Estremecedor. Cualquiera persona que quiera escuchar el Réquiem de Mozart sabe sin lugar a dudas que a lo largo del concierto su alma formará parte de un juego de emociones que no podrá controlar; se sincronizará con la obra y se encontrará con melodías que elevarán su espíritu y que harán incontenibles las lágrimas.
El Réquiem de Mozart llega hasta la médula de quien ha perdido a alguien que amaba. Incluso de quien un sueño se le ha hecho pedazos.
El Réquiem es una obra que encuentra sus raíces justamente en la vida, en su drama. Lo que envuelve el Réquiem de Mozart es una fuerza vivencial. Para mí es un Réquiem de vida eterna. Lo que el genio Mozart nos dejó fue una joya que atestigua sus vivencias, sus carencias, su idea de la vida después de la vida. Tanta fuerza, tanto dinamismo no puede hablar de otra cosa sino de la vida.
Pocas obras están tan pegadas a la leyenda como ésta. La forma en la que se gestó y el no haberse terminado alimentan el misterio que envuelve la última de las composiciones del genio de Salzburgo. La composición de la Misa Réquiem de Mozart está rodeada de una oscura fantasía que narra una extraña visita al compositor de un misterioso, tétrico y desconocido para pedir el encargo para una Misa de Réquiem, en el verano de 1791; el nombre del destinatario no podía ser revelado. Mozart, obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del Destino y que el Réquiem que iba a componer sería para su propio funeral atormentando sus últimos días de vida.
El 7 de septiembre Mozart le escribía a Antonio Salieri que entonces se encontraba en Londres, la siguiente carta:" Aff.mo. Señor, quisiera seguir vuestros consejos, pero ¿cómo lograrlo? tengo la cabeza trastornada, cuento mis fuerzas y no puedo apartar de los ojos la imagen de ese desconocido. Lo veo continuamente, me ruega, me solicita e, impaciente, reclama mi labor. Prosigo, ya que el componer me fatiga menos que el reposo. Aunque sea así, nada temo. Siento, en lo que experimento, que la hora suena; estoy a punto de expirar; habré acabado antes de haber gozado de mi talento. Era tan bella la vida, la carrera se abría bajo auspicios tan afortunados, pero no se puede cambiar el propio destino. Nadie mide sus propios días, es preciso resignarse, será lo que guste a la providencia, acabo y he aquí mi canto fúnebre, que no debo dejar imperfecto"
Más tarde se supo que aquél
sombrío personaje (al parecer, llamado Franz Anton Leitgeb) era un enviado del
conde Franz von Walsegg, cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que
Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero
quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el
anonimato.
Ésta es la estructura de la obra
I.Introitus
(Introito):
Réquiem æternam (Dáles el Descanso Eterno, Señor)
Réquiem æternam (Dáles el Descanso Eterno, Señor)
II.Kyrie (Señor, ten
Piedad)
III.Sequentia (Secuencia)
- Dies iræ (Día de Ira)
- Dies iræ (Día de Ira)
- Tuba mirum (Magnífico Sonido de Trompeta)
- Rex tremendæ maiestatis (Rey de Tremenda Majestad)
- Recordare, Iesu pie (Recuerda, Jesús Piadoso)
- Confutatis maledictis (Confundidos los Malditos)
- Recordare, Iesu pie (Recuerda, Jesús Piadoso)
- Confutatis maledictis (Confundidos los Malditos)
-Lacrimosa (Día de Lágrimas Aquel)
IV.Offertorium
(Ofertorio)
-Domine Iesu Christe
(Señor Jesucristo)
- Hostias et preces (Sacrificios y Preces)
- Hostias et preces (Sacrificios y Preces)
V.Sanctus (Santo,
Santo, Santo)
VI.Benedictus
(Bendito)
VII.Agnus Dei
(Cordero de Dios)
VIII.Communio
(Comunión)
- Lux æterna (Luz Eterna)
- Lux æterna (Luz Eterna)
De las numerosas partes de que
consta el Réquiem de Mozart he escogido algunas de las que me parecen las más
bellas. Por lo que revela el manuscrito original, se sabe que este
primer fragmento del Réquiem, el Introito,
fue íntegramente escrito por el compositor. Comienza con una doliente
introducción por la orquesta, introducción bastante breve, tras la cual van
entrando sucesivamente las distintas voces del coro. El tono suplicante, a la
vez que la infinita resignación que se trasluce en todo este movimiento nos
revelan en toda su intimidad el estado del alma de su autor.
