilogía :“La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”
      No quiero dejar de lado el western sin antes hablar de una de sus mayores características y aportaciones. Morricone ideó una fórmula que aplicaría varias veces en los créditos iniciales (misma fórmula, distinta música) y que consiste en un símil de la Creación: se inicia con sonoridades rudas y primitivas (la música de la Tierra silvestre), prosigue incorporando percusiones y otros instrumentos convencionales y voces (el origen de la vida) y acaba con la orquesta en su máximo rendimiento (la aparición del hombre). Es entonces cuando comienzan las historias. Por ello, la lógica impuso que los instrumentos fueran lo menos convencionales posibles y, a la vez, con las sonoridades más primarias: látigos, golpes de yunque, guitarras tocadas en sus registros graves, campanas, aullidos, gritos, harmónica… todo lo que evocara la idea del origen del hombre. Lo contrastaba con la intervención de la voz soprano de su inseparable Edda Dell’Orso y el resultado, entonces, era perfecto. Aquí tenéis plasmada clarísimamente esta fórmula de Morricone.


      El más famoso de entre los compositores que trabajan en el cine, sin embargo, y esto es muy curioso, tiene una ingente obra que es, a pesar de lo que se pueda creer, muy poco conocida. Exceptuando los westerns y filmes como “La Misión” o “Cinema Paradiso”, que le han dado mucha fama, el grueso de su creación, más de 500 títulos en cine y televisión, es muy desconocida.

La misión (1986)
      Con su ritmo sosegado en unos momentos y desasosegante en otros Morricone, sin alzar la voz, consigue comunicar todo tipo de sensaciones. La inolvidable partitura integra, casi milagrosamente, los sonidos del folclore indígena en una música de naturaleza mística y profundamente evocadora. Banda sonora que no necesita imágenes para llegar a lo más hondo del ser humano. Inexplicablemente no consiguió el Oscar a la mejor banda sonora (nunca lo consiguió). No sé dónde tenían puestos los sentidos los entendidos de Hollywood.

      Dulzura, humanidad, belleza. Unas cualidades que van inherentes al título de Giuseppe Tornatore y su música. Otro de esos ejemplos en los que no se comprende la película sin su banda sonora; las notas no sólo acompañan sino que forman parte de la nostalgia, la melancolía y todo ese abanico emocional de la historia de Alfredo y Salvatore.


      Difícil dejar de lado películas como “El Juego de Ripley”  o “Érase una vez América”

    Ripley’s game, (El juego de Ripley) del 2002 está basada en la novela “El amigo americano” de Patricia Highsmith y cuenta con una banda sonora de regusto minimalista con la que nos vemos envueltos por la tensión creciente de la acción. El clavicémbalo con piezas de Bach y de Scarlatti, ahonda aún más en esta sensación. La película me cautivó. Viendo al protagonista caminar por esa casa monstruosamente grande, monstruoso vacío nocturno, guiados por la música de Morricone, se puede llegar a sentir la soledad y el aislamiento que rezuma este hombre, una soledad que su propio cinismo convertido en forma de vida no le permite reconocer.  La alternancia de minimalismo y música lírica agrega dimensión al misterio. Inquietante el piano desafinado del final. He buscado insistentemente la pieza número 3 del que acabó siendo el disco de la banda sonora, Louise, pero no lo he encontrado. Lástima, porque me encanta.


      “Érase una vez América” dirigida por Sergio Leone en 1984. Para algunos entendidos esta película está considerada como la obra maestra de este director. Una vez más, esos grandes amigos que fueron Leone y Morricone, consiguieron una nueva pepita de oro para el cine.


      Mi admirado compositor de bandas sonoras cumplió en noviembre 85 años. El 7 de diciembre se hizo oficial el Premio Europeo de Cine a la Mejor Banda Sonora por su composición para “La mejor oferta” (2013), la última película que se ha estrenado bajo su batuta. Éste es un Morricone íntimo, cerrado, por momentos críptico, que busca encontrar a través de su música la esencia de la obsesión, de la inseguridad, y lo hace con una música que en términos globales es quebrada, inestable, rota, lo que ayuda mucho a recrear el pesar psicológico del protagonista. Hay un fuerte contraste con su bello y austero tema principal, lírico pero también afligido, y es ese tono dolorido, en momentos desesperado, lo más destacado de esta singular y no fácil creación.


