Fuego y palabra, metáfora de la
modernidad
El Amor Brujo es la obra
más universal, brillante y arrebatadora de Manuel de Falla. Es por
esta razón que un siglo después sigue siendo moderna tanto en las melodías y
arreglos musicales como en su pasional argumento. Desde los primeros acordes,
la obra arde con fuerza, funde esquemas y rompe tópicos.
No es falaz decir que el maestro Falla creó nuevos
y apasionados mundos para la música española basados en ritmos autóctonos.
Una muestra evidente es “El Amor Brujo”. Todos los estudiosos de su obra se
extrañan de que el músico gaditano compusiera esta obra en solo tres meses,
cuando tardó veinte años para escribir su “Atlántida” y ni
siquiera la terminó.
“El Amor Brujo” se estrenó, para
el lucimiento de la cantante y bailarina Pastora Imperio, el 15
de abril de 1915 en el Teatro
Lara de Madrid, conocido popularmente como “La Bombonera”. Pastora dio vida
por primera al mítico personaje de Candelas, una gitana atormentada por el
espíritu de un antiguo pretendiente muerto que no le permite vivir su historia
de amor con Carmelo.
"Pastora Imperio"
Retrato del dibujante español
Rafael Sanchís Yago 1891-1979
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Son las propias palabras del más
grande de los músicos gaditanos las que describen la primera versión de El amor brujo. Gitanería en un acto y dos
cuadros, un auténtico conjuro que ha sobrevivido en el tiempo y en el
espacio, un amarre de amor eterno del que sea cumplido cien años de su estreno.
"El amor brujo es una serie
de canciones y danzas, en las cuales se ha procurado conservar el carácter a un
tiempo bravío y sensual de la raza gitana-andaluza con todas sus extrañas
sonoridades y sus ritmos peculiarísimos". (Manuel de Falla.1915)
Su letra es obra de la escritora
riojana María
de la O Lejárraga, esposa del escenógrafo Gregorio
Martínez Sierra y diputada socialista por Granada durante la II República
en la candidatura de Fernando de los
Ríos. Eran los tiempos en los que los militantes del PSOE eran socialistas. Aquí podéis
consultar el libreto
La obra original fue revisada varais veces hasta convertirla en un gran ballet y una conmovedora página sinfónica. Utilizando
el material que había preparado entre 1914 y 1915, Manuel de Falla, que tan escrupuloso
era, la revisó muy pronto, pensando en versiones cada vez más ambiciosas. Un gran
ballet, por ejemplo, aparte de otras adaptaciones, entre ellas, primero para
piano y otros instrumentos, y después para gran orquesta, con tres canciones
cortas para mezzosoprano. Ese gran ballet no vio la luz hasta su estreno en
París, en el Trianon Lyrique, el 22 de mayo de 1926, interpretado por Antonia Mercé, La
Argentinita (Candelas), Vicente Escudero
(Carmelo) y Georges Wague
(Espectro), con la orquesta titular del teatro, dirigida por el propio Falla.
“El Amor brujo” es una hermosa
historia de hechizos, brujería y espectro de amante celoso. Pocas partituras en
la música española y universal pueden unir tal variedad de matices, hallazgos
sonoros, plenitud y emociones. Recordemos, al menos, la letra que Lejárraga
dedicó para la Canción del Fuego Fatuo
como conmemoración del nacimiento de una obra desde hoy ya centenaria:
"Lo mismo que er fuego fatuo
lo mismito es er queré.
Le juyes y te persigue,
lo yamas y echa a corré.
Lo mismo que er fuego fatuo,
¡lo mismito es er queré!".
Es necesario resaltar que el “Amor
Brujo” es la primera obra escénica de tema gitano que abriría las puertas a esa
gran aventura de reivindicación del cante jondo que tendría su expresión más
espectacular en el Concurso
de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922 y en la conferencia de Federico García Lorca en el Centro
Artístico de la ciudad.
