martes, 28 de octubre de 2014

Marcelino Camacho. In memoriam

"Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar"

Cuando hace cuatro años mi compañero Francisco Naranjo me comentaba que su muerte era inminente, se me encogió el estómago. Pero en aquel momento, en CCOO del Vallès Oriental-Maresme estábamos metidos en la espiral de emociones del homenaje a Miguel Hernández y ahí quedó la intranquilidad. En el estómago.Pocas horas después el dolor se me subió a la garganta. El día amanecía con la noticia. Se nos había muerto Marcelino Camacho


El acuerdo sobre la dimensión de su figura, sobre su significado histórico y sobre su especial talante ético y bonomía personal es tal que parecen situarle entre el mito, como representación de unos valores, y el símbolo, como representante de los problemas de una época, un país y una clase. La conciencia de pertenencia a la clase obrera y su solidaridad con ella, configuraron su vida.

Probablemente, hoy sea demasiado pronto para adjudicarle la categoría de mito, y se necesite que el paso del tiempo sedimente y dé forma a la figura de Marcelino Camacho en la memoria colectiva, pero indudablemente el carácter de símbolo le ha acompañado hasta el final.

Como dijo Manuel Vázquez Montalbán , al prologar las memorias de Marcelino Camacho su vida fue la autoconstrucción de un dirigente obrero, que luchó como peón de la Historia en la Guerra Civil, y que, a partir de la derrota personal y de clase, se movió como un héroe griego positivo, en la lucha contra el destino programado por los vencedores, personal y coralmente.... Toda su vida será un trabajador que considera que el mundo no está bien hecho. Es decir, que no está hecho a la medida de los débiles.

Imágenes de su vida y de su despedida, con la canción de fondo de Víctor Manuel: Marcelino. Fotografías de la Fundación 1º de Mayo de CCOO, de CCOO de Madrid y algunas de particulares.


Hablan los compañeros del Proceso 1001

"Nos ha dejado una huella indeleble", dijo de Marcelino Camacho, Pedro Santiesteban, también vinculado durante mucho tiempo al Partido Comunista y colaborador de CCOO en Euskadi. Todos sus compañeros han a Camacho como un hombre afable, incansable en sus ideas, siempre optimista. Fernando Soto hablaba de su implacable tenacidad, "como un martillo pilón". "Incluso en la cárcel no paraba de buscar resquicios para seguir luchando".

Paco Acosta fue su vecino de celda durante dos años y no se cansaba de escuchar sus análisis sobre la actualidad. "Para mí fue un maestro", asegura. Miguel Ángel Zamora recuerda su tesón y su lectura concienzuda de la prensa. "Siempre pendiente de los pequeños detalles personales", añade. "Era una persona sencilla, optimista hasta decir basta. Era el líder natural, había riqueza de debate interno y él propiciaba este ambiente. Tenía una gran sabiduría del mundo del trabajo", le describe Nicolás Sartorius. "Decir Marcelino era decir Comisiones Obreras", resume Eduardo Saborido.

Homenaje celebrado en el Auditorio Marcelino Camacho, a uno de los fundadores del sindicato Comisiones Obreras, pilar de la lucha por los derechos de los trabajadores en los tiempos más duros, imagen también de la lucha por las libertades y la democracia.

"Agrupémonos todos en la lucha final del género humano. Es la Internacional" 


Marcelino estará siempre presente en el proyecto sindical de CCOO, en la reivindicación y en la propuesta, en la negociación y en la movilización. Nos dejó un hombre irrepetible. 
Su lema: "Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar".
Sus últimas palabras: "Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante".

Video de sobre el homenaje de despedida a nuestro querido Macelino Camacho el 30 de octubre en Madrid, con Lluis Llach y su Viaje a Itaca y fotos de Fran Lorente, el fotógrafo oficial de CCOO de Madrid. Una joya.

