domingo, 17 de noviembre de 2013

Lisa Ekdahl

Susurrando jazz

Hay un silencio en esta inmensa noche
Que no es silencio: es místico disfraz
De un concierto inmortal. Por escucharlo
Mudo como la muerte el orbe está.
 (Álvaro Pombo)

Hace poco, un compañero de CCOO, comentando esta afición de mi alma noctámbula me dijo entre benevolente y socarrón: ¡cómo te enrollas! Tenía razón, seguramente. Pero este vicio de escribir, puede ser un vicio solitario (onanismo) o compartido (desde menage a trois a orgía) depende de los que libremente se apunten a él, a esta música para leer despacio.

Ya lo veis. De nuevo, mujer y jazz se unen en el silencio de la noche para acompañarme hasta que me vaya a dormir. Esta vez le ha tocado a Lisa Ekdahl. La escuché por primera vez un atardecer de verano, en la playa, mientras los colores del ocaso se besaban con el mar. No sabía nada de ella. Aunque, poco hay que contar. Es sueca, es rubia y es tan fina que parece a punto de quebrarse como un cristal si una la mira demasiado. También al cantar. 

Por eso creo que esta mujer hay que oírla para comprobar hasta qué punto una voz afectada de angelical delgadez puede absorber el espacio y tomarlo al asalto como una valquiria.


Si os adentráis en la videoteca compartida de Youtube, veréis que canta sueco la mayoría de los temas de pop y en inglés los de jazz. En su idioma ha cantado y canta un pop muy sedoso, con un deje que nos hace pensar, seguro, en Russian Red, mientras que una voz aparentemente frágil y delicada desgrana con impecable belleza tanto standards como canciones originales. 


Recuerdo cómo en el susurro de aquel atardecer, me fui abandonando a la música de esta mujer que no conocía, hasta que pregunté su nombre. Luego, al llegar a casa la busqué; así supe que formaría parte del recuento de la música que ha compuesto el puzzle sonoro de mi vida.  


Lo que  más me gusta de ella, sin duda, es cuando Lisa frecuenta el jazz de caricia repetida, el silabeo gracioso, la etérea complicidad de voz y melodía. Por ejemplo, en su maravilloso disco “En Heaven, Earth and Beyond” Ekdahl desgrana canciones clásicas, versiones de otros, temas que uno juraría haber conocido o conocer. Los trae todos a su terreno y los rinde. Yo saqué la bandera blanca y entregué las armas, allí mismo. Sin condiciones. Y desde entonces siempre que bajo a pasear por el mar al atardecer pienso en Lisa Ekdah.

Sé que Lisa, con este aspecto de niña perpetua, tiene una de esas voces suaves que a mí me gustan por envolventes, aunque de tan dulce a veces empalaga, piensan algunos. Pero en estos tiempos ásperos, amargos y duros, puede llenar el vacío de una noche.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Mar i cel - Dagoll Dagom

Un estado de emoción constante

Uno de los experimentos más extremos de la era digital lo puso en marcha Paul Miller, un redactor de tecnología del blog The Verge, conectado permanentemente y cuyo trabajo consistía en probar todo tipo de juguetes tecnológicos. Su misión: No conectarse a Internet durante todo un año. Su experiencia es muy interesante. La conclusión, más interesante todavía: Un año sin internet y te quedas más solo que la una. Porque, digan lo que digan, Internet está donde está la gente.

En casa hemos estado casi una semana sin conexión. Dejando de lado la sensación de ser un David contra el Goliat que suponen las poderosas compañías telefónicas que te torean, te mienten, te desprecian y luego te pasan el recibo, la falta de Internet ha provocado la lejanía muchos de mis contactos cotidianos, a los que he echado mucho de menos, serios problemas de mi hija para hacer sus trabajos universitarios (todo en la Universidad está en “la nube”) y la imposibilidad de publicar mi periódica entrada en este blog. Pero no hay mal que cien años dure, así que aquí estoy de nuevo.

Estos días de descanso, no sé por qué motivo ha venido a mi memoria el recuerdo de una inolvidable tarde que pasé en el Teatro Victoria de Barcelona. Sería mayo o junio de 1990. Yo estaba embarazada de Izan, mi primer hijo, cuando fuimos a ver la adaptación musical de la obra del dramaturgo catalán Angel Guimerà, "Mar i Cel" (1888).

“Mar i Cel” es una bella historia de amor trágica (como todas las de esa época literaria) de una joven cristiana (Blanca) que se enamora de un corsario morisco (Saïd). La lucha entre dos mundos llenos de incomprensión, dos culturas irreconciliables. Intransigencia e incomprensión que cuenta con muchos paralelismos con la intolerancia rancia del mundo en el que nos ha tocado vivir y que somos incapaces de cambiar. Quizá no deja de ser una versión de "Romeo y Julieta", pero el caso es que es de las mejores y más espectaculares.

