Esta noche, sin que sirva de precedente, me voy a meter en el terreno de Jesús, en el de las músicas de raíz y del mundo de su podcast "Pobrecito Satanás" (os lo aconsejo). Porque ayer el Cara Libro me recordó que el próximo 1 de febrero hará 2 años ya que a los amantes de la world music nos entristecía saber de la muerte del cantante y músico Ayub Ogada, uno de los más grandes artistas keniatas de todos los tiempos. Ogada fue uno de los máximos exponentes de su instrumento principal, el nyatiti, una lira de ocho cuerdas, instrumento tradicional del Kisumu, ciudad-condado donde vivía. Irónicamente Ayub consideraba que un instrumento es como una mujer. “Cuando empiezas a tocar este instrumento, prácticamente te casas”, dijo una vez. “No le gustará que toques otro instrumento. Si lo tocas una vez, ya entras en contrato y tienes que ser serio. Me va bien. Estoy felizmente casado ". Murio joven, demasiado, a los 63 años, en su aldea de Nyahera en Kisumu West. Esta noche vamos a recordarlo.
Para quienes no lo hayáis escuchado nunca os sorprenderá inmediatamente lo poderoso del sonido se las cuerdas, acompañando a la voz tenue y reflexiva de Ogada. Veréis que no se parece a nada que hayáis escuchado jamás.
La vida de Ayub fue intensa y llena de giros. Nació en 1956, en Mombasa, como Job Seda, descendiente del orgulloso pueblo Luo del oeste de Kenia. A los seis años, sus padres lo llevaron a Chicago, donde su padre estudió medicina. Ayub recuerda haber conocido entonces a Muhammad Ali (entonces Cassius Clay) y haber experimentado las secuelas de la segregación estadounidense, incluso cuando sus padres recorrieron los campus universitarios interpretando música luo en un momento en que el término “música del mundo” era desconocido en los círculos comerciales. Job explicó muchas veces cómo ir a Estados Unidos desde Kenia fue un gran choque cultural comparable sólo al contragolpe que supuso el regreso a su país. “Cuando volví a Kenia, recordó Ayub una vez, tuve que volver a aprender mi idioma y algo de la lengua vernácula.”
Al completar
su educación primaria en la escuela Our Lady of Mercy, Job entró en la a Lenana
High School, donde tocó en una banda llamada Awengele y
comenzó a experimentar con instrumentos indígenas. Su evidente talento musical lo
llevó a tener un lugar en el Centro
Cultural Francés , en Nairobi, en el que compuso música moderna y tradicional
para producciones teatrales. En la década de 1970, Kenia estaba inundada de
música extranjera: "rumba" congoleña, soul y R&B, jazz, pop
latino e incluso country y western. La benga
local y otros estilos de música de baile basados en la guitarra tuvieron sus
seguidores, pero la música tradicional de los más de 30 grupos étnicos de Kenia
permanecía en gran parte confinada a aldeas y entornos privados. “Viví
mucho la vida de la ciudad y, sin embargo, me resultó muy difícil tener acceso
a la música tradicional. Incluso los europeos tenían más acceso que yo. Un africano
sería considerado sospechoso” Pero la vida de Ayub cambió en 1979
cuando se convirtió en cofundador de African
Heritage Band. Su mentor y socio en esto fue un estadounidense, Alan
Donovan, director de la African
Heritage House. Juntos produjeron dos álbumes: “Niko Saikini” y “Handas”. Donovan
todavía vive en Nairobi, trabajando en nombre de la cultura indígena, y
recuerda que su único requisito para los músicos de herencia africana era que
compusieran música, no la copiaran, y que usaran instrumentos y contenido
africanos en sus canciones. Ayub siempre estuvo agradecido por la guía de Donovan
"No sería nada sin este hombre", dijo Ayub, refiriéndose a
Donovan, durante una entrevista en 2016.
En 1993, lanza para el sello de Gabriel “En Mana Kuoyo”. De este su primer trabajo (y, seguramente, de toda su trayectoria), Kothbiro (La lluvia se acerca, en idioma luo) es la canción y la melodía más reconocida, y ha tenido innumerables versiones por cientos de artistas de todo el mundo. Ayub, nos repite, como un mantra, que hay que regresar a las raíces.