Homenaje de despedida a Marcelino Camacho. 1918 - 2010 from cosas chiquitas on Vimeo.


domingo, 26 de octubre de 2014

Here, There and Everywhere

"Cierra los ojos y verás la música"

Existía en este mundo nuestro que gasta tanta grandeza como sordidez, que lo mismo ensalza o desgasta hasta la destrucción, una radio que, como en casi todos los oficios, funcionaba a base de mantener en la sala de máquinas a profesionales templados, inquebrantables, todoterreno, válidos para todo, vocacionales hasta el tuétano y capaces de doblar o triplicar jornada aunque el sueldo sea la mitad.

Así era Radio 3, la que escuchábamos Jesús y yo cuando éramos (más) jóvenes, (igual de) felices e indocumentados, en 1984, en nuestro ático del maravilloso barrio de Sant Andreu de Barcelona. Radio 3 era la radio de la cultura y la música por excelencia. Nuestra radio.

La música de esta noche me teletransporta otra vez 30 años atrás, a las mañanas de un verano en el que descubrí el mejor programa de radio de la época, Tiempos modernos. Lo presentaba Manolo Ferreras y le acompañaban Javier Rioyo y el desaparecido Fernando Poblet, que en esos tiempos de democracia tímida hablaban con un descaro y una alegría hoy en día impensable. Radio 3 era entonces el altavoz de la movida madrileña y Tiempos modernos parecía su salón de visitas: música, entrevistas, libros y cotilleos de la tribu. Un programa a veces genial, a veces irreverente, a veces surrealista, pero siempre auténtico, crítico e iconoclasta.

Era principios de los ochenta, el país parecía cambiar muy rápido y todo simulaba ser tan joven como las noches llenas de música y de bares. Éramos protagonistas de un presente que parecía brotar con facilidad y alegría, después de tantos sustos, liberado de militancias austeras y de militares adustos, de sabidurías, de edad. Como sí el futuro ya estuviera allí y hubiera que devorarlo muy deprisa. Mientras la prosa de Poblet se expresaba en un barroquismo cheli, la voz de Manolo Ferreras era perfecta para narrar ese presente tan líquido, para sostenerlo y darle coherencia, para contar sus historias con un punto literario que las refería a otros ámbitos no tan compartidos ni conocidos.

Y así llegamos al tema de hoy Here, there and everywhere la sintonía de una sección de Fernando Poblet en Tiempos Modernos. "Contra la modernidad", creo que se llamaba. Sea este post un homenaje a ese elenco de bellacos "cero en conducta" que mostraban en sus textos y en sus programas, caminos no trillados, perspectivas lúcidas, una actitud vital nada convencionales.

La canción fue escrita por Paul McCartney justo después de quedar impresionado al oír por primera vez la canción God only knows de los Beach Boys . Inspirada en su novia Jane Ashe, fue la penúltima canción, en orden de grabación, del inigualable LP "Revolver". Se grabó entre el 14 y el 17 de junio de 1966.

Como la mayoría de los temas de The Beatles, Here, There and Everywhere se hace muy conocida por su tonalidad agridulce, por su armonía y por su sutil arreglo. Aunque simple, contiene una melodía muy dulce que junto a la interpretación la hacen una pequeña obra maestra. Fue McCartney, que siempre ha dicho que es uno de sus tema preferidos, quien mencionó en la serie de radio de 1989, McCartney On McCartney, que el comienzo de la canción con los coros de "ooh-aah" en el fondo, estaba planeado para tener un sonido como el de los Beach Boys. Fijaros, además, que Here, There and Everywhere  presenta uno de los rangos vocales más altos de McCartney; él mismo dijo en su autobiografía que de hecho estaba tratando de cantarla al estilo de Marianne Faithfull.


Tenemos que reconocer que toda la música que podríamos incluir dentro de los amplísimos epígrafes del pop y del rock se basa en un esquema primario y repetitivo. A mí eso no me parece una limitación, sino parte sustancial de su encanto. Pero es un hecho que la inmensa mayoría de las canciones se construyen con líneas de tres o cuatro acordes que luego presentan variaciones, más o menos importantes, en los puentes o en los estribillos (los cuales, a su vez, son líneas igual de esquemáticas).  Sin embargo, Paul construye aquí una melodía infinita, con unos cambios de acordes inesperados y escalofriantes. 

