lunes, 24 de diciembre de 2012

El jazz y la Navidad

Porqué hay standards que nos ayudan a sentir que, a pesar de todo, llega la Navidad.

ANGELUS
Quién me iba a decir que el destino era esto

Ver la lluvia a través de letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.

Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.

Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.

Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.

Pobre. El Jesús de la Biblia (hay que ver la que se ha liado para poder justificar que una mujer tuvo un amante) era pobre. Pobre como tantos y tantas abocados a la miseria por la avaricia del capital. ¿Cuántos brazos cabrán en las interminables mesas de los comedores sociales esta Navidad? ¿Cuántos niños con el estómago vacío y sin regalos? Hay momentos en los que no puedo evitar echarme a llorar.

Tengo que reconocerlo, adoro la Navidad. El pesebre (Belén, le decíamos en mi casa) es el cordón umbilical de la niña que fui, lo mejor de mi infancia, sin duda. Las horas que pasé junto a mi padre, un artesano de la marquetería, montándolo... los paseos a la riera a por musgo, arbustos y piedras... el papel de embalar, la pintura a la "cola de pescado" hirviendo en una lata de tomate de medio kilo sobre un hornillo (no se podía dejar enfriar que enseguida se solidificaba)...los polvos de pintura ocre, marrón, verde, blanca, lila, azul, roja, amarilla, y su habilidad para hacer aquellas maravillosas montañas de cartón piedra (fue fallero en Valencia y se le notaba el arte)... el agua del río (de verdad) con cascada, pozo y lago donde se bañaban los patos y lavaban las lavanderas. El portal, verdaderas filigranas, una obra de arte con telarañas y todo, hechas con pegamento Imedio... el castillo de Herodes a partir de una caja de puros... las casas del pueblo, que hoy adornan mi "Belén" , de estilo árabe con cúpulas de tapones de champán (entonces no había cava). Todo pintado con tal esmero que parecían de verdad... envejecidas por el tiempo. Y las luces. Las casas, el portal, el camino, el fuego de los pastores, la Anunciación ¡con luz propia!  Ver a mi hija vivir esa ilusión ha sido un regalo de Reyes adelantado. ¡Merry Christmas, Ainhoa!

Merry Christmas, Baby de Lou Rawls

La Navidad tiene música, no hay nadie que lo dude. Apenas aparecen en el calendario los primeros días de diciembre, es música de Navidad, entrañable. La música navideña nace muchas veces de manera anónima, con unas raíces populares en su gran mayoría y de ahí  surgen todo tipo de versiones. También han habido grandes compositores que han dedicado obras a la Navidad; así encontramos conciertos y oratorios de gran calidad. Pero el encanto de la música de Navidad no está tanto en su mayor o menor calidad musical sino en los sentimientos que suscita en cada uno de nosotros. Para los amantes de la buena música nada supera la sensación borrosa caliente que se obtiene de las clásicas canciones navideñas cantadas por los cantantes clásicos del jazz. Clásicos y contemporáneos que se han acercado a la interpretación de la música de la Navidad.

Como este clásico The Christmas Song (Castañas asadas en fuego abierto) de Nat "King" Cole, una grabación de 1946 que es considerada por muchos como la lectura definitiva del tema. La cálida voz de Cole ahuyenta el frío invierno.

La vida de Duke Ellington es la historia viva del jazz, desde los remotos tiempos del ragtime a las variopintas fusiones de los años setenta.  “La música es mi amante” fue el título de su autobiografía. Por ello no podía faltar en esta selección con su particular adaptación de Jingle Bells junto a su orquesta.
 

Have Yourself a Merry Little Christmas es una canción introducida por Judy Garland en el musical de 1944 “Meet Me in St. Louis” Esta versión de Ella la Primera Dama del jazz, tiene un estilo sin igual. Su swingin Christmas suena alegre, sincero y divertido, un poco de aire fresco para esta Navidad. 

Frank Sinatra más tarde grabó una versión con letras modificadas, que se ha vuelto más común que el original. La canción fue escrita por Hugh Martin y Ralph Blane.

