viernes, 29 de julio de 2016

Edward Elgar / Jacqueline du Pré.

Concierto para Cello y Orquesta: El drama entre la vida y la muerte

Por ejemplo, garabatear en un folio dos más dos igual a cuatro. Parece sencillo. Después abrir la ventana del patio interior, auscultar la felicidad de los vecinos, hacer una bola con el papel, lanzarla y ver cómo se precipita al vacío. Esconderse en el armario, detrás de las cortinas y debajo de la cama. Por ejemplo, vivir en un mundo de ciegos. Chillar sola. Engañarse, creer que la vida es tan fácil como la suma de dos números enteros. Decir buenos días en el ascensor. Intentar sonreír. Poner un vaso para atenuar goteras. Tener un hijo, escribir un libro, plantar un árbol. También abrir el frigorífico y no encontrar comida. Por ejemplo, pensar en el ruido que hace una llave cuando penetra en la cerradura. Oír el deambular de unos pasos que se acercan. Cerrar los ojos y dejar de respirar. Odiar hasta la extenuación. Cada día. Cada noche. Tener que levantarse todas las mañanas impregnada de mansedumbre. Sucia. Por ejemplo, vivir en un mundo de sordos. Arañarse. Desertar, huir. Lejos. Muy lejos.

No me mires así. Telefoneó mi hermano para decirme que mi padre había muerto. Para siempre. Luego apagué la luz e intenté conciliar el sueño.

 (Secretos.  Microrelato de Xavier Blanco en “Todo es mentira. Y sin embargo” de Talentura Libros)

Edward Elgar es reconocido, quizás, como uno de los más importantes compositores ingleses. Durante su vida, desde la fama de sus célebres “Variaciones Enigma” en 1899, fue un ícono de la música inglesa, habiendo recibido casi todos los honores existentes. “Los árboles cantan mi música, o será que yo canto la música de los árboles”, anotó en la primera página de su “Segunda Sinfonía”. Y es que Elgar siempre se inspiraba en la naturaleza, de ahí sus composiciones vitales, alegres, positivas.



Sin embargo, el Concierto para Cello y Orquesta es una obra aparte, compuesta por un hombre solitario, viviendo en un momento de crisis personal en el cual sus criterios artísticos habían sido alterados irreversiblemente. Una importante intervención quirúrgica, los problemas de salud de su mujer, que siempre fue el amor de su vida y ser testigo del desastre de la Primera Guerra Mundial, le abocaron a una hipersensibilidad hacia la muerte. La obra fue estrenada el 27 de octubre de 1919, seis meses después falleció Alice, su mujer, y con ella también falleció la creatividad de Elgar. Después del estreno, el concierto prácticamente había pasado al olvido. Lo fue hasta la década de 1960 en que una joven violonchelista británica de nombre Jacqueline du Pré lo incluyó en su repertorio, colocándolo en su merecido lugar en la historia.

En este primer movimiento del Concierto, Elgar recrea la imagen de una obra escrita con el dolor del drama entre la vida y la muerte.


Como colofón de esta historia está la de la intérprete de esta noche, Jaqueline Du Pré, el ángel de la eterna sonrisa. Algunos músicos resisten el paso del tiempo. Sus dones y talentos para hacer música continúan mucho tiempo después de que hayan cesado en el ejercicio, gracias a grabaciones sonoras y visuales y a los recuerdos de aquellos cuyas vidas han tocado a través de encuentros personales y conciertos. Jacqueline du Pré es uno de esos músicos. ¿Qué había en su musicalidad que la hacía única? ¿Estuvo ella, tal vez, en el lugar correcto en el momento adecuado? La década de 1960 significó una revolución social y cultural en el que una forma más liberal, más amplia de pensamiento se convirtió en la norma. Du Pré, con su estilo extrovertido de tocar, encaja en este nuevo ideal. Como Daniel Barenboim dice de ella, "Jaqueline era tan libre, emocional y sin preocupaciones que tal vez ella representaba lo que muchas personas en Inglaterra deseaban ser, pero no acababan de lograrlo”

Con total justicia, cellista ocupa un privilegiado lugar en el mundo de los mitos musicales. Aunque su carrera y su vida fueron truncadas por la esclerosis múltiple, que acabó con su vida a los 42 años, sus discos han continuado triunfando por encima de su desaparición, creando así una muy merecida leyenda.