Cuenta la historia de la canción que Paul fue a casa de John Lennon y mientras esperaba a que se levantara, al lado de la alberca empezó a trabajar la canción.  Me senté al lado de la piscina con mi guitarra y empecé a tocar, poco después ya tenía algunos acordes. Para cuando me había despertado ya tenía casi terminada la canción, entonces entré y la terminé.

McCartney asegura tener un demo/borrador de la canción que data de marzo del 65, justo cuando se estaban grabando parte de la película Help! en Austria. La grabación de la canción llevó tres días. El 14 de junio de 1966 los Beatles grabaron cuatro tomas; solo la última de esas fue completada con las voces.

Las armonías estaban compuestas por Paul, John y George y fueron arregladas por George Martin quien fue algo modesto en su contribución: Las armonías en esta canción son muy simples, solo tríadas básicas que los chicos tarareaban desde atrás, algo fácil de hacer. No hay nada muy inteligente, sin contrapunto, solo mover las armonías. Muy fácil pero muy eficaz.

El 16 de junio grabaron las tomas de 5 a 13 de la pista de sonido, la última de estas fue considerada la mejor. En ésta se incrementaron las armonías vocales con la voz de Paul y el bajo. Al día siguiente Paul dividió en dos pistas la voz principal. La canción estaba completa.

El cuarteto interpreta de esta forma la el tema: John Lennon, guitarra rítmica, coros; Paul McCartney, bajo, voces, coros; George Harrison, guitarra, coros; Ringo Starr, batería, maracas.

Notables intérpretes han versionado Here, There and Everywhere pero EmmyLou Harris le da a esta preciosa canción de amor un tono tan maravilloso que se mete hasta la médula.

 

Son tantas, tantísimas las versiones que se han hecho de este tema que no tendría tiempo de compartirlas todas. Continúo con la versión instrumental de José Feliciano, a ver hasta dónde vamos a poder llegar.


Hace un par de años Roberta Flack regresó con fuerza atreviéndose con un álbum de versiones de The Beatles (Let It Be Roberta: Roberta Flack Sings The Beatles). Ahí es nada, porque ella sabía que luchaba contra el fantasma de canciones eternas, grabadas a fuego en el inconsciente colectivo. Pero consigue salir airosa del empeño trabajando cada tema con nuevos ritmos y arreglos contemporáneos. Here, There and Everywhere lo hace suyo llevándolo al terreno del jazz y convirtiéndolo en un lamento íntimo. Preciosa.


Sigamos con esta rara grabación de 1966 de John Denver, una interpretación grabada en "John Denver Sings" un disco hecho por John Denver para sus amigos como un regalo de Navidad. Sólo existen 250 copias de este álbum. Especial.


Otros famosos intérpretes han versionado "Here, There and Everywhere" incluyendo, Sarah Vaughan, George Benson , Céline Dion (para un disco tributo a George Martin/Beatles), Bobbie Gentry, Camilo Sesto (en su primer álbum en idioma inglés),  The Lettermen,  Perry ComoRita Lee-HereClay Aiken,  Sissel , Olivia Ong, Andy Williams y algunos más. Pero antes quiero que disfrutéis una versión alternativa, la toma 13 de la grabación del tema y una interpretación de Paul en solitario. Interesantes.


Ahora sí. En el próximo recopilatorio encontraréis versiones de todo tipo, lentas, rápidas, masculinas, femeninas, orquestales, de concierto... Son muchas pero desde mi punto de vista todas tienen algo que las hace especiales. La hora de más me ha permitido que sea una lista más larga de lo habitual. Espero que, si llegáis hasta el final (difícil propósito) las disfrutéis como he disfrutado yo escuchándolas. Y si no, al menos ¡tenéis dónde elegir! :)


