lunes, 19 de diciembre de 2011

Carlos Santana

Una guitarra que tiembla y te hace temblar

Cientos de vidas anónimas se cruzaban esta tarde en La Riera de Mataró. Un poco más abajo, en la Plaça de Santa Anna, la Fira de Nadal concentraba el espíritu de estas fechas. Mientras observaba no he podido dejar de pensar en cómo sería el ambiente navideño en el centro de Barcelona, mi ciudad: 

Trabajadores (afortunados), parados, amas de casa, estudiantes, turistas, artesanos, hippies, vendedores ambulantes, escritores, poetas, prostitutas, músicos callejeros, todas las imaginables tribus urbanas y todos los colores del mestizaje que la inmigración nos ha regalado pasearían en esos momentos por las Ramblas de la Barcelona, un lugar mágico pero que, desgraciadamente, las políticas de diseño, “modernización” y asepsia del establishdment socialista ha dejado sin alma.  Entre los atareados transeúntes habrá quienes (algunos un poco más, otros un poco menos) protesten, se quejen, reflexionen, susurren, griten, canten, se enamoren, sueñen…
Esta noche estoy nostálgica, es evidente. Quizás por eso he abandonado la pasión de los  tangos en los que ayer me metí cuando empezó a anochecer para que, con nocturnidad y alevosía, me acompañaran antes de dormir pero no tuve éxito. Quizás por eso he buceado de nuevo en “la cinta maravillosa”, llena de pasado, de juventud, de ilusiones, proyectos y esperanzas. En ella me he encontrado con Carlos Santana, una leyenda viva, el músico que me cautivó por la tapa de su álbum, “Borboletta” (mariposa, en portugués) mucho antes que por su música.

Pero con la rapidez y la fragilidad de una mariposa me metí en la boca de un león que tenía mi hermano entre sus discos. El àlbum se llamaba "Santana", sin más. Así descubrí que la música, seguramente, nació para que genios como él tomasen posesión de ella y hacernos vibrar a su son... al son que él toca. Emociones fuertes sin necesidad de palabras.

En aquellos años de "la cinta maravillosa", al final de los 70, a mí me encantaba Europa pero para Jesús Samba pa ti, uno de los temas más conocidos de este guitarrista mexicano, era la obra maestra, sin dudarlo. Yo ahora le doy la razón. Publicado en "Abraxas" su apenas segundo álbum  para convertirse casi en una religión, este hermosísimo tema me provoca volver a esos tiempos de pura música, ilusiones y metas a corto plazo, donde lo más importante en ese momento era ser feliz. Y sin embargo, Samba pa ti es un golpe duro en las glándulas del ánimo.




Estoy nostálgica, vaya que sí. “Nostalgia” es una palabra que tiene una raíz griega. “Nostos” “algos”. Literalmente significa “enfermedad del regreso”. (aunque no nos hayamos ido) Algo como una patología que afectaba tanto a los protagonistas de las grandes epopeyas de los viajes clásicos (Dante, Ulises…) así como a todos los que han tenido que irse de algún lugar en busca de su propia felicidad y la han buscado en un continente que la está perdiendo: Europa. Siempre me ha cautivado la sensualidad y la calidez que transmite este homenaje al viejo continente.





Para no irnos a dormir melancólicos, vamos a despedirnos con Black Magic Woman una canción de Santana, versión de la escrita por Peter Green, en 1968, y publicada junto a su grupo Fleetwood Mac. En Santana, este tema es una mezcla de jazz, folk húngaro y ritmos latinos. La canción se convirtió, junto con Samba pa ti en uno de sus mayores éxitos . Los amantes de la música coincidiréis conmigo que “Abraxas” es un disco brutal, un disco que va más allá del rock, y en el que su corazón latino bombeaba sangre hasta las extremidades del jazz y la salsa, un disco de esos que no se consiguen hacer dos veces.  



Quizás algunos sepáis que ayer fue el Día Internacional de las Personas Migrantes. Antes de despedirme querría dedicarles esta entrada a los que emigraron en busca de su propia felicidad. Pero sobre todo se lo dedico a los que nunca se fueron, a los que aunque tuvieron la oportunidad de irse algún día... no lo hicieron. Por falta de coraje, por miedo, por amor, desesperación, resignación...no importa... Se lo dedico a quien se ha quedado a la otra orilla, a toda aquella gente que vive “en el fin del mundo” quizás desde mucho antes de nacer.

“En este planeta sólo hay dos cosas: amor y miedo. Y el miedo cuesta mucho dinero. Que se lo pregunten a Busch” (Carlos Santana)

3 comentarios:

  1. Una pasada Victoria, la nostalgia me gusta....BESOS

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  2. Me ha transportado por el tunel del tiempo. Único!!! Gracias Victoria, Un beso. Ángeles

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  3. A mí también, Ángeles. Besos a los dos... nostálgicas... :)

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