Cierto día de 1972 en el sur de Francia, el
guitarrista, compositor y arreglista Simon
Jeffes sufrió una intoxicación por comer ostras en mal estado y en su
delirante sueño se imaginó como si fuera un pingüino regentando un pintoresco
local: "Veía habitaciones con
parejas que hacían el amor sin amor. También contemplé a personas que se
miraban en espejos. Y aunque no eran muy comunes, observé filas de ordenadores.
Un ojo electrónico lo observaba todo. Me parecía una pesadilla que anunciaba un
mundo antipático". No era una película de Kubrick, era el sueño
de Simon. Estas escenas sucedían en una especie de edificio lleno de pingüinos
semihumanos cuyo propietario sería él:
el Penguin Cafe. “Una locura sin
sonido. Todo desolado y en silencio. Al día siguiente, en la playa comencé a
escribir un poema -yo que nunca escribo- que comenzaba: Soy el propietario del
Café de los Pingüinos”
A partir de
entonces, Simon decidió “regentar” el Café del Pingüino, con un objetivo:
demostrar lo importante que es en nuestras vidas dejar entrar cualidades como
la espontaneidad, la sorpresa, el azar, lo inesperado y lo irracional. Para
ello reunió un grupo de excelentes músicos, la mayoría como él con amplia
experiencia en clásica y jazz, y se lanzó a componer armonías que mezclaban la
música culta y la tradicional, el jazz, el pop y los aires latinoamericanos.
Era una música deliciosa, de belleza difícil de describir pero fácil de
interiorizar, de ambientes oníricos, en la que todo era posible, suave,
relajante e intimista. El grupo, en realidad una especie de orquesta de cámara
contemporánea, se llamó Penguin Cafe Orchestra. Los músicos escogidos por Jeffes para su orquesta eran de lo más
selecto, los instrumentos desde violines, oboes y cellos hasta ukeleles,
órganos, guitarras y sonidos pregrabados, que otorgan un pequeño toque
eléctrico en esa enorme capacidad acústica.
Junto a Helen Liebmann (cello),
Gavyn Wright (violín),
Steve Nye (teclados), la
voz de éste último y de la escultora Emily Young, compañera
de Simon, en un par de temas (quien, por
cierto, fue la que dibujó todas las portadas de los álbumes) y el propio Simon
Jeffes a la guitarra eléctrica nació “Music from the Penguin Cafe” en el año 1974.
Brian Eno, siempre atento
a las propuestas originales, hizo posible esta su primera grabación con la
compañía Obscure
Records. Además del nombre de su
orquesta, el sueño marcó la decoración de las portadas de sus discos y no cabe duda que esta
experiencia patológica en su vida, condicionó e influyó su música y la de su equipo,
descubriendo una nueva forma de concebir e interpretar que le dio un marchamo y
seña de identidad a la Penguin Cafe Orchestra.
Imaginaos un concierto de Beethoven en el que, repentinamente, surgiese entre las líneas pentagrámicas un armonioso sonido
telefónico o una pieza renacentista en la que sonase la guitarra eléctrica.
Imaginaos una orquesta sinfónica que lograse fusionar la música clásica perfectamente,
acercarla a niños o demás labores que supuestamente les corresponden sin
necesidad de contratar payasos. Pues a todo ello, precisamente, se dedica la
Penguin Cafe Orchestra. Por ello es una orquesta de difícil denominación: world music de cámara con
grandes dosis de minimalismo
("minimalismo floclórico de cámara", según Jeffes), momentos experimentales, un
sonido ecléctico aclamado por los críticos (sí, también los de clásica) y
curiosamente apreciado en circuitos underground.
Nuestra música no está creada con intención,
pero no quiere parecerse a nada ni a nadie. Tampoco es comercial ni vanguardia.
Ni folclore primitivo. Es una música natural ejecutada por personas que,
simplemente, tocan. Que se preocupan por cada pequeño sonido". Les pusieron finalmente la etiqueta de new age, aunque
la irreverencia y el sentido del humor de Jeffes encajaran mal en tal
movimiento. La Penguin aportó frescura y saber hacer a un panorama musical cuyo
dominio se repartía entre el rock y el folk, y en el que el minimalismo solo
logró hacer mella durante un corto tiempo. “Nuestra música tiene dos sentimientos: mental y emocional. Es como si
el cuerpo y el cerebro llegasen al mismo lugar al mismo tiempo. Es esotérica
pero, al mismo tiempo, está abierta a todo el mundo. Es un secreto público."
Tres son sus piezas más conocidas: Music for a found armonium, Perpetuum Mobile y Telephone and rubber band, pero toda su corta discografía está llena de agradables y excitantes sorpresas.
Pero hay dos temas que me encantan especialmente: Prelude and Yodel i Paul’s dance
Aunque Air á Danser tiene un no sé qué…
Muchos admiraron
a Simon, un personaje genial y carismático que nos dejó en diciembre de 1997
víctima de un tumor cerebral, pero su legado continúa vivo. Su labor fue ingente, tocando
todos los extremos musicales, a pesar de no tener una discografía muy extensa
(8 obras más dos recopilatorios y una grabación de DECCA tan solo disponible
por Internet)
Para
despedirnos ya, esperando haber saciado vuestra curiosidad, os dejo con esta
maravilla. Piano Music, una pieza
compuesta e interpretada en 1982 por Simon Jeffes que se publicó por primera
vez en la recopilación de la Penguin Cafe Orchestra "Preludes Airs and Yodels" (1996).
Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト Buonanotte. לילה טוב. Oíche mhaith. Wengi alus.
Fuente
http://www.filomusica.com/filo32/penguin.html
http://huidadelmundanalruido.zoomblog.com/archivo/2009/05/23/la-Penguin-Cafe-Orchestra-Simon-Jeffes.html
Gracias Victoria una hermosa y reivindicativa entrada!Me ha encantado.
ResponderEliminarSi te digo que la música esta siendo para mi el mejor paliativo; no es exagerado.
De nuevo mi gratitud porque traes matices esenciales en tus entradas que abren puertas no solo a la cultura sino al placer.
Un grandisimo abrazo fraternal.
Salud!
Animo.
Gracias a ti, Sonsoles. Te echaba de menos!
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