Pero no quiero despedirme sin volver a hablar de radio, de Radio 3. Es curioso que fuera la derecha que gobernaba entonces la que propició el embrión del que resultó esa emisora de radio. Y lo paradójico, que fuera un director "socialista", Eduardo Sotillos, quien afirmara sospechar de “tanto maricón y tanta cultura” que había en la emisora y quien pronunció la frase lapidaria: “Cuando escucho Radio 3 me entran ganas de hacer lo que Goebbles cuando oía la palabra cultura”. Estos socialistas siempre tan progres...


lunes, 20 de octubre de 2014

Vino, música y poesía

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa

exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.
(Jorge Luis Borges) 

Un vino en los labios es un beso. No hay vino vano porque no hay beso malo. Hay buenos y mejores. Aunque el vino a veces tiene una lectura siniestra, (el vino es lo que embriaga, marea, te hace perder el control), a mi me gusta pensar en el vino como un camino a la lucidez, un camino que bien tomado nos puede llevar, como dijo Aldous Huxley, a las puertas de la percepción.

El filósofo húngaro Béla Hamvas, con una vida triste y miserable como víctima de la dictadura comunista, ha podido sonreír, disfrutar el placer del buen vino a la sombra de un nogal en las laderas de los volcanes extintos que custodian las orillas del legendario lago Balaton silenciosamente.

Su última obra filosófica concebida en la alegría iluminada, “La Filosofía del Vino”, sobrevivió a su autor y a las dictaduras comunistas y sobrevivirá a todas las dictaduras futuras porque trata de los más humanos estratos del ser humano. Panfleto contra los puritanos de todo pelaje (tanto ateos como pietistas) "La Filosofía del Vino" es también un entusiasta canto a la vida, en el que podemos descubrir la relación entre beber y vivir bien. Un texto lleno de humor que nos enseña que "la ebriedad no es otra cosa que la forma superior de sobriedad, la vida iluminada".

Vino y poesía casan muy bien. Grandes poetas han nombrado el néctar de Baco. Neruda le llama sangre de topacio, desordenado terciopelo, cántico del fruto; Juan Alcaide llama "caracolas sin mar, mas con marea" a las tinajas donde se guarda el vino; Baudelaire, vegetal ambrosía...

Alberto Cortez, el cantautor de las cosas simples (como Serrat) escribió una pieza justamente así titulada “El vino” apenas conocida entre nosotros, de entre las muchas que décadas atrás popularizara.




Mientras, su coterráneo, el destacado poeta y folclorista Armando Tejada Gómez, concibió el hermoso poema “El vino triste”, al que compuso una preciosa melodía el cubano Amaury Pérez.


Ya tenemos juntos al vino, la poesía y la música...

El vino encierra un sugestivo y complejo mundo de aromas, gustos, y sensaciones táctiles. Pero también un universo sonoro. Porque el vino es música líquida. Como en ésta, es el reino de la armonía. Existe en el tiempo, mientras se degusta o mientras se escucha. La riqueza aromática de un gran vino solo puede compararse a la riqueza tímbrica y armónica de un conjunto musical (dúo, terceto, cuarteto, cámara, sinfónica). 

El vino, como la música, tiene una línea horizontal, melódica, que se corresponde con sus aromas, y una línea vertical, armónica, que se manifiesta en la experiencia palatal. El vino, según discurre lentamente por nuestra boca va expresando su melodía en un juego plurisensoriral que emociona al tiempo que nos transforma.

Compositores de todos los géneros, líneas y tendencias han libado en el célebre líquido para emitir sus mensajes románticos, desgarradores o anclados en la esperanza, pero sobre todo aquellos que tienen en el despecho y la pena del profundo (des)amor sus  armas expresivas dominantes.

Sin intentar en absoluto agotar una lista de seguro interminable, recordemos que prácticamente todos los grandes artistas han sucumbido a la tentación de grabar una canción sobre el vino, desde los Rolling Stones, Woody Guthrie, Paul Anka y Jerry Lee Lewis, a The Who, The Band o Elton John.

Pero yo quiero empezar por Libiamo ne'lieti calici (Brindis), el dúo más famoso de "La Traviata" de Verdi, uno de los fragmentos operísticos más conocidos mundialmente.


