domingo, 25 de febrero de 2018

Penguin Cafe Orchestra

“Música que nació del placer y vivió para dar placer” (Simon Jeffes)

Cierto día de 1972 en el sur de Francia, el guitarrista, compositor y arreglista Simon Jeffes sufrió una intoxicación por comer ostras en mal estado y en su delirante sueño se imaginó como si fuera un pingüino regentando un pintoresco local: "Veía habitaciones con parejas que hacían el amor sin amor. También contemplé a personas que se miraban en espejos. Y aunque no eran muy comunes, observé filas de ordenadores. Un ojo electrónico lo observaba todo. Me parecía una pesadilla que anunciaba un mundo antipático". No era una película de Kubrick, era el sueño de Simon. Estas escenas sucedían en una especie de edificio lleno de pingüinos semihumanos  cuyo propietario sería él: el Penguin Cafe. “Una locura sin sonido. Todo desolado y en silencio. Al día siguiente, en la playa comencé a escribir un poema -yo que nunca escribo- que comenzaba: Soy el propietario del Café de los Pingüinos


A partir de entonces, Simon decidió “regentar” el Café del Pingüino, con un objetivo: demostrar lo importante que es en nuestras vidas dejar entrar cualidades como la espontaneidad, la sorpresa, el azar, lo inesperado y lo irracional. Para ello reunió un grupo de excelentes músicos, la mayoría como él con amplia experiencia en clásica y jazz, y se lanzó a componer armonías que mezclaban la música culta y la tradicional, el jazz, el pop y los aires latinoamericanos. Era una música deliciosa, de belleza difícil de describir pero fácil de interiorizar, de ambientes oníricos, en la que todo era posible, suave, relajante e intimista. El grupo, en realidad una especie de orquesta de cámara contemporánea, se llamó Penguin Cafe Orchestra. Los músicos escogidos por Jeffes para su orquesta eran de lo más selecto, los instrumentos desde violines, oboes y cellos hasta ukeleles, órganos, guitarras y sonidos pregrabados, que otorgan un pequeño toque eléctrico en esa enorme capacidad acústica.

Junto a Helen Liebmann (cello), Gavyn Wright (violín), Steve Nye (teclados), la voz de éste último y de la escultora Emily Young, compañera de Simon,  en un par de temas (quien, por cierto, fue la que dibujó todas las portadas de los álbumes) y el propio Simon Jeffes a la guitarra eléctrica nació “Music from the Penguin Cafe” en el año 1974. Brian Eno, siempre atento a las propuestas originales, hizo posible esta su primera grabación con la compañía Obscure Records. Además del nombre de su orquesta, el sueño marcó la decoración de las portadas  de sus discos y no cabe duda que esta experiencia patológica en su vida, condicionó e influyó su música y la de su equipo, descubriendo una nueva forma de concebir e interpretar que le dio un marchamo y seña de identidad a la Penguin Cafe Orchestra.

 El significado de Café no es el de un bar, sino el de un sitio donde la comunicación y el pensamiento fluyen libremente y no hay barreras de ningún tipo. "La música de la Penguin Cafe Orchestra se basa en la espontaneidad, que es lo más importante de la vida. Puede que alguien piense que soy demasiado tajante, pero estoy hablando de creatividad. No quiero decir modernidad, sino ausencia de represión externa. En la orquesta hay libertad, cada uno puede hacer lo que quiera y esta es la base de nuestra música. Y tampoco hay que traducirlo por anarquía".