      Pero el Morricone que más me atrae, que más me cautiva, que más me apasiona es el cineasta y compositor comprometido.  Bernardo Bertolucci ya dijo en su momento que “Morricone es el autor de varios de los Himnos nacionales de Italia”, por el inmenso poder e influencia que ha tenido su música dentro y fuera del cine, en los ambientes populares y también los intelectuales. Su vinculación al cine social izquierdista de su país, en filmes de Gillo Pontecorvo, Elio Petri, Giuliano Montaldo o el propio Bertolucci, hicieron de su música toda una declaración de compromiso político e intelectual, y su lealtad a estos directores fue férrea. En una entrevista de la revista Fotogramas, en diciembre de 1999, declaraba:

      “Soy de izquierdas, pero no comunista. Me impliqué en aquellos filmes porque mis amigos los dirigieron, pero también porque lo que se contaba era muy importante. Me alegra saber que con mi música llegaron a más gente”.

      Y esa es, precisamente, una de las claves de su éxito: la repercusión de su música ayudó mucho a popularizar esos filmes: “La batalla de Argel” (1966), “Queimada” (1969), “Sacco y Vanzetti” (1970), “La clase obrera irá al Paraíso” (1971), “Allonsanfan” (1974), “Novecento” (1976) o “El prado” (1979) son solo algunos de esos títulos en los que no se limitó a poner música, sino que hizo de ella un compromiso ideológico que ayudó, porque la buena música tiene ese poder, a implicar emocionalmente a los espectadores. A implicarnos a muchos de nosotros aún más.

      En el caso de “Baarìa”, Morricone recupera una imponente marcha siciliana que había escrito para “Allonsanfan”, en la que condensa el orgullo y el poderío de un pueblo sufriente. Junto a esta, maravillosos temas dramáticos y líricos encabezados por un hermoso tema dulce, evocador y delicado, que lleva bien impresa la firma de su legendario autor y que aporta una gran profundidad emocional. Otros temas de similar línea se combinan con músicas contundentes y dan como resultado una nueva creación ejemplar del eterno romano.
      Italia le debe mucho a Ennio Morricone. El Séptimo Arte, muchísimo más. Escuchad el maravilloso himno de “Novecento”. El extenso fresco humano y político de Bernardo Bertolucci está enmarcado en esta apasionada y sincera banda sonora, que se ha convertido en himno y referente.


      Podría haber hablado de Los intocables, “La Cosa”,Días de Cielo” o “Lolita” pero he decidido acabar con una de mis favoritas personales y no tan reconocida como las anteriores, ‘The Legend of 1900’, otra de las colaboraciones de Morricone con Tornatore. Como ya he dejado caer en varias ocasiones, los pianos me pierden, y Ennio desata aquí su habilidad para emocionar con la orquesta con piezas preciosas de aquel instrumento para acompañar la historia del pianista. No faltan los temas de jazz y blues, con su saxo o su trompeta, pero cuando me entran escalofríos es cada vez que escucho The Crisis con ese trágico piano y la nota desafinada que casi parte el corazón cada vez que suena.
      Si tuviera que resumir este largo post (es maravilloso estar de vacaciones para poder dedicarme a lo que tanto me gusta) diría que Ennio Morricone es el músico del sentimiento, la melancolía, la nostalgia y la añoranza. Y sin repetirse, cada película es una nueva inspiración. Toda su obra es maestra gracias a su constancia, su talento, cualidades ambas de los genios. ¡Cómo no amar el cine!

martes, 3 de diciembre de 2013

Nocturno

“Cierro los ojos y me dejo llevar; me dejo llevar por las sendas inescrutables de los sueños, de la fantasía, del amor”

No hay cosa más bella en este mundo que llorar por nada mientras se escucha un solo de piano.  Quizá pensaréis que es una tontería, y tendréis razón. Pero es hermoso.

Esta noche mi abuela ha venido a visitarme de la mano de mi hija, en el texto que Miss Zeta escribió a su padre aquel 28 de mayo y que, por casualidad, se ha cruzado en mi camino.  E, irremediablemente, mi abuela tiene el sonido de un piano. De un piano interpretando un nocturno. No podrían tener mejor nombre esas composiciones que evocan la tranquilidad de la noche, la evanescencia de ese sentimiento melancólico que destila todo romántico.


Y decir “nocturno” es decir “Chopin”. Sólo con sus nocturnos hubiera sido suficiente para que el músico trascendiera las puertas de la gloria. Digo esto para mostrar hasta qué punto, los músicos, estudiosos y amantes de la música, los concebimos como una de las partes culminantes de la pianística de todos los tiempos. Transitan casi todos los estados de ánimo, desde la más profunda soledad hasta una buena charla con amigos. Pero aunque la mayoría atribuye a Chopin la creación del estilo nocturno, fue el compositor irlandés John Field el original creador de los movimientos que poco más tarde Chopin, gran admirador del trabajo de Field, hiciera de ello su sello de identidad. 