Al famoso brindis de la Traviata sumo este de "Marina", la zarzuela de dos actos de Arrieta versionada en ópera de 3 actos, con varias interpretaciones de A beber … . Por su calidad técnica  he escogido éste video de la interpretación de Roberto Alagna en el Centro de Bellas Artes de San Juan de Puerto Rico en 2004. (Siempre que lo escucho me acuerdo de mi padre)


Vamos a hacer una pirueta en el aire...
Con alma de blues y corazón de rock and roll, se presentaban los legendarios Derek and The Dominos de Eric Clapton, en ese santuario del rock llamado Fillmore East de Nueva York, aquellas célebres noches del 23 y 24 de Octubre de 1970. Sin embargo, este disco se lanza luego de la disolución de la banda y en un momento muy difícil en la vida personal de Clapton en la que estaba luchando contra la adicción a las drogas y el alcohol. En Bottle of red wine la referencia al vino está en todos lados, tanto en el titulo de la canción como en el coro que se repite incesantemente.


Two More Bottles of Wine (Dos botellas más de vino)  es una canción escrita por el gran Delbert McClinton. Fue grabada por Emmylou Harris en 1978 y rápidamente se convirtió en un éxito superando las listas de Estados Unidos.


Sigamos con Red Wine de Woody Guthrie , uno de los más grandes poetas y compositores más importantes del siglo XX, del disco "Baladas de Sacco y Vanzetti" que incluye algunas de sus mejores canciones. Grabado entre 1946 y 1947, Guthrie elabora un documento histórico verdaderamente fascinante que sirve como una especie de prototipo para un álbum conceptual.


No podemos pasar por alto esta noche el séptimo arte, que también le ha dedicado infinidad de obras a los efectos del vino. "Days ofWine and Roses"es un notable drama, sincero en su planteamiento, que muestra como un matrimonio destruye sus vidas por el alcoholismo. Aunque patética y depresiva, su principal mérito es la actuación maravillosa del dueto: Jack Lemmon-Lee Remick, como la citada pareja. Quizás una de las mejores muestras del efecto devastador de la bebida, brindados por el cine. Y con una canción inolvidable (de título homónimo) de un inspirado Henry Mancini, y de lo mejor del director Blake Edwards, responsable de un veintena de buenos filmes.


Se hace tarde. Y la lista que tengo de temas dedicados al vino es larguísima, más de 100. No olvidemos, por ejemplo, que el marco ideal de las canciones tangueras y milongueras es el bar, donde una de las bebidas que más se consume es precisamente el vino; mientras esa suprema (y sublime) expresión del alma latinoamericana como es el bolero emerge de las vitrolas situadas en esos populares sitios donde la gente toma y conversa, y  a veces también, cuando los niveles etílicos ascienden, se pelea.   Pero, más allá de esos géneros, la canción popular de cualquier tipo, desde la balada a la copla o el flamenco, del pop al rock, de la salsa al merengue han acudido al vino como metáfora de un sentir.

Quizás otra noche hubiera elegido otros temas; quien sabe. Para acabar he estado dudando de cual elegir; pero al final me he decidido por uno de los 17 cortometrajes incluidos en el álbum de Joan Manuel Serrat “Hijo de la luz y de la sombra”, homenaje a Miguel Hernández en el centenario de su nacimiento. Cada uno de estos cortos, ha sido dirigido por algunos de los realizadores de cine más destacados del país. Isabel Coixet pone imágenes a la canción Tus cartas son un vino. Se cierra el círculo: vino, poesía, música... y cine.


El brindis del bohemio,
No escupáis a los beodos que perecen
aturdiendo en el vino sus dolores;
si odiáis a la embriaguez, odiad las flores
que ebrias de sol en la mañana crecen.
Los ojos de las vírgenes ofrecen
la sublime embriaguez de los amores,
y los besos son báquicos licores
al caer en los labios, estremecen.
Embriagada de luz, Ofelia vaga
en las sombras de un campo desolado;
el sacerdote en el altar se embriaga
con la sangre de Dios crucificado,
y el poeta mirando de hito en hito
la gran pupila azul del infinito.