Imaginaos un concierto de Beethoven en el que, repentinamente, surgiese entre las líneas pentagrámicas un armonioso sonido telefónico o una pieza renacentista en la que sonase la guitarra eléctrica. Imaginaos una orquesta sinfónica que lograse fusionar la música clásica perfectamente, acercarla a niños o demás labores que supuestamente les corresponden sin necesidad de contratar payasos. Pues a todo ello, precisamente, se dedica la Penguin Cafe Orchestra. Por ello es una orquesta de difícil denominación: world music de cámara con grandes dosis de minimalismo ("minimalismo floclórico de cámara", según Jeffes), momentos experimentales, un sonido ecléctico aclamado por los críticos (sí, también los de clásica) y curiosamente apreciado en circuitos underground.    
Nuestra música no está creada con intención, pero no quiere parecerse a nada ni a nadie. Tampoco es comercial ni vanguardia. Ni folclore primitivo. Es una música natural ejecutada por personas que, simplemente, tocan. Que se preocupan por cada pequeño sonido". Les pusieron finalmente la etiqueta de new age, aunque la irreverencia y el sentido del humor de Jeffes encajaran mal en tal movimiento. La Penguin aportó frescura y saber hacer a un panorama musical cuyo dominio se repartía entre el rock y el folk, y en el que el minimalismo solo logró hacer mella durante un corto tiempo. “Nuestra música tiene dos sentimientos: mental y emocional. Es como si el cuerpo y el cerebro llegasen al mismo lugar al mismo tiempo. Es esotérica pero, al mismo tiempo, está abierta a todo el mundo. Es un secreto público."


Tres son sus piezas más conocidas: Music for a found armonium, Perpetuum Mobile y Telephone and rubber band, pero toda su corta discografía está llena de agradables y excitantes sorpresas.


Pero hay dos temas que me encantan especialmente: Prelude and Yodel i Paul’s dance


Aunque Air á Danser tiene un no sé qué…


Muchos admiraron a Simon, un personaje genial y carismático que nos dejó en diciembre de 1997 víctima de un tumor cerebral, pero su legado continúa vivo. Su labor fue ingente, tocando todos los extremos musicales, a pesar de no tener una discografía muy extensa (8 obras más dos recopilatorios y una grabación de DECCA tan solo disponible por Internet)

            Para despedirnos ya, esperando haber saciado vuestra curiosidad, os dejo con esta maravilla. Piano Music, una pieza compuesta e interpretada en 1982 por Simon Jeffes que se publicó por primera vez en la recopilación de la Penguin Cafe Orchestra "Preludes Airs and Yodels" (1996).


Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב.  Oíche mhaith. Wengi alus.

Fuente
http://www.filomusica.com/filo32/penguin.html http://huidadelmundanalruido.zoomblog.com/archivo/2009/05/23/la-Penguin-Cafe-Orchestra-Simon-Jeffes.html

lunes, 12 de febrero de 2018

Born to be blue

De cuando Chet Baker aprendió a llorar de verdad

Grandes músicos han visto truncada su carrera debido al consumo de heroína. Janis Joplin, Jim Morrison o Jimmi Hendrix son algunos ejemplos de artistas que murieron demasiado jóvenes por culpa de una adicción fatal que ha estado unida irremediablemente al mundo del espectáculo. Chet Baker no fue diferente.



En la década de 1950, Chet Baker fue uno de los trompetistas más famosos del mundo, reconocido como pionero de la escena de jazz de la costa oeste y un ícono de la melancolía. Pero en la década de 1960, su carrera y su vida personal estaban en ruinas tras años de profunda adicción a la heroína, mientras paseaba su creatividad en garitos de poca monta, intentando rescatar los aplausos que un día le dedicaron sus enfervorecidas fans. Como Charlie Parker, Billie Holliday, Bill Evans o Miles Davis, Baker se destrozó con las drogas hasta caer en lo más profundo de un pozo sin fondo. Decía que le ayudaban a tocar mejor. Colocarse le hacía feliz y aseguraba que no era culpa de nadie. Él asumía de esta manera sus propias consecuencias.

El viernes pasado Jesús y yo vimos “Born to be blue”. Para quienes penséis que las películas biográficas musicales están obsoletas, os sugiero que le echéis un vistazo. Es una película desafiante y nada tradicional que ofrece una mirada impresionista de la problemática vida de Chet Baker, interpretado por Ethan Hawke en otra excelente actuación como solista. El director Robert Budreau quiso rendir homenaje en “Born to be blue” a la figura de este músico cuyo atractivo le valió el apodo de “James Dean del jazz”. La sensualidad con la que tocaba la trompeta, su mirada inquieta y su forma seductora de cantar, saboreando cada palabra como si quisiera atraparla en el tiempo, están presentes a través de la extraordinaria actuación de Hawke, que compone un personaje vulnerable de mirada melancólica y asume un rol que le lleva a adentrase en el mundo de autodestrucción personal por el que deambuló Baker y que contrasta con la belleza de su música. Siempre sincera, siempre eterna.
Co-protagonizada por la absolutamente hermosa Carmen Ejogo como un compuesto de varias mujeres con las que Baker se cruzó, la película es realmente y verdaderamente el espectáculo del actor, que nos muestra un trágico retrato de un hombre incapaz de controlar sus demonios internos.