Seguimos para bingo en esta selección (que podía haber sido otra) de standards del jazz para Navidad. A continuación Diane Reeves con su Christmas Time Is Here, una canción popular escrita  por Vince Guaraldi en 1965 para el “Charlie Brown Christmas Special Intitally” En orígenes  era un tema instrumental, pero Guaraldi añade la letra en el último minuto.

Para acabar, Christmas in New Orleans del inconmensurable Louis Armstrong que consigue expresar el ambiente musical de Nueva Orleans en los años 20, un encuentro con el nacimiento del jazz clásico. Fue en ese lugar y momento cuando una sencilla música popular se transformó en una elaborada forma de arte musical de considerable sofisticación, gracias a la influencia directa de las innovaciones ideadas por Armstrong, considerado desde entonces una de las figuras de referencia en la historia del jazz.

Nada más. Me despediré como los compañeros de la marea blanca: FELIZ SANIDAD Y PÚBLICO AÑO NUEVO.

25 de diciembre

Mi querido amigo Miguel Sagües, amante de jazz y enamorado de la Navidad como yo nos propone el clásico O Tannenbaum en versión de Vince Guaraldi Trio. Vince no tenía ni idea de lo importante que su música sería para las Navidades de la cultura occidental cuando gravó estos temas  a finales de los '60'.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Enrico Rava Quintet

Cuando la melancolía tiene tanta fuerza como la propia existencia.

Hace días que quiero escabullirme. Giro en torno a la nada una y otra vez, intentando escapar. Quisiera tener la mente en blanco, lejos de la ciénaga y las batallas. Quisiera bajar hasta el mar y buscar un poema que perdí. Sé muy bien de qué huyo. Y vosotros también lo sabéis.  



EL MAR
(Pablo Neruda)

NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.
Lo que antes me enseñó ¡lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Pero de repente Jesús me indica y... escucho una trompeta; un quejido de una técnica interpretativa sin igual,  una música llena de matices y sugerencias. Y siento cómo su soplo se instala como un manto, como una fina capa que me recubre.


El tema se llama “Mi retorni in menti” (De vuelta en mi mente) del maravilloso trompetista Enrico Rava que con Gianluca Petrella al trombón, Giovanni Guiudi al piano, Gabriele Evangelista en el bajo y Fabricio Sferra tomando las baquetas ayudan a Enrico en la tarea de poner en pie sus sublimes temas. Me atrapa la transparencia de su sonido, la claridad de su fraseo, y porque es un artesano de lo simple. Cerrad los ojos, dejad la mente en blanco, veréis que su capacidad narrativa es proverbial. Esa trompeta es capaz de evocar los más distintos ambientes, surcar la realidad de las calles o instalarse en algún lugar del sueño. 


Si algo caracteriza a Rava es su sonido: cálido, redondo, flexible.  Parece como si los músicos se hubieran puesto de acuerdo en ofrecernos la dimensión más humana de la música. Este “Ters For Neda” o “Garbage Can Blues”  tienen algo de soliloquio.


Enrico Rava Quintet, con ese sonido cuidadosamente elaborado, puede sonar en una dimensión extática o difuminarse en la luz de un cuadro urbano de George Wesley Bellows, hasta llevarnos a “Certi angoli segreti” (Ciertos rincones secretos)



La fuerza de su música está en la recreación de mundos, relatos cortos por los que deambulan personajes enigmáticos, un tanto cortazianos. Estamos ante un lenguaje que es, sobre todo, pregunta. Como las que muchos nos hacemos constantemente.

9 de diciembre
Xavier Perarnau, un amigo facebookero amante de la filosofía, las letras, las artes y la música nos hace esta propuesta “Las palabras y los días”, nombre pavesiano donde lo haya….  Es maravillosa la sonoridad de la trompeta, su fina emisión, su lento trazo, la austera belleza de un recato sin embargo ardiente, su un tono lujuriosamente. Me encantan las breves y emotivas explosiones del registro agudo.