Viñas de Anguix, el pueblo de Jesús, en la Ribera del Duero.

domingo, 5 de octubre de 2014

Brahms-Schumann: Dos Quintetos con piano

Veo cual es el camino que quiere seguir y puedo asegurarle que es también el mío,  la única posibilidad de salvación: la belleza”   Carta de Richard Wagner a Robert Schumann el 25 de febrero de 1843, a propósito del Quinteto, Op. 44.

Un cuarteto de cámara es como una botella de buen vino: el primer violín es la etiqueta, lo que define el vino. El chelo es la botella, el contenedor que todo lo recoge, todo lo sostiene. La viola y el segundo violín son el vino en sí.

En un cuarteto, el primer violín es el protagonista, el instrumento que suele tener la melodía; es el más agudo y el más reconocible por el público. Si no tuviera el apoyo del bajo que es como los cimientos, la base, la estructura musical se caería. La función del chelo es acompañar, llevar la música desde abajo hacia donde tiene que ir. La viola y el segundo violín son como los mediocampistas que van repartiendo juego, las voces interiores que dan sentido al cuarteto. Con ellos se interpreta la música de cámara, ese mal llamado género pequeño pero en el que  se encuentran los mayores tesoros escritos por compositores como Beethoven, Brahms, Schubert, Schumann o Shostakovich. Si esta estructura instrumental la convertimos en un quinteto añadiéndole un piano con toda su riqueza sonora podremos gozar de unas de las piezas más maravillosas de la música clásica.

Una noche del mes de mayo escuché en la radio que la música de cámara es el género más “democrático” porque  no apabulla haciéndote sentir pequeño, como las grandes orquestas, no hay batalla de egos entre directores e instrumentistas y es una armónica manera de “debate y discusión” entre músicos al mismo nivel. Quizás por ello me sumergí en ella la noche post electoral, a la espera de los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, después de haberme sumido en la depresión ante la abstención comprobada. Pero no quise que la depresión tiñera la belleza y las emociones que los compositores que esta noche me acompañan nos querían transmitir. Así que esperé a que se diera el momento adecuado.


La caída de la tarde me ha llevado de cabeza a ella. El otoño es estación húmeda y aún cálida. El ambiente ideal para el arrastre por el vapor; para suscitar emociones que resucitan hojas caídas, hojas muertas de nuestro pasado, vivencias no del todo olvidadas, aunque conscientemente llevadas hasta la noche fría del olvido.
Unir en un mismo post los nombres y las músicas de Robert Schumann y Johannes  Brahms no necesita especial justificación ya que pocas veces en la historia de la música un joven compositor ha sido saludado tan efusivamente como Brahms por Schumann. La amplia amistad que el joven de Hamburgo mantuvo a lo largo de toda su vida con Clara Wieck (esposa de Robert muy pronto su viuda) y la fidelidad y defensa de la vida y la obra de su amado maestro son hechos que resaltan la compenetración de músicas tan íntimamente unidas y, sin embargo, tan diferentes. Ambos son Amor y Arte pues la cuna del romanticismo es germánica por muchas razones, pero la principal es el giro que la música dio en aquella cultura a comienzos del siglo XIX. Ningún arte podía expresar sentimientos, movimientos del espíritu, como la música.


Quinteto en Mi bemol mayor para piano y cuarteto de cuerdas, Op. 44, de Schumann

1842 fue el año de la "música de cámara" de Schumann, después de un estudio intensivo de obras clásicas compuso tres cuartetos de cuerda, un cuarteto para piano y piezas para trío de piano. Además, Schumann compuso con la mayor riqueza y libertad de que era capaz, el Quinteto en Mi bemol mayor para piano y cuarteto de cuerdas.  Era la primera vez en la historia que alguien utilizaba esta composición instrumental desde Brahms y Dvorak, hasta César Franck, Fauré, Granados o Shostakovich.  Schumann lo dedica a Clara, excelente pianista y compositora, su amada sobre todas las cosas desde aquel día del año 1835 en que la oyó decir cosas sensatas y vio brillar en sus ojos "un secreto y profundo rayo de amor". Creo que gracias a ese amor, nunca escribió nada mejor que su Quinteto para piano, una de las creaciones más perfectas de la música occidental.