Este tema se tocó en los Juegos Olímpicos de Río 2016 cuando la leyenda del atletismo, el keniata Kipchoge Keino recibió el premio Laurel Olímpico por su trayectoria. También de este disco vale la pena resaltar el que ha habéis escuchado, Obiero o 10%
Ogada canta en su lengua nativa de Kenia, las creencias y tradiciones de su pueblo. "Ve lejos, mira el mundo, pero no olvides de dónde vienes", entona en la canción Chiro.
Un proverbio luo dice: "Inind tung, inind allí (un día duermes de este lado, al siguiente duermes del otro)". Ayub volvió a África y mientras observaba el mundo y perfeccionaba las canciones, decepcionado con el mundo y sus líderes. "Kenia no es mi país", decía “Mi país es África. Y si lo miro correctamente, mi país es el mundo. Así que ahora mismo, recreamos la historia y cambiamos a las personas en sus lugares".
En 2012, Ayub Ogada invita al guitarrista Trevor Warren a Kenia después de hablar sobre la posibilidad de crear un nuevo disco juntos. Trevor llegó a Nairobi armado con un estudio de grabación portátil y un plan de dos semanas para regresar con suficiente contenido para hacer un álbum. En su aventura compartida, Ayub y Trevor encontraron polvo de Kenia, predicadores viajeros, ginebra de Kenia, animales salvajes, gente salvaje y, por supuesto, música maravillosa.
A Ayub le gustaba tocar al aire libre. Lo acompañaba una pequeña banda con guitarras, bajo y percusión, y algunos coros. En sus grabaciones escuchamos el sonido de la naturaleza: los pájaros, el ladrido de los perros, niños jugando, incluso el tráfico. Vida. Es un conjunto relajado que suena como un ensayo alegre o una sesión de improvisación, pero que contiene una voz fina y suavemente hipnótica en canciones que combinan riffs furtivos con solos ondulantes de su amada lira.
Varias de sus canciones se utilizaron en bandas sonoras de películas como “Soñé con África” (2000), “El jardinero fiel” (2005), “Samsara” (2011) y “La buena mentira” (2014). Su relación con el cine no sólo está vinculado a la música, también fue actor bajo su nombre de nacimiento, Job Seda. Fue el masái de Robert Redford en “Memorias de Africa” y en la película “The Kitchen Toto” interpretó a un Mau Mau.
No recuerdo donde leí que el sueño de la infancia de Ayub era convertirse en astronauta, para poder escapar del planeta. Ese impulso siempre estuvo ahí, pero al final, en lugar de abandonarlo, decidió cuidar un planeta herido. Y nos dejó un claro mensaje: “La mayoría de nosotros vivimos en países robados”, dijo. “Estados Unidos es un país robado. Canadá es un país robado. Australia es un país robado. Somos pueblos originarios, indígenas, y todavía tenemos nuestra fuerza. El jazz viene de mí. El blues viene de mí. El rock and roll viene de mí. Debemos recuperar nuestro poder y luego podremos alimentar a este planeta. Los africanos se están despertando. Estamos al final de una pila. Ese es el mejor lugar para estar, porque la única forma en que puedes subir”.
Buenas noches.
Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇.
Boas noites. 晚安 Bonne nuit グッドナイト Buonanotte. לילה טוב. Oíche mhaith. Wengi alus. Bones nueches. اچھا
شام Noson dda. Good night. Спокойной ночи. Guten Abend. শুভ রাত্রি.
Laku noć. Bon lannwit. Fie. God nat. Usiku mwema.
Oimore
Gracias Victoria por abrir puertas y ensanchar nuestros horizontes a otros sonidos ,otras culturas . Una gratísima sorpresa.
ResponderEliminarBesos y abrazos virtuales querida . Cuídateme mucho.
Salud.
Querida Sonsoles. ¿Cómo estás?
EliminarLa verdad es que es un campo en el que me muevo poco, y me dejo llevar por Jesús (es su especialidad) pero Ayub Ogada es algo muy especial, la verdad. Paz en tiempos tan convulsos.
Un abrazo muy fuerte y gracias por pasarte una vez más por este espacio.