Pero lo realmente apabullante es el nivel de creatividad, sonoridad y armonía que nuestro romántico polaco logró con estas obras. Su interpretación lleva un sello de tan profunda originalidad, es tan magistral, que se podría decir de Chopin que es un virtuoso absolutamente perfecto.

“Los Nocturnos op. 9”, aquellos que mi abuela tocaba con los ojos cerrados, como si el propio Chopin guiara sus manos, son un conjunto de 3 piezas dedicadas a madame Camile Pleyel.

El Nocturno Op. 9 n.º 1 en Si bemol menor tiene una soltura rítmica que caracterizó los últimos trabajos de Chopin. La mano izquierda tiene una secuencia ininterrumpida de corcheas en arpegios sencillos durante toda la pieza, mientras que la mano derecha se mueve con total libertad en patrones de siete, once, veinte y veintidós notas mientras crece, se oscurece, vuelve a crecer para acabar en una plena y perfecta quietud..


Luego llegaría el exquisito Nocturno Op. 9 n.º 2 en Mi bemol mayor. Este nocturno está lleno de melancolía por sus  arpegios, siempre sutil y lleno de exaltación puesto que la pieza termina tan silenciosa como se inicia. Chopin escribía sus obras de forma que su digitación obtuviera la sonoridad que deseaba, hecho curioso, ya que a él le gustaba dejar al intérprete la libertad de ejecución.


Siempre me ha costado mucho decidirme por cuál de los dos me emociona más

Después de Chopin, nuestro compositor favorito era Frank Listz, su amigo y gran rival. Aún recuerdo cuando mi abuela me contó que Chopin tenía gran facilidad para hacer unas imitaciones de personas tan fieles al original que se contaba que un día copió a Liszt en su manera de vestir, hablar y tocar, con tal exactitud que un ingenuo admirador que asistía a un concierto, al encontrarse unos días después con el auténtico Franz Liszt, le dijo indignado: “¡Ah! ¡No, Chopin, esta vez no me engañará usted!”

El nocturno de Franz Liszt subtitulado Sueño de amor, es una de las más deliciosas piezas musicales románticas que, a mi gusto, se hayan compuesto para piano. Tiene de todo: finura y riqueza de color, brusquedad y golpes de brazo, melancolía y pasión, tranquilidad y tensión.

Y ¿qué amante de la música clásica no conoce a Rubinstein?  Aunque la grabación es antigua y defectuosa, fijaos en la tranquilidad que presenta el pianista en su rostro. Escuchad cómo liga las notas, aunque sus brazos apenas se mueven. Es una preciosidad, es una joya, es exquisita esta obra. Merece la pena. Palabra… 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Lisa Ekdahl

Susurrando jazz

Hay un silencio en esta inmensa noche
Que no es silencio: es místico disfraz
De un concierto inmortal. Por escucharlo
Mudo como la muerte el orbe está.
 (Álvaro Pombo)

Hace poco, un compañero de CCOO, comentando esta afición de mi alma noctámbula me dijo entre benevolente y socarrón: ¡cómo te enrollas! Tenía razón, seguramente. Pero este vicio de escribir, puede ser un vicio solitario (onanismo) o compartido (desde menage a trois a orgía) depende de los que libremente se apunten a él, a esta música para leer despacio.

Ya lo veis. De nuevo, mujer y jazz se unen en el silencio de la noche para acompañarme hasta que me vaya a dormir. Esta vez le ha tocado a Lisa Ekdahl. La escuché por primera vez un atardecer de verano, en la playa, mientras los colores del ocaso se besaban con el mar. No sabía nada de ella. Aunque, poco hay que contar. Es sueca, es rubia y es tan fina que parece a punto de quebrarse como un cristal si una la mira demasiado. También al cantar. 

Por eso creo que esta mujer hay que oírla para comprobar hasta qué punto una voz afectada de angelical delgadez puede absorber el espacio y tomarlo al asalto como una valquiria.


Si os adentráis en la videoteca compartida de Youtube, veréis que canta sueco la mayoría de los temas de pop y en inglés los de jazz. En su idioma ha cantado y canta un pop muy sedoso, con un deje que nos hace pensar, seguro, en Russian Red, mientras que una voz aparentemente frágil y delicada desgrana con impecable belleza tanto standards como canciones originales. 


Recuerdo cómo en el susurro de aquel atardecer, me fui abandonando a la música de esta mujer que no conocía, hasta que pregunté su nombre. Luego, al llegar a casa la busqué; así supe que formaría parte del recuento de la música que ha compuesto el puzzle sonoro de mi vida.  