El Quinteto fue acabado en octubre de ese año. Cuando se hizo su estreno en privado, el 6 de diciembre de 1842, Clara no se encontraba bien de salud y fue Félix Mendelssohn quien leyó a primera vista la parte del piano (está de más decir que era un pianista prodigioso) quedando admirado por la obra. Un mes después, el 8 de enero de 1843, se hizo la presentación en público esta vez sí ejecutado por Clara. La obra fue publicada en septiembre de 1843. 

Esta obra tiene mucha significancia para ellos pues dentro del trío del Scherzo, Robert incluye parte de un Romance que Clara había compuesto y que le había dedicado. Sin duda el Quinteto en Mi bemol mayor supone uno de los momentos más altos de aquella inmortal historia de amor, al principio contrariado por la oposición del padre de la novia. Pero hasta fue útil para forzar una reconciliación entre suegro y yerno. El viejo profesor Wieck, desde su soledad en Dresde, invitó a Clara a comienzos de 1853, pidiéndole que le llevase la partitura del Quinteto. Cuando la leyó envió a Schumann una carta encabezada por la frase latina "Tempora mutantur et nos mutamus in eis" (Los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos) y donde, por vez primera firmaba "tu padre". No es vano decir que el Quinteto conmemora los dolorosos cuatro años y medio en los que el padre de Clara prohibió a los dos casarse.

Os invito, pues, a que os suméis a la ceremonia que se estaba celebrando, interpretada por Martha Argerich; a que sintáis cómo de la lentitud deliberada se pasa a la viva emoción de la música, una emoción que se traspasa a quién la escucha.  Y, desatados, llegaréis al allegro final que hace rogar que aquello no se acabe, como sucede cuando sentimos vivamente una emoción auténtica. Gozad de este maravilloso momento porque la emoción del arte como cualquier emoción es frágil y poco duradera. No podemás más que conformarnos, porque en ello estriba su esencia.


Quinteto en Fa menor Op. 34 de Brahms


El siguiente quinteto de esta noche es uno de los monumentos camerísticos de todos los tiempos, el Quinteto en Fa menor Op. 34 de Brahms en el que el compositor se alza impetuoso, desigual, sinfónico, robusto, majestuoso, implorante... y por esas fortificaciones sonoras caminan personajes cambiantes.

Brahms cultivó la música de cámara, con piano y sin piano, durante toda su vida llevando a cabo una incansable actividad camerística, sobre todo si tenemos en cuenta la tremenda criba a la cual sometía este tipo de composiciones. 

Se sabe que destruyó muchas partituras de cámara y en el origen mismo del Quinteto en Fa menor, Op. 34 encontramos una de ellas. En efecto, el Quinteto Op. 34 pasó por diversas vicisitudes antes de llegar a ser lo que es. La versión original comenzó en la primavera de 1862. La forma definitiva quedó coronada en 1864, y en 1865 se estrenó luego de una turbulenta sesión en la que Brahms en persona, el director Hermann Levi y el violinista Ferdinand David copiaron las partes para cuerdas, mientras el compositor utilizó un boceto a lápiz para la parte de piano. Entre las dos versiones existe una tercera, para dos pianos, que Brahms conservó y continuó gustando como realización alternativa de sus ideas musicales.

El caso es que Clara Schumann criticó la "monotonía" de esa versión intermedia, y esto pudiera haber decidido al autor a recrear la obra como Quinteto con piano. Por otra parte, cabe también la hipótesis de que Brahms hubiera comenzado ya la versión para cuerdas y piano al mismo tiempo que escribía aquella concebida como sonata a dos pianos.

Dejaos llevar por el motivo del semitono y su imperio secreto; por el tema serpenteante/ondulante, los imponentes acordes del scherzo, por el desequilibrado Finale, con su Introducción wagneriana.