domingo, 2 de febrero de 2014

Sílvia Pérez Cruz

La cantante que recuperó el alma de la música 

El flamenco me llega al estómago, saca mi parte más animal. El jazz me enseñó a improvisar, a reaccionar en una décima de segundo. Cantar boleros con el grupo de Javier Colina fue todo un máster, siento debilidad por las canciones más tristes”

Así es Sílvia Pérez Cruz La que había sido componente de Las Migas todo lo cuenta con una sencillez tremenda, conecta contigo con una velocidad pasmosa. Sonríe, te gana y te canta una en catalán, una en castellano, una en brasilero… En esa voz que parece rebotar en un paladar de caoba noble, en esa vibración acolchada, caben el jazz, el fado, el flamenco y casi lo que quiera.
Cruz no es ni por asomo una cantante ostentosa, de esas que gritan, se rompen en pedazos y se rasgan la camisa a cada rato. Portadora de una voz nuclear, sólo la hace estallar cuando el estómago se lo pide. No canta demostrando, canta sintiendo. No va de artista, es artista. Y sería ya mucho con cantar así, pero además Cruz ha compuesto y coarreglado estas canciones, algunas de las cuales demuestran que tiene un talento compositivo tremendo.

La primera vez que la escuché fue gracias, como no, a Jesús que compartió conmigo este emocionante descubrimiento.


VEINTE AÑOS 
Qué te importa que te ame
si tú no me quieres ya
El amor que ya ha pasado
no se debe recordar.

Fui la ilusión de tu vida
un día lejano ya,
hoy represento el pasado
no me puedo conformar.

Si las cosas que uno quiere
se pudieran alcanzar
tú me quisieras lo mismo
que veinte años atrás.

Con qué tristeza miramos
un amor que se nos va
es un pedazo del alma
que se arranca sin piedad

11 de noviembre” fue su primer disco, una obra muy personal, sobria, sin concesiones, donde Silvia Pérez Cruz se muestra sincera, sin maquillaje. Planteado como un homenaje a la memoria de Cástor Pérez (el padre de Sílvia falleció el 11 de noviembre de 2010) el disco termina revelándose como un impresionante trabajo de catarsis personal, un recorrido emocional de primer orden amparado en el derroche vocal tan característico de Sílvia, en un trabajo que le sirve tanto como para presentarse en solitario como para inaugurar su faceta de letrista. Temas de marcada vocación personal escritos a lo largo de los últimos años, alternados con versiones como la de Moon River y versos musicalizados de Feliu Formosa o Maria Mercè Marçal trufan un álbum que tiene en la canción homónima “11 de Novembre” su principal razón de ser.
A continuación ‘Pare Meu‘”, una canción que conmovería hasta a las piedras.
Cuando era una niña su bandera fue  “Alfonsina y el Mar” de Mercedes Sosa.  ¡Una niña cantando el drama de una poeta que se suicida! Desde entonces tiene un crédito tan ilimitado que su gran reto ha sido saber utilizar correctamente tamaño capital. Resulta un persona tan transparente, cálida y dulce que nadie piensa pueda desaprovecharlo, pues no solo perderíamos una artista sino incluso un pequeño rincón de los ensueños, ese reservado a las personas que se desea que jamás se pierdan astillándonos así la esperanza.

Su inocencia musical y sus irrefrenables ganas de superación me tienen conmovida. Espero que os haya llegado a lo más hondo. Buenas noches. Bona nit.

2 comentarios:

  1. Todo un descubrimiento, que nos regalas con la generosidad que te es propia. He guardado los vídeos y los voy a escuchar de nuevo, pero deleitándome. No se si a las piedras, pero a mi me ha conmovido hasta las lágrimas. Un abrazo de oso, muy fuerte y muchas, muchas gracias, Victoria.

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  2. Escribir oyendo a Sílvia es difícil. Difícil o fácil, según se mire. Por un lado la querrías adoptar, que fuese hija tuya para siempre. Con el cariño, el amor que solo los hijos son capaces de inspirarnos.
    Por otro, no dejas de tener la certeza de estar delante de una artista grande muy grande. Una artista que, a pesar de lo abultado de su mochila, aún le queda mucho por ofrecer. Estoy seguro que un día podremos contar que nosotros oímos sus primeros trabajos con Las Migas, o con Colina o su primer trabajo en solitario.
    Pero para definirla me quedo con una frase que hace casi quince años le dedicó Andreu Buenafuente a otra criatura celestial, a Niña Pastori, son mujeres que huelen a limpio.

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