Lo que  más me gusta de ella, sin duda, es cuando Lisa frecuenta el jazz de caricia repetida, el silabeo gracioso, la etérea complicidad de voz y melodía. Por ejemplo, en su maravilloso disco “En Heaven, Earth and Beyond” Ekdahl desgrana canciones clásicas, versiones de otros, temas que uno juraría haber conocido o conocer. Los trae todos a su terreno y los rinde. Yo saqué la bandera blanca y entregué las armas, allí mismo. Sin condiciones. Y desde entonces siempre que bajo a pasear por el mar al atardecer pienso en Lisa Ekdah.

Sé que Lisa, con este aspecto de niña perpetua, tiene una de esas voces suaves que a mí me gustan por envolventes, aunque de tan dulce a veces empalaga, piensan algunos. Pero en estos tiempos ásperos, amargos y duros, puede llenar el vacío de una noche.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Mar i cel - Dagoll Dagom

Un estado de emoción constante

Uno de los experimentos más extremos de la era digital lo puso en marcha Paul Miller, un redactor de tecnología del blog The Verge, conectado permanentemente y cuyo trabajo consistía en probar todo tipo de juguetes tecnológicos. Su misión: No conectarse a Internet durante todo un año. Su experiencia es muy interesante. La conclusión, más interesante todavía: Un año sin internet y te quedas más solo que la una. Porque, digan lo que digan, Internet está donde está la gente.

En casa hemos estado casi una semana sin conexión. Dejando de lado la sensación de ser un David contra el Goliat que suponen las poderosas compañías telefónicas que te torean, te mienten, te desprecian y luego te pasan el recibo, la falta de Internet ha provocado la lejanía muchos de mis contactos cotidianos, a los que he echado mucho de menos, serios problemas de mi hija para hacer sus trabajos universitarios (todo en la Universidad está en “la nube”) y la imposibilidad de publicar mi periódica entrada en este blog. Pero no hay mal que cien años dure, así que aquí estoy de nuevo.

Estos días de descanso, no sé por qué motivo ha venido a mi memoria el recuerdo de una inolvidable tarde que pasé en el Teatro Victoria de Barcelona. Sería mayo o junio de 1990. Yo estaba embarazada de Izan, mi primer hijo, cuando fuimos a ver la adaptación musical de la obra del dramaturgo catalán Angel Guimerà, "Mar i Cel" (1888).

“Mar i Cel” es una bella historia de amor trágica (como todas las de esa época literaria) de una joven cristiana (Blanca) que se enamora de un corsario morisco (Saïd). La lucha entre dos mundos llenos de incomprensión, dos culturas irreconciliables. Intransigencia e incomprensión que cuenta con muchos paralelismos con la intolerancia rancia del mundo en el que nos ha tocado vivir y que somos incapaces de cambiar. Quizá no deja de ser una versión de "Romeo y Julieta", pero el caso es que es de las mejores y más espectaculares.

Recuerdo como si fuera ayer cómo en un momento dado de la obra, Blanca se entera de la historia de Saïd, de cómo los echaron de sus tierras, cómo mataron a su madre y fue expulsado del país. Al descubrir una historia tan dramática no puede contener el llanto, aunque fuera por alguien que hasta entonces consideraba su enemigo.

       
-     BLANCA:            Siempre he mirado al infinito
  Siempre he buscado la última estrella.
  Siempre he pensado, siempre me han dicho
  Que el mundo es una maravilla.
  Yo que en las noches de sueño ardiente
  En blancos sábanas y paredes blancas,
  Veía pasar feliz a la gente,
  Con la mirada clara y franca.

-       SAÏD:                  Siempre he tratado  
-       BLANCA:           Yo siempre he visto florecer la suerte.

-    SAÏD:                   Siempre he luchado por sobrevivir.

-   BLANCA:             Yo a mi alrededor he visto sonreír.

-   SAÏD:                    Siempre he querido morir matando.

-   BLANCA:             Toda la vida he estado jugando.

-   SAÏD:                    Siempre me he ido jugando la vida.

-   BLANCA:             Y no me he hecho ninguna herida.

-   SAÏD:                    ¿Por qué ha llorado? ¿Por qué ha llorado?
  Como nunca había visto llorar.

-  BLANCA:              ¿Qué me ha pasado,
  ¿Qué me ha pasado?

- BLANCA Y SAÏD: ¿Por qué he / ha llorado?, ¿Por qué he ha llorado?
  Como nunca había visto llorar? /  Como nunca había visto llorar (bis)

- BLANCA:               Ahora me despierto en el fondo de un pozo
  Veo que en el mundo la gente se odia
  Y en la oscuridad todo se remueve
  Como si no fuera la luz del día
  Para ellos la guerra es importante
  Y todo es lucha y embestida
  De hombres feroces e inhumanos
  Que no quieren ni la vida.