El año pasado se cumplió medio siglo de su grabación con Sir John Barbirolli y la Orquesta Sinfónica de Londres de la obra que esta noche nos ocupa. A lo largo del tiempo, el Concierto para Cello de Elgar tuvo geniales interpretaciones, pero quizás ninguna de la calidad y fuerza como la que grabó en 1965 la cellista inglesa Jacqueline Du Pre.

 A la hora de interpretar el Concierto, el sentido de la nostalgia y anhelo presente en la obra puede adquirir una nueva dimensión cuando se considera que la enfermedad debilitante que acabó con su vida estaba a la vuelta de la esquina. Pero tal vez hay un peligro en la visualización de los logros musicales de du Pré a través del prisma de la tragedia. Como dice el mismo Barenboim "La gente trata de valorar su importancia musical en relación con su enfermedad, pero estoy absolutamente seguro de que hubiera preferido ser conocida por su música”

En vano llevo mucho tiempo tratando de encontrar una pista, un motivo, una  razón, para explicar por qué Jaqueline du Pré tenía, y sin duda sigue teniendo, tal influencia sobre músicos y amantes de la música por igual. Pero hay cosas que no se pueden explicar, que sólo  son.

Cincuenta años después, la grabación que selló la reputación de du Pré como pionera del “Concierto para Chelo y Orquesta” de Elgar sigue siendo tan visceral y sincera como siempre. "Se trata de una actuación totalmente comprometida", escribió el crítico británico Trevor Harvey en su revisión. "Y aunque cada frase es la perfección, la interpretación es fuerte en su concepción global de cada movimiento."


Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. Boas noites. Bonne nuit.

domingo, 10 de julio de 2016

John Mayall

El padre blanco del blues

John Mayall es un músico tremendamente admirado por todos sus colegas a los dos lados del Atlántico. Lógico ya que, verdaderamente, es un genio: guitarrista, pianista y cantante, leyenda viviente del jazz blues y uno de los mejores ejecutores de armónica de la historia. Como vemos, bastante completo, el hombre. Un tipo sencillo, de ideas sencillas, amante de la experimentación y la libertad musical, que fue capaz de dejarnos discos emblemáticos y muy innovadores para su tiempo.


“No imagino mi vida fuera de la música, ni siquiera sé a qué me habría dedicado", explicó en 2014 al programa de la SER “Sofá Sonoro” con motivo de su gira por Europa celebrando sus 80 años, la manifestación más reciente de un impulso que no ha frenado desde 1964. En ese entonces, Inglaterra contaba con numerosos coleccionistas de discos de blues, pero ningún intérprete. John Mayall fue el primer británico que llevó el amor por esta música a un plano casi físico. Cuenta la leyenda que descubrió entre los tesoros de su padre algunos viejos discos del cantante de blues Leadbelly, aprendió por su cuenta a tocar la guitarra y al cumplir 30 años ya tenía su propia banda, a la que llamó The Bluesbreakers.

Así, con más de 50 años en activo, es la gran figura central del blues británico; a su alrededor han pasado centenares de modas y estilos, pero él ha sido siempre fiel al blues, eso sí, en cada momento ha sabido afrontarlo con diferentes enfoques, agregando nuevas dimensiones a su música. 


El nombre de John Mayall es inseparable al de su banda, los Bluesbreakers, una formación con innumerables transformaciones a lo largo de su historia, tanto de personal como de instrumentación; muchos de estos cambios fueron motivados por músicos que formaron o se unieron a grupos como Peter Green, Cream, Fleetwood Mac, Free o The Rolling Stones


En 1966 ve la luz “Bluesbreakers with Eric Clapton”, un disco con el tiempo se ha convertido en uno de los esenciales para reconstruir la historia del blues-rock de a mitad de los 60.  A menudo, cuando escucho este disco no puedo dejar de preguntarme: Si el multinstrumentalista John Mayall es considerado el padre del blues blanco británico, ¿qué es, entonces, Clapton? porque hay que decir que uno de los mayores aciertos de la vida de John Mayall, fue haber conseguido a Eric para la formación de los Bluesbreakers. La verdad es que todo el disco es fabuloso, un real banquete de blues y primer gran disco de guitarra de Eric. De aquí a la eternidad. El tema más famoso, sin duda, All Your Love es una fulgurante versión del gran Otis Rush. Cuenta con un bello trabajo de guitarra, un fabuloso doble punteo de Eric, uno de los riffs más conocidos del blues. Escuchad, escuchad, que vale mucho la pena.