Quiero hacer un paréntesis. Observad esta foto. Se trata del homenaje a
Margarita Xirgu y a
Federico García Lorca que tuvo lugar en Granada el 5 de mayo de 1929. Sentados
de izquierda a derecha: Lorca, Margarita Xirgu, Manuel de Falla, la actriz Julia
Pacheco y Federico García Rodríguez, padre del poeta. Detrás de Falla, Fernando de los
Ríos y Alfonso
García Valdecasas. Detrás del poeta y de Margarita Xirgu, los amigos de
Lorca Joaquín Amigo,
Francisco Oriol Catena, Joaquín García Cabella, Manuel López Banús y Enrique
Gómez Arboleya… y mi abuelo, Antonio Caballero Guitierrez, con 29 años recién cumplidos.
Pero bueno, esa es otra historia.
Continuemos con “El Amor Brujo”. Tras
su estreno en Madrid no faltaron, como es habitual, críticas poco generosas
calificando la obra como "españolada" de poca monta. Aunque el
público asistente al Teatro Lara ovacionó efusivamente y obligó a saludar tres
veces al maestro Falla.
Pese a tener ya cien años de
existencia esta obra mantiene intacto todo su interés. Desde el punto de vista
teatral, su historia de amor y muerte sigue funcionando en los escenarios del
siglo XXI; musicalmente, sus sensuales melodías han pasado a formar parte del
imaginario colectivo, hasta el punto de que son pocos los conocedores de la
cultura española que no las tengan en su memoria. Y es precisamente por esa
capacidad de integrarse en el canon occidental, sin perder vigencia, por lo que
debemos conocer la obra tal y como la concibieron sus creadores, pero también
bajo los nuevos significados de que les ha dotado la época actual.
Deleitaos con esta interpretación
de la Danza ritual del Fuego, una
pieza que ha dado la vuelta al mundo. Digo esto porque cuando se conoce y se
quiere a la música vamos directo a la interpretación, cómo es ejecutada y por
quién o quiénes. En este caso el gran músico es Daniel Barenboim y
extrae todo de la obra. Con la
solidez y el respaldo de un compositor así, un buen director brilla.
Como no podía ser de otra manera,
“El Amor Brujo” es una de esas obras que traspasan al propio autor y cobran
vida propia inspirando a otros creadores. Así, esta pieza se ha recreado en
multitud de ocasiones (hemos visto Candelas como Esperanza Fernández, Marina Heredia, Rocío Jurado, Estrella Morente...) y
desde otras disciplinas, entre otras el cine, con las versiones de Antonio
Román (1949); Francisco Rovira
Beleta (1967) y Carlos
Saura (1986).
Y es la película El amor brujo
de Saura en la que me quiero detener. Para mí Saura es de los pocos cineastas
coherentes que hemos tenido en España, autor de una filmografía seria, rigurosa
y de gran altura intelectual. Su versión de la obra de Falla así lo demuestra.
Un film forzosamente claustrofóbico, repleto de obsesiones y fantasía en un
decorado imaginario, ya que al principio Saura nos deja claro que estamos ante
un decorado no ante una realidad, nos muestra una sociedad que está encerrada
en sí misma. Una sociedad que no evoluciona, que vive marginada con su miseria
y sus supersticiones.
Como toda obra de Saura es muy
rica, contiene numerosas lecturas y gana cada vez más con un nuevo visionado.
Un cine que vence el paso del tiempo, que se revaloriza cada día con su mirada
profunda de la realidad que capta.
Un cine al que no se le ha
valorado en su justa medida en un tiempo en que prevalece el frikismo y la
superficialidad. Ajeno al “Imperio de la Trivialidad” del cine de las majors su figura emerge gigantesca.
Si os apetece escuchar la obra completa,
aquí la tenéis en una buena interpretación de la London
Symphony Orchestra dirigida por José
Miguel Évora y cantada por Lole Montoya
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