- SAÏD:                       Pero en este mundo cruel y sordo...

- BLANCA:                Pero en medio del odio y del horror...

- SAÏD:                      hay quien no quiere arrastrarse;

- BLANCA:               hay quien no se cree esta farsa

- SAÏD:                      hay alguien que lleva un mundo tan nuevo ...

- BLANCA:               veo una luz al fondo del pozo...

- SAÏD:                     que me hace volver empezar a vivir.

- BLANCA:                hay alguien que lucha por ser libre.

- SAÏD:                      ¿Por qué ha llorado? ¿Por qué ha llorado?

- BLANCA:                ¿Qué me ha pasado? ¿Qué me ha pasado?

- BLANCA Y SAÏD: ¿Por qué he / ha llorado, por qué he / ha llorado?
¿Por quién no debía llorar? / como nunca había visto llorar (bis)

Me hace sonreír recordar que tampoco yo pude contener el llanto aquella tarde en el Teatro Victoria. Mi sollozo, abrazada a Jesús, al acabar el tema resonó en toda la sala.

“Mar i Cel”, se convirtió en el musical más mítico de la compañía Dagoll Dagom . Se estrenó por primera vez en 1988 y marcó un hito en la historia del género musical hecho en nuestro país. Puede considerarse la primera producción autóctona de un espectáculo musical en catalán de gran formato. Marcó un antes y un después en la historia de los musicales entre nuestras fronteras gracias al éxito de público y crítica. Superó todas las previsiones y conquistó a toda España. Contando tanto la producción original como la reposición del 2004, (llevada a cabo para celebrar los 30 años de la compañía y los 16 del estreno) el musical ha sido visto por más de un millón de espectadores y ha logrado diversos galardones.  Xavier Bru de Sala y Albert Guinovart, en la adaptación de texto y la adaptación musical respectivamente, hicieron posible un éxito sin precedentes.


La tragedia transcurre a bordo de un gigantesco barco pirata, que magnifica la obra por su gallardía ocupando el centro del escenario, surcando las imaginarias aguas del teatro Victoria, la guinda de un gran espectáculo.


Ya sé que es lunes y que la semana se nos ha echado encima. Sin embargo, os aconsejo que cuando necesitéis parar el mundo porque queréis bajaros os sentéis delante de la pantalla del ordenador, y os deleitéis con esta maravilla completa tal y como yo la vi en 1990. 


Y si se os apetece este Making off, completaréis vuestra emoción de esta noche.

lunes, 14 de octubre de 2013

¿Plagio u homenaje? (I)

"El plagio no es más que una forma de homenaje" (Apócrifo)

Como dice el periodista Manuel de Lorenzo “las musas, a veces, son temerarias”. Y es que, la música, al igual que la literatura o la pintura, también necesita inspiración. Sin embargo, hay quien en un intento desafortunado por crear una canción “confunde” los recuerdos con las musas y permite, muchas veces sin pretenderlo, que melodías inventadas por otros se cuelen en sus composiciones.

Por ello, la historia de la música está llena de grandes y famosísimas canciones que se “inspiran” en temas anteriores. En muchos casos, el conflicto se ha judicializado y  ha tenido que ser un juez quien ha determinado si hay copia o no; en otros ha sido la evidencia. De muestra, unos cuantos "botones":

My Sweet Lord, de George Harrison

Publicada en 1970 en el álbum “All Things Must Pass”, la canción del exBeatle fue denunciada por su similitud con 'He's so Fine', popularizada por The ChiffonsEn 1976, se dictaminó que Harrison había hecho un "plagio subconsciente", una sentencia que tendría repercusiones en toda la historia posterior de la industria música. El artista tuvo que abonar las dos terceras partes de los beneficios al autor del tema original, Ronnie Mack.


Marcha Imperial, de John Williams

Cualquiera que haya visto “La Guerra de las Galaxias” se puede preguntar si para la famosa pieza de una de las más grandes películas de la historia del cine, Willians copió el primer movimiento de “Los Planetas” de Gustav Holst, o simplemente se inspiró en él.


Hello, I Love You, de The Doors

En esencia, la música es melodía, armonía y ritmo, pero teniendo en cuenta la cansina similitud de tempos y compases que encontramos habitualmente en el pop y el rock, sería absurdo pretender adivinar plagios basándose únicamente en la semejanza de dos canciones en cuanto a su ritmo. Para que una sea imitación de la otra, debe producirse una coincidencia melódica en el marco de una armonía muy similar.