Entre 1969 y 1971 publica cuatro discos históricos, porque son las obras maestras de su larga carrera y porque después de casi quince años de tocar el blues en su forma tradicional, decidió incorporar innovaciones que pintaban para producir toda una revolución del género.  Turning Point (1969), marcará su punto álgido de popularidad. En este LP, grabado en vivo en el Fillmore East de Nueva York el 12 de julio, John presenta la novedad de prescindir de la batería. Mayall, teniendo como base las estructuras y los instrumentos del blues, les da otros tiempos, otros ritmos e incorpora un instrumento solista extraño en la música del alma negra, la flauta que, ejecutada magistralmente por Johnny Almond, añade al blues, ciertos toques jazzísticos o de la música de cámara.


Mayall pone lo de siempre, sus habilidades en piano, guitarra y armónica ¡nada más! y reforzado por Jon Mark en el acompañamiento de guitarra y por Steve Thompson en el bajo, despliega un generoso tour, por los paisajes apacibles y apasionados del blues, el jazz y las baladas campiranas, Almond por su parte, aporta el acento jazzístico con sus intervenciones magistrales en saxo y flauta, el formato de disco en vivo, le permite largos pasajes de improvisación con sus dos instrumentos.


Y a lo largo de la grabación, está el oficio y el amor del jefe en y por el blues, en el piano, ya sea acompañando o haciendo solos, en la armónica y en la guitarra líder.


Escuchar los últimos discos de John Mayall es una oportunidad de lujo para saber  hasta dónde ha llegado ese experimento que alguna vez Eric Clapton definió como "una escuela más que una banda". El veredicto es muy grato: la energía continúa fluyendo, sin duda por ese talento que tiene el padre del blues blanco para reinventarse a cada rato. No es la energía irrefrenable que lo llevó, por ejemplo, a grabar en 1968 Bare Wires Suite la canción más larga de la historia del blues (¡23 minutos!), sino una fuerza medida que hace de cada pieza una historia concisa, con suficiente drama y nervio. El primero de esos álbumes se llama “Padlock on the Blues” y cuenta con la presencia del legendario guitarrista John Lee Hooker.


          Luego viene el álbum “Along for the ride”, posiblemente el disco con más nombres en una carátula: John Mayall decidió invitar a 20 músicos y las canciones suenan como una auténtica fiesta de amigos.

 

Finalmente tenemos un disco llamado “Stories”. Es el álbum de los 70 años de John, pero no hay asomos nostálgicos ni tristeza shakesperiana. En 1997 Mayall había declarado: "No me gusta el concepto de nostalgia, porque implica que uno está viviendo más en el pasado que en el presente", pero aceptaba a la vez que suele ser autobiográfico en sus temas. Por eso el oyente se encuentra con letras que abarcan una mirada amplísima, desde un homenaje a su ídolo de infancia Leadbelly (toca la misma guitarra de 12 cuerdas que él tocaba) hasta una voz de aliento a los jóvenes que actualmente se dedican al blues.

El instante cumbre es una especie de testamento a ritmo lento que aparece al final del disco. Una vida no puede resumirse en una canción de ocho minutos, pero cada estrofa está entonada con la sabiduría de los años. John Mayall se despide, por ahora, cantando: "Mi vida ha sido un viaje y aun si pudiera no le cambiaría nada. En las neblinas del tiempo todavía resuenan los gratos recuerdos".


John Mayall aún no se ha retirado. Dicen que los músicos no saben jubilarse, quedarse en casa alejados de unos escenarios que les han bombeado cantidades ingentes de adrenalina. No sucede, no saben, no pueden. Los músicos mueren con las botas puestas.


Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. Boas noites. Bonne nuit.

Fuentes
http://historiasderock.es.tl/John-Mayall.htm
http://whttp://laguitarraenlaventana.blogspot.com.es/2013/09/blues-breakers-john-mayall-with-eric.html
ww.semana.com/imprimir/64363