Recuerdo como si fuera ayer cómo en un momento dado de la obra, Blanca se entera de la historia de Saïd, de cómo los echaron de sus tierras, cómo mataron a su madre y fue expulsado del país. Al descubrir una historia tan dramática no puede contener el llanto, aunque fuera por alguien que hasta entonces consideraba su enemigo.

       
-     BLANCA:            Siempre he mirado al infinito
  Siempre he buscado la última estrella.
  Siempre he pensado, siempre me han dicho
  Que el mundo es una maravilla.
  Yo que en las noches de sueño ardiente
  En blancos sábanas y paredes blancas,
  Veía pasar feliz a la gente,
  Con la mirada clara y franca.

-       SAÏD:                  Siempre he tratado  
-       BLANCA:           Yo siempre he visto florecer la suerte.

-    SAÏD:                   Siempre he luchado por sobrevivir.

-   BLANCA:             Yo a mi alrededor he visto sonreír.

-   SAÏD:                    Siempre he querido morir matando.

-   BLANCA:             Toda la vida he estado jugando.

-   SAÏD:                    Siempre me he ido jugando la vida.

-   BLANCA:             Y no me he hecho ninguna herida.

-   SAÏD:                    ¿Por qué ha llorado? ¿Por qué ha llorado?
  Como nunca había visto llorar.

-  BLANCA:              ¿Qué me ha pasado,
  ¿Qué me ha pasado?

- BLANCA Y SAÏD: ¿Por qué he / ha llorado?, ¿Por qué he ha llorado?
  Como nunca había visto llorar? /  Como nunca había visto llorar (bis)

- BLANCA:               Ahora me despierto en el fondo de un pozo
  Veo que en el mundo la gente se odia
  Y en la oscuridad todo se remueve
  Como si no fuera la luz del día
  Para ellos la guerra es importante
  Y todo es lucha y embestida
  De hombres feroces e inhumanos
  Que no quieren ni la vida.

- SAÏD:                       Pero en este mundo cruel y sordo...

- BLANCA:                Pero en medio del odio y del horror...

- SAÏD:                      hay quien no quiere arrastrarse;

- BLANCA:               hay quien no se cree esta farsa

- SAÏD:                      hay alguien que lleva un mundo tan nuevo ...

- BLANCA:               veo una luz al fondo del pozo...

- SAÏD:                     que me hace volver empezar a vivir.

- BLANCA:                hay alguien que lucha por ser libre.

- SAÏD:                      ¿Por qué ha llorado? ¿Por qué ha llorado?

- BLANCA:                ¿Qué me ha pasado? ¿Qué me ha pasado?

- BLANCA Y SAÏD: ¿Por qué he / ha llorado, por qué he / ha llorado?
¿Por quién no debía llorar? / como nunca había visto llorar (bis)

Me hace sonreír recordar que tampoco yo pude contener el llanto aquella tarde en el Teatro Victoria. Mi sollozo, abrazada a Jesús, al acabar el tema resonó en toda la sala.

“Mar i Cel”, se convirtió en el musical más mítico de la compañía Dagoll Dagom . Se estrenó por primera vez en 1988 y marcó un hito en la historia del género musical hecho en nuestro país. Puede considerarse la primera producción autóctona de un espectáculo musical en catalán de gran formato. Marcó un antes y un después en la historia de los musicales entre nuestras fronteras gracias al éxito de público y crítica. Superó todas las previsiones y conquistó a toda España. Contando tanto la producción original como la reposición del 2004, (llevada a cabo para celebrar los 30 años de la compañía y los 16 del estreno) el musical ha sido visto por más de un millón de espectadores y ha logrado diversos galardones.  Xavier Bru de Sala y Albert Guinovart, en la adaptación de texto y la adaptación musical respectivamente, hicieron posible un éxito sin precedentes.


La tragedia transcurre a bordo de un gigantesco barco pirata, que magnifica la obra por su gallardía ocupando el centro del escenario, surcando las imaginarias aguas del teatro Victoria, la guinda de un gran espectáculo.


Ya sé que es lunes y que la semana se nos ha echado encima. Sin embargo, os aconsejo que cuando necesitéis parar el mundo porque queréis bajaros os sentéis delante de la pantalla del ordenador, y os deleitéis con esta maravilla completa tal y como yo la vi en 1990. 


Y si se os apetece este Making off, completaréis vuestra emoción de esta noche.