En 1966, Baker fue contratado para interpretarse a sí mismo en una producción de Hollywood que habría detallado sus primeros años y los comienzos de su adicción a la heroína, por lo que Budreau hábilmente utiliza este evento como una forma de presentar su película, rebotando en el tiempo, y mostrando a Baker en varios estados de armonía mental y física y de  desesperación. Lo más inquietante es que “Born to Be Blue” resalta el período extremadamente difícil en la vida de Baker cuando a causa de una deuda por drogas, unos matones de San Francisco le parten la mandíbula y los dientes delanteros. Esto, para un trompetista, significa perder la capacidad para soplar.
Con prótesis o sin ellas, todos sus años de aprendizaje se perdieron con aquella brutal paliza. Esta película habla de autodestrucción y de sordidez, pero también de volver a empezar.
Su intensa rivalidad con Miles Davis también nos ofrece en algunas escenas jugosas; este era un mundo de vanguardia y extremadamente competitivo en el que se encontraban estos músicos, y cada artista buscaba su lugar y su papel en la historia. Toda la película casi lleva el tufillo de un sueño, una especie de remembranza de drogas que se mueve de maneras extrañas.

En lugar de optar por un enunciado narrativo único el director opta por una construcción compleja para mostrar a un hombre y su vida turbulenta pero increíblemente exitosa e influyente. Pocas mitologías tan enfermas de sí misma, tan autodestructivas y amenazantes como la del músico de Oklahoma. Pocas mitologías, en definitiva, tan absurdas, tan vacías, tan extrañas. Una mitología sin mitos. Puro vértigo. "Decidí hacer esta película, -razona Hawke- porque de alguna manera en Baker la leyenda y la música son lo mismo. Acercarse a su vida o a lo que sabemos de ella es una manera de tocar su música". La declaración, a su manera, ofrece la clave tanto de la propia cinta como de la manera correcta de leer la existencia torturada del hombre que mejor cantó My funny Valentine. Y ahí el acierto de una producción que huye del rigor del drama biográfico como de la peste. No se trata de recorrer las simas de un hombre enganchado al fantasma de su autodestrucción, sino de acariciar, aunque sea un instante, el sentido mismo del caos. Suena poético y, en realidad, duele más.


La partitura de jazz de la película fue compuesta por el pianista David Braid, mientras que el audio de las distintas actuaciones de trompeta fue realizado por Kevin Turcotte. Hawke había tomado lecciones de trompeta de Ben Promane, y solicitó un video de la grabación de Turcotte, para imitar el disfrute durante el rodaje. El filme fue muy aplaudido tras su paso por el festival de Toronto en 2015, pero en España no llegó a estrenarse en el cine.

Chet hizo del canto lacónico de su trompeta y de su voz un himno. Supo utilizar sus limitaciones técnicas en beneficio propio. Esto le obligaba a jugar con el tempo lento, con notas largas y dispersas, a cantar canciones bellas y lastimeras, elementos que lo convirtieron en baluarte del West Coast, al tiempo que le proporcionaron un aura de misticismo. Esto, unido a su look juvenil le otorgó una imagen de romántico perdedor que lo aupó a la fama, incluso entre aquellos (especialmente mujeres) a quienes no interesaba el jazz. Tuvo que esforzarse poco (técnica y personalmente) para alcanzar esta fama y sólo cuando las cosas se le torcieron tuvo que darlo todo, esfuerzo y sufrimiento, para volver.



Todo se le dio muy fácil en la música. Creo que ese fue uno de los problemas” (Dick Bock, fundador de Pacific Jazz Records, interpretado en la película por Callum Rennie)


Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב.  Oíche mhaith. Wengi alus.