Como ejemplo observad el sospechoso parecido entre estas dos canciones. La primera es de The Kinks, es del año 1965 y se titula All Day & All of the Night . La segunda es una canción de The Doors, del año 1968, titulada Hello, I Love You. El tempo es un poco más lento pero la similitud es sorprendente:


Ray Davies, el cantante de The Kinks demandó a The Doors. Pero, cosa curiosa, un juez terminó dando la razón a The Doors, o lo que es lo mismo: no había plagio. En cualquier caso, hágase la siguiente prueba pericial: poned las dos canciones al mismo tiempo, superpuestas, a ver qué pasa...

Podría pasarme el resto de la noche ofreciéndoos una variada selección de temas que han suscitado polémica pero cerraré este primer capítulo dedicado a los plagios más famosos de la historia de la música reciente con un grande entre los grandes:

Will you be there, Michael Jackson

Siempre pionero en la industria musical, Jackson también encabeza la lista de los artistas denunciados por copiar las canciones de otros. El primero en apuntar con el dedo al responsable de clásicos como Billie Jean o Thriller fue el intérprete italiano Al Bano, quien sostenía en 1993 que la canción Will you be there, del álbum "Dangerous", reproducía fielmente la melodía de su canción I cigni di Balaka


La legislación establece un mínimo de entre 3 y 8 compases repetidos para considerar una canción plagio en función de cada país. Cuando Al Bano demandó a Jacko por plagio, un musicólogo dictaminó que entre Will You Be There y I cigni di Balaka existía una coincidencia de 37 notas en un total de 40(¡!).  Coincidir en treinta y siete notas es demasiado coincidir…

Lo cierto es que en 1999, el juez condenó a Michael Jackson a pagar cuatro millones de liras a Albano Carrisi, pero, en 2001, el tribunal de apelación estimó el recurso interpuesto por los abogados de aquel porque consideró que, en realidad, ambos temas eran un plagio de Bless You, de The Ink Spots, respecto del que ya habían expirado los derechos de autor. Una jugada muy hábil por parte de los abogados de Jackson. Sin embargo, juzgad vosotros mismos.


Continuará… (fijo que sí)
"El mal artista imita, el gran artista roba" (Bansky)

sábado, 28 de septiembre de 2013

Las lágrimas de Maria Bethânia

Hace más de un mes que tengo abandonado mi blog. Ha sido un inicio de curso “intenso” y, aunque ilusionador, también complejo. Una de las ventajas de tanto trabajo ha sido tener asegurado un sueño profundo y reparador. Sin embargo me ha alejado de mi música nocturna.

(Una persona duerme a lo largo de su vida una media de 22 años y 43 días. Demasiado tiempo desperdiciado. Ojalá el cuerpo humano no necesitase descansar, ojala pudiese vivir siempre con los ojos abiertos)

La voz de María comenzó con su primer llanto, un 18 de junio de 1946, en la mística ciudad de Bahía, en Brasil. Para el poeta Ferreira Gullar,  Maria Bethânia es una cantante profundamente identificada con su pueblo, su cultura, sus raíces brasileñas. Su presencia, imponente. Su espiritualidad, contagiosa.

Conocida por el público como “La Abeja Reina”, apodo que se ganó por su canción “Miel”, María Bethania es, (después de una animadora infantil), la voz femenina que más discos ha vendido en Brasil. De hecho, su disco “Álibi”, realizado en 1978, fue el primero de la historia de ese país en superar el millón de copias vendidas.

Lágrima por lágrima te voy a cobrar.
Todos mis sueños que te cargaste me tienes que pagar
La flor de mis años, mis ojos cansados de esperarte.
Mis sacrificios, mis miedos, mis vicios, te voy a cobrar.
Cada arruga que marcaste  en mi rostro,
cada verso triste que el dolor me enseñó,
cada vez que en mi corazón murió una ilusión, tienes que pagarme.
Cada día que te di, los tesoros que te entregué, la inmensidad del mar,
las noches sin Dios a las que me enfrenté, la cruz de tu adiós, me voy a cobrar.

La flor de mis años, mis ojos cansados de esperarte.
Mis sacrificios, mis miedos, mis vicios, te voy a cobrar.
Cada arruga que marcaste  en mi rostro,
cada verso triste que el dolor me enseñó,
cada vez que en mi corazón, muere una ilusión, tienes que pagarme.

Lágrima por lágrima.


La música de  Maria Bethânia es como la madera crepitando al quemarse. La unión primaria y esencial con la tierra y las raíces. Si os descuidáis, su fuego incendiará vuestro pensamiento. Puede incluso llegar a fundir lo que soñáis con lo que os sucede. Su voz y su interpretación envolvente, profunda e intimista tiene color, densidad, seguridad, sensualidad, sutileza. Sus canciones deberían ser prescritas por los médicos como vacuna contra el resentimiento.