Basada en los textos latinos del
acto litúrgico católico usados cuando una persona fallece, el Réquiem de Mozart
es una obra incompleta y por tanto, existen algunas versiones con diferentes
retoques y cambios, como las versiones de Beyer,, Robbins Landon, Druce y Levin.
La más famosa es la versión de Süssmayr,
revisada por Franz Beyer en 1972, que intenta recuperar la más auténtica pureza
mozartiana, aunque, tiene también sus críticos. Mozart dejó completa la
Introducción y había redactado gran parte de los 5 primeros movimientos de la
Secuencia (del Dies irae al Confutatis), además de 8 compases del
sexto movimiento, Lacrimosa. En ella sentiréis la penetrante angustia que
acompañó al autor en sus últimos días.
Es una de las páginas más
sentidas e inspiradas de la producción mozartiana y en la que puede apreciarse
más claramente la calidad del sentimiento religioso que animaba el alma del
gran músico salzburgués. Para interpretar mejor lo que expresa la música en
este coro, conviene saber lo que dice el texto, cuya traducción literal es la
siguiente:
“Oh día de lágrimas aquél en que
saldrá del polvo el hombre, como reo, para ser juzgado. Ten misericordia de él,
¡oh Dios, compasivo Jesús, Señor! Dales (a las almas) el descanso eterno. Amén”.
En este doliente larghetto, las
frases melódicas y la armonía de todo el conjunto adquieren tal carácter de
súplica y a la vez un tono de resignación tan patético, que realmente nos
transporta, nos conmueve, sobre todo cuando pensamos que fue ésta la última
página que nos legó el genio portentoso de Mozart: su canto de muerte
Süssmayr añadió el trombón del Tuba mirum, escribió el Sanctus, el Benedictus y el Agnus
basándose en los esbozos e ideas de Mozart. Finalmente, repitió la fuga del Kyrie. Süssmayr fue más que un discípulo
de Mozart. Se ocupó de muchos asuntos personales de su maestro y concluyó el Réquiem
con suma fidelidad a su persona y a su música.
Toda la obra goza de una belleza
inefable; pero me gustaría destacar la fuerza expresiva del Dies irae que pone el vello de punta a
quien lo escucha viviendo la letra y el momento evocado.
Fortaleza, inspiración,
dramatismo; con este Réquiem Mozart dio vida a una obra inmortal, como su
autor.
Para los queráis deleitaros con el concierto entero aquí lo tenéis con subtítulos para apreciar toda su fuerza y sentimiento.
Si muchos supiéramos la de
sensaciones, cromatismos y sentimientos que la música puede ofrecernos, si
fuéramos conscientes de cómo la música es capaz de vehiculizar nuestras
vivencias quizás habríamos más gente enamorada de la MÚSICA: De CUALQUIER tipo de
música.
Si te dijera que no ha lugar para más súplica tras el inicial 'et lux perpetua luceat eis'
ResponderEliminarSolo Mozart se llevó consigo el secreto de qué pensaba mientras componía tal maravilla.
Lo demás, meras lucubraciones.
Gracias infinitas, Victoria, por este regalico en el ocho de marzo.
Este ocho de marzo estaba más cerca de Mozart que de la lucha de la mujer (trabajadora, no sé por qué nos dejamos segar ese adjetivo) por tener un lugar igualitario en el mundo.
Eliminarun beso Pilar.
Mozart escribió este Réquiem para sí mismo enfermo como él estaba supo como nadie transmitir todo cuanto una persona siente al saberse ya desnuda de toda lo superficial o terrenal
ResponderEliminarToda la obra es una canto a la vida, un pedir perdón, un himno a toda la creación... Inspirado en ciertos salmos de la Biblia... Porque Mozart era un hombre religioso
Sobre la realidad y la leyenda en torno al encargo del Réquiem este artículo está muy bien.
Eliminarhttp://suite101.net/article/el-requiem-de-mozart-leyