Siempre que hablo de música minimalista no acabo de decidirme ni de recordar, si me gustaba y ahora me sigue gustando, si no me gustaba y ahora me gusta, si el olvido me lleva a no recordar lo que cierta clase de música significaba para mí. En el caso de Win Mertens, uno de los grandes del minimalismo mundial, en ello estoy. Pero, si lo pensáis, ¿qué más da? El minimalismo, una rama de la música clásica contemporánea que, con los años, ha terminado arraigando como estilo en sí mismo, no surge en absoluto como forma de aproximación al público en el momento de su génesis; pero hay que admitir como un hecho obvio que las obras de Steve Reich, por ejemplo, poco tienen que hacer al lado de las de Mertens a la hora de entusiasmar a audiencias heterogéneas.
Si apiláramos uno a uno todos sus discos (unos 70) desde el primero de 1982 “For amusement only” (un disco destinado a las máquinas de Pinball) hasta el último “Series of Ands: Immediate Givens”, alcanzarían la altura media de un niño de párvulos. El estilo del músico, aunque en continua evolución durante el transcurso de su prolífica producción, combina el minimalismo y el avant-garde, la polifonía y la experimentación musical, pero siempre preservando la melodía de las incursiones que realiza en los mundos que explora.
De él dicen que es "demasiado moderno" para los cánones de música clásica y "demasiado clásico" para los oídos más pegados a lo estrictamente contemporáneo. Aunque por encima de modas, nuestro músico de esta noche afirma rotundo que la música dirige su vida al completo, en todos sus aspectos y que está "al servicio de ella". Porque la música es un vehículo para llegar más allá, un elemento de trascendencia pura que nos invita a compartir, y por medio del cual Mertens desea reflejar la época que le ha tocado vivir. Yo, además, añadiría que con un sentido de lo romántico que atrae a los aficionados a la música seria y oyentes más convencionales.
Conocido sobre todo como compositor desde finales de los 70, Mertens es reconocido mundialmente por su obra Struggle for Pleasure, que fue elegida como música para los anuncios de un operador de telefonía. Al igual que en el mundo de la publicidad, sus composiciones también han sido protagonistas en desfiles de moda (los temas de su último disco han sido protagonistas de los desfiles de Dior). Sin embargo para mí lo más importante de este tema es que forma parte de la banda sonora de la película de Peter Greenaway, “El vientre de un arquitecto”, una película magistral. Aunque para públicos minoritarios, seguramente, creo que es una magnífica composición para una noche tranquila antes de dormir. El video, además, es precioso.
No podía faltar en mi espacio nocturno una actuación en directo. He escogido la de su fantástico álbum “What you see is what you hear” (Lo que ves es lo que oyes), grabado el 30 de septiembre de 2005 en el teatro De Roma, Amberes, y publicado en el DVD (2006). En esta ocasión Mertens dirigió un conjunto de 12 músicos compuesto por él mismo aportando voz y piano, un quinteto de cuerda (2 violines, viola, violonchelo y contrabajo) y un coro a tres voces blancas (2 sopranos, 2 mezzosopranos y 2 contraltos). El video os llevará a la parte 1 del concierto. Hay 32, el concierto completo. Os aconsejo la parte 02, la 09 y la 14 (a dos manos). IMPRESIONANTE.
Para acabar, aquí os dejo su famosísimo y aplaudido tema Maximizing the Audience, que fue compuesto para la obra de Jan Fabre “The Power of Theatrical Madness” estrenada en 1984 en Venecia. Fue además la primera en la que la voz del músico fue grabada, también.
Quienes hemos tenido oportunidad de escuchar detenidamente algunos trabajos definitorios de la gran música “académica” clásica de nuestro tiempo admitiremos que, muy a menudo, ésta queda lejos de lo que el hombre de a pie consigue digerir. Sin embargo, Mertens ha logrado depurar una forma de hacer música que, más allá de adscripciones e ismos, llega perfectamente a aficionados a la música que tengan una mínima inquietud por escuchar cosas nuevas. De ello dan testimonio los auditorios abarrotados que le reciben en cada uno de sus frecuentes conciertos, el último en noviembre. Si su música fuese un poco mejor promocionada por los mejores medios informativos actuales, se estarían tendiendo puentes inquebrantables hacia un nuevo gusto musical entre el público masivo.