En este bellísimo tema que acabáis de escuchar, Maria canta al desamor, mientras el piano de Joao CarlosAssís nos lleva hasta su interior, lleno de tristeza. Ya lo dijo Vinicius  de Moraes: la tristeza es más creativa que la alegría.

No tengo muchas ganas de escribir. Una bronquitis de temporada me mantiene en cama. Pero os animo a dejaros acunar por la voz y el verbo de la humilde María.

lunes, 26 de agosto de 2013

Toy Story / Hay un amigo en mí

“¡Hasta el infinito y más allá!”

Cualquiera que me conozca un poco sabe que estoy colgada de las películas de Disney. A pesar de su sexismo, de su endulcoramiento no apto para diabéticos, de que sólo plantea la sociedad “políticamente correcta” del establishment capitalista… me encantan prácticamente todas.

Ésta de hoy, Toy Story, ahora que mi hijo acaba de cumplir los 23 años y siempre, ha tenido un especial valor para esta familia. Fue la primera película que vieron juntos Izan y su padre, mientras yo paseaba calle arriba, calle abajo a Ainhoa, tan pequeña que no podía entrar a verla. La emoción que había en sus ojos al salir de la sala y cómo se pisaban el uno a otro la palabra para explicármela, es algo que nunca olvidaré. 

“Toy Story” es la película de animación por excelencia, la que nos enseñó a través del instrumento más preciado de la niñez, los juguetes, lo que es una verdadera amistad. Es una historia que debe ser medular para nuestras vidas: los caminos se pueden separar, las circunstancias nos pueden alejar, pero en el corazón queda siempre una llamada hacia el amigo: So don't forget if the future should take you away, that you'll aways be part of me. (Nunca lo olvides, si el futuro te lleva lejos, que tú eres siempre una parte de mí).

Creo que merece mucho la pena que los niños vean “Toy Story”,  pero merece mucho más la pena que los adultos convirtamos la película en una maravillosa parábola, para volver a descubrir la amistad como el centro en torno al cual gravitan nuestras vidas. La amistad como motor interior que hace valioso el arriesgarnos para que el amigo no salga dañado. 

Hay un amigo en mí, el tema principal de la película, del compositor de la bso de la película, Randy Newman, fue nominado al Oscar por partida doble, tanto por canción como por banda sonora original; pero se lo arrebató también el film Disney “Pocahontas” en ambas categorías. 


Esta canción es un maravilloso canto a esa Amistad que a día de hoy emociona a Jesús hasta humedecérsele los ojos con un nudo en la garganta.

Para ti, Jesús; para ti, Izan, para mis amigos y amigas del alma, para todas las criaturas del “col·legit de baix” de Argentona que pronto serán “mis” criaturas… Creo que es una buena manera de acabar las vacaciones.


"Toy Story 3” nos presenta en su tercera entrega a un Buzz Lightyear con un botón "aflamencado", que termina bailando el tema "Hay un amigo en mí" al estilo "gypsy" (gitano) con Jessie. Esta versión rumba de “Hay un amigo en mí” rediseñada por Diego el Cigala es un gran punto como broche final la trilogía. Muchos atribuyeron la versión a los Gypsy Kings y se ha discutido bastante entre uno y otro; pero es evidente que el Cigala puso la voz del Buzz andaluz además del tema principal de la película.


“Un amigo fiel es un alma en dos cuerpos” Aristóteles 

viernes, 16 de agosto de 2013

Eivissa Jazz Festival

Porque el jazz es, también, una forma de relacionarse

En las calurosas noches de verano, la música al aire libre invade las ciudades, y muchas de ellas se rinden al ritmo del jazz. Los conciertos muestran los talentos del jazz locales y de nuevo cuño, además de traer a escena bandas venidas de varios rincones del mundo.

El festival Eivissa Jazz cumple este año su 25 aniversario. Para celebrarlo se ha presentado un libro que proyecta la trayectoria musical del festival en imágenes, al que acompaña un CD que recoge temas de grandes figuras del jazz que han dejado su huella.

Desde ayer 14 de agosto hasta el 17, el baluarte de Santa Llúcia es el escenario de artistas nacionales e internacionales de primer nivel, así como artistas locales y jóvenes bandas con gran proyección. El festival se complementa con otras actividades paralelas como cine de temática jazz, seminarios, cursos, exposiciones y video proyecciones.


