viernes, 2 de mayo de 2014

Los adagios de Barber y Albinoni.

Siempre he pensado que los adagios son música nocturna, que invitan a la introspección, a la relajación, al aislamiento. El corazón de la música. Pero este mediodía Jesús me ha sorprendido rebozando coliflor con el Adagio Para Cuerdas de Samuel Barber de fondo. Si he de ser sincera no conocía (mejor dicho, solo la relacionaba con alguna banda sonora) esta, por otra parte, famosa obra. Como casi todos los adagios, y sabiendo qué escuchaba, me ha encantado. 
La canción más triste del mundo.

Buscando información he sabido que, originalmente, la pieza formaba parte del Cuarteto para cuerdas No. 1, Op. 11 del compositor neoyorquino. Sin embargo, muy pronto Barber percibió el profundo carácter dramático del Adagio y decidió arreglarlo como una obra independiente. La adaptó para un coro de ocho voces, aunque con un cambio de nombre, Agnus Dei, convirtiéndola en una canción de culto, denominada por muchos la canción más triste del mundo.

Quizás por eso la BBC Orchestra grabó el Adagio for Strings cuatro días después del atentado del 11 de septiembre de 2001 siendo, así, la primera obra en rendir tributo a los fallecidos. Pero ha sido el cine quien la ha popularizado formando parte de la banda sonora de El hombre Elefante y Platoon, entre otras. A pesar de haberla escuchado de día, me ha parecido sublime.
Albinoni : Adagio en Sol menor

Esta es una de mis piezas clásicas más preciadas. Si cerráis los ojos sentiréis como yo que la melodía se adhiere a la vida como una banda sonora y, entonces, los rostros de cuantos veo pasar por mi memoria se llenan de una tristeza emocionante e inexplicable. Es una tristeza de dimensiones épicas que la música va hilvanando lentamente con la grandeza de la vida.  Albinoni en este adagio descompone la rutina que nos arrastra junto a la gente que sobrevive, en un libro de historias sin palabras.
En los tiempos que vivimos cada vida humana es la vida de un héroe. Pienso en la vida del propio Albinoni, en la Venecia del siglo XVIII, tan gris como cualquiera de las que pasan a mi lado, como la mía, como la de tantos seres vulgares que creemos tener la llave de la felicidad, que luchamos por no desfallecer, levantarnos cuando nos caemos. Y seguir, seguir...  

Su nombre ha sobrevivido gracias a este adagio inigualable. Los violines, el contrabajo, ese órgano de ultratumba y esa sensación de ensueño que te envuelve se escuchan como el mensaje que un náufrago lanzara al océano de los tiempos que todo devora y escupe. Con el Adagio en sol menor Albinoni describió la sensación de tristeza más profunda, aquélla que te hace plantearte si merece la pena continuar en la brecha cuando el dolor más profundo te arranca el corazón a jirones.



3 de mayo de 2014

Anoche mi buena amiga Noemi, “mi músico de cabecera”, me hizo reflexionar sobre la autoría de esta maravillosa pieza, sobre el Adagio de Albinoni. Ella, prudente siempre, no ha osado enmendarme la plana públicamente pero yo sí lo haré. Así, a la luz del día, una vez superados los sentimientos y sensaciones que la noche me provocan me he puesto manos a la obra.

Resulta que la pieza tiene su leyenda. Empezando porque no se trata de una obra nacida de la pluma del compositor barroco veneciano de los siglos XVII-XVIII sino de un musicólogo italiano llamado Remo Giazotto, compuesta en el año 1945. Giazotto es especialmente conocido por su clasificación y catalogación de las obras de Albinoni. Cuando la Bilioteca Nacional de Dresde fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, gran parte de la obra de Albinoni se perdió. Fue entonces cuando Giazotto dijo haber encontrado un fragmento manuscrito de 6 compases del compositor barroco, en el que se había basado para reconstruir este Adagio en sol menor. La realidad es que el citado manuscrito nunca existió, todo salió de la mente de Giazotto, tanto la leyenda del manuscrito como la composición musical obra totalmente suya.


Lo curioso es que, a bote pronto, no se entiende muy bien el proceder del musicólogo italiano que tan generosamente cedió sus derechos de autor a un maestro del barroco veneciano que llevaba más de 200 años muerto, a no ser que lo que pretendiera fuera inmortalizar su única composición musical endosándosela a un compositor pretérito consagrado. Quizás Giazotto era consciente de que una obra así no tenía cabida en el repertorio “culto” contemporáneo y pretendía darla a conocer como barroca. En cualquier caso, el resultado de su estratagema es cuando menos paradójico: a Albinoni se le conoce más por una obra que jamás compuso y escrita por alguien del siglo XX, que por su propia obra, que es abundante y de bastante calidad.

De todas maneras, reflexionando un poco más, cualquiera que conozca un poco la estructura de la música barroca, le es posible darse cuenta de que no nos encontramos ante una composición barroca. A veces nos dejamos llevar por las sensaciones sin reflexionar sobre lo que escuchamos.

Pero, estaréis conmigo que, contemporáneo o barroco, este magnífico Adagio ha pasado a formar parte de la cultura popular. Aunque sepa mal se ha utilizado en numerosos en anuncios, programas y actuaciones de todo tipo. Se ha transcrito para otros instrumentos solistas, agrupaciones instrumentales o corales. Se han realizado adaptaciones a otros estilos musicales. The Doors, por ejemplo, utiliza el Adagio como fondo en su tema Feast of Friends, mientras Jim Morrison recita un poema, Yngwie J. Malmsteen se inspiró en él para componer su Icarus Dream Suite Op.4, Sarah Brightman le ha puesto incluso letra. Ha pasado, en definitiva, a formar parte de nuestra cultura y nuestra sensibilidad común, por encima de otras obras supuestamente más “contemporáneas”, que sin embargo, tan poco nos conmueven y tan poco nos representan.


A mí, el "original" me sigue erizando la piel cada vez que lo escucho, poniendo un nudo en la garganta, evocándome tantos y tantos momentos llenos de tristeza que me es imposible sustraerme de la melancolía.

3 comentarios:

  1. Estimado: el de la foto que dice "Remo Giazotto", no es tal, sino el gran director de orquesta alemán Herbert von Karajan.

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    1. Gracias Gustavo por pasarte por aquí, pero lamento contradecirte. Es Remo Giazotto. Te invito a darte un paseo por las imágenes de Google.
      Gracias de todas maneras. Un abrazo.

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  2. Desde que la oí por primera vez, ese Adagio es tristeza de un dolor desconocido.

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