El icono de una generación
Pocos eventos
han levantado tanto mito, tanta leyenda como el Festival de
Woodstock, uno de los eventos más icónicos de los años 60, la cima de la
contracultura, la de aquellos jóvenes que tomaron a las bravas esa década
salvaje y agitada y que reclamaron una identidad propia a través de la música.
Woodstock fue
un festival caótico, que, a pesar de la leyenda, rozó la tragedia ya que reunió
a más medio millón de jóvenes que acudieron en masa desde todos los rincones de
los EEUU y al que muchos llegaron andando, abandonando sus coches ante el atasco de 30 kilómetros
que se formó con 120.000 coches que no pudieron llegar a su destino y que quedaron
desperdigados por cualquier sitio, como se hubiera pasado un tornado.
El Festival de
Woodstock cumple 50 años y está repleto de mitos y de leyendas, pero también de
música, la que pusieron estrellas como Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Joan Baez,
Joe Cocker, The Band, Santana… y un montón de artistas que pusieron la banda
sonora de aquellos años locos de finales de los 60, un elenco histórico en un concierto difícil de olvidar, casi tanto como de organizar.
La
entrada costaba 18 dólares y el público podía disfrutar durante los tres lluviosos
3 días que convertirían el lugar en un barrizal, de un festival que ha supuesto
un hecho histórico para el rock. Pero como durante las primeras horas se
derribaron las vallas, el público pudo entrar libremente al recinto,
convirtiendo el festival en un evento gratuito. El festival
comenzaba el viernes 15 de agosto, pero el miércoles, mientras montaban el
escenario, ya había más de 15.000 personas esperando. Una anécdota divertida es
que los organizadores, cuando vieron que aquello no lo podían controlar, que
necesitaban agua, víveres, llamaron al Ejército, que al ver que lo que había
era un montón de hippies se negaron a intervenir.
Con 34 artistas que pasaron por el escenario y un total de 500.000 espectadores Woodstock
rompió los paradigmas y se convirtió en algo más que un festival, se convirtió
en un símbolo de la generación estadounidense que estaba en contra de la
guerra.
1969 fue el
año que el hombre llega a la luna, que Nixon se convierte en presidente de los
EEUU, John Lennon y Yoko Hono se casan
en Gibraltar, The Who estrenan su ópera rock Tommy, Charles Manson asesina a
Sharon Tate, la guerra de Vietnam cumple 14 años y los campus universitarios
son un hervidero de protestas. Jóvenes
y adultos que estaban en contra de la guerra, indignados por el conflicto
bélico que desataba Estados Unidos en contra de Vietnam, catalogados como
hippies, esos fueron los asistentes a Woodstock. Pero durante tres días, hasta
arriba de marihuana y LSD, convirtieron una granja de 240 hectáreas en un
símbolo de paz y amor.
El festival,
pues, comienza el viernes 15 de agosto a las 17:07, con una hora de retraso
sobre el horario previsto. Richie
Havens que fue el primero en actuar, tuvo que alargar su repertorio porque
los siguientes en tocar no estaban listos. Su canción Freedom se
convirtió en un himno mundial.
El primer día el
Festival tuvo su perfil más folk, más de canción protesta. La reivindicación
contra la Guerra de
Vietnam cristalizó aquella noche en Joan Báez, que, embarazada
de 5 meses, cerró las actuaciones a la una de la noche y que dedicó a su marido
David Harris
que estaba preso por negarse a ir a la guerra. Junto con Jeffrey Shurtleff y Richard Festinger
(miembros de la organización Draft Resistance fundada
por el esposo de Báez), interpretó Drug Store Truck Driving Man, una canción
compuesta por Roger
McGuinn y Gram Parsons
de The Byrds. La letra se
dirige a un miembro del Ku Klux Klan. Fue dedicado al gobernador de California,
Ronald Reagan (pronunciado como arma de rayos), por Shurtleff. Agregó un verso
adicional para involucrar a la persona de Reagan. Un buen final para un primer día caótico y
agotador.
Pero antes hubo
otras actuaciones como las de Arlo Guthrie, el hijo de Woody Guthrie, que toco
minutos antes de la media noche, colocado hasta las cejas, y que por ello
repitió dos veces seguidas el mismo tema. Además, contó una historia muy
divertida sobre Moisés y los brownies. En esencia, la historia explicaba cómo
Moisés y los israelitas liberados, durante su éxodo de Egipto, comieron el maná
(brownies ácidos) del cielo, lo que les permitió cruzar el Mar Rojo, en lugar
de caminar a lo largo del fondo del mar después de que se separó. Lo que hace
el LSD…
La nota más
exótica, más mística, la dio a
las 10 de la noche, Ravi Shankar, tocando durante más de 40 minutos bajo la lluvia.
Su música no es la música de blues, folk o rock psicodélico habitual, la que se espera de
un festival de este tipo. La música india tradicional, adaptada por él y Alla Rakha
(nombre de nacimiento: Ustad Allarakha Qureshi), necesita una escucha cuidadosa. Quizás por ello fue más adecuada para el ambiente lisérgico del Festiva. Esta es una pieza de 21 minutos, la última de las tres que tocó, comienza lentamente
pero pronto se convierte en una interacción furiosa entre Shankar y Rakha con
increíbles improvisaciones.
Hemos hecho un
repaso al primer día del festival. Queda, sin duda, el plato fuerte. Continuará…
Buenas
noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇.
Boas noites. 晚安 Bonne nuit グッドナイト
Buonanotte. לילה טוב. Oíche mhaith. Wengi alus. Bones
nueches. اچھا شام Noson dda. Good night. Спокойной ночи. Guten Abend.
শুভ রাত্রি
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