Mientras se está celebrando el “Eivissa Jazz 2013” podemos saborear algunas actuaciones de 2012, festival que sufrió de forma notable el azote de la crisis con un recorte del 38% en su presupuesto respecto al año anterior. Sin discutir o valorar la calidad jazzística del programa del “Eivissa Jazz 2012”, sí es evidente que la gran mayoría de propuestas musicales locales rebajó el nivel del certamen y dificultó la difusión nacional de las mismas. 

Encontrar grabaciones o videos de una mínima calidad sobre este festival no es tarea fácil. Sólo el programa Discópolis de Radio 3, cuyo conductor, José Miguel López Ruiz, es el presentador de los últimos certámenes, nos ofrece un sonido aceptable. La difusión del festival por parte del programa de radio le garantiza una audiencia nacional que ayuda a que se vayan celebrando nuevas ediciones. La tradicional colaboración entre el “Eivissa Jazz” y Radio Nacional se amplifica también a través de los diales públicos de otras emisoras estatales europeas, gracias a la participación de RNE en la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que permite a sus miembros intercambiar conciertos para la emisión en sus respectivos países.

Una difusión que sirve también para dar a conocer a esas bandas locales que han decidido unirse al culto del jazz en todas sus variantes. Nombres como los de  Eivissa Big Band, La Marina Band, Ángela Cervantes, Dave Jeffs Blues Band con Norberto Rodríguez, Blues màfia i es Saligardos, Nomadic Natura y La Vella Dixieland, fueron parte de los grupos locales y nacionales que participaron en esta edición, junto al Jesse Davies Quartet dando vida e insuflando vigor y energía al festival con sus diferentes formas de ver el jazz. 

A falta de una buena grabación de la big band principal del festival, del pasado año, empezaremos a hacer boca con una actuación suya en el festival de “Eivissa Jazz 2010”.

La Eivissa Jazz Big Band es una banda formada en julio de 2006 por músicos y profesores ibicencos procedentes de la música clásica, música moderna y jazz. Se trata de la agrupación integrada por miembros del Patronato Municipal de Música del Ayuntamiento de Eivissa y, en la actualidad, la única big band de la isla. Su repertorio está compuesto por temas clásicos del jazz, desde composiciones de Count Basie hasta adaptaciones de piezas de Charlie Parker y otros, con el fin de conocer y divulgar el inmenso legado artístico de los más grandes jazzistas de la historia. En su tradicional comparecencia en el Eivissa Jazz, la big band la pasado edición contó con las voces de Eva Cano y Marcos Penschow.


A continuación, la “Dave Jeffs Blues Band” un grupo liderado por el cantante, guitarrista y armonicista Dave Jeffs, nacido en Oxford, Inglaterra. Dave comenzó a tocar la harmónica con varios grupos y artistas de blues como Alexis Corner, Duffy Power, Jack Dupree o Ian Anderson Country Blues Band. Posteriormente colaboraría cantando con The Allan Walker Blues Band, Willy Brown y Dyna Flow. Años más tarde residiría en New Orleans, tocando con los más importantes bluesman locales. Cuenta con numerosas colaboraciones discográficas con grupos y artistas como Sacred Spirit II, Blues Chill Out, John Lee Hooker, Lightning Hopkins, John Henry Barby… Actualmente reside en España, pero actúa por clubes de toda Europa.

En su presentación ante el Eivissa Jazz 2012, Dave contó con la guitarra invitada de Norberto Rodríguez, residente en Ibiza y uno de los más fieles exponentes de las nuevas generaciones de músicos cubanos. Durante su etapa en Cuba realizó trabajos con varias de las agrupaciones más importantes del país, como Afrocuba y Habana Ensemble, entre otras. En 1998 ganó el primer premio del concurso de jazz de “La Zorra y el Cuervo”, el popular club de jazz de La Habana. Tampoco he encontrado una gravación decente del festival ibicenco por ello os propongo esta actuación.


La clausura del Festival estuvo a cargo del grupo Jesse Davis Quartet. Influido a partes iguales por Charlie Parker, Sonny Stitt y Cannonball Adderley, Jesse exhibe una técnica impecable, un sonido amplísimo y una natural afinidad por el blues en todas sus interpretaciones. Su música ha sido descrita como “neo-bop”, pero, como él mismo dice, “lo único que me interesa es tocar música bonita… ¡nadie quiere escuchar música fea!”. Al “Eivissa Jazz” acudió con un trío rítmico capitaneado por el pianista Fabio Miano. Su proyecto “The Charlie Parker Legacy Band”, un grupo dedicado a la interpretación de las composiciones de Charlie Parker, es una de las propuestas más solicitadas por los festivales europeos.

Espero que esta refrescante propuesta haya sido de vuestro agrado, y una buena forma de combatir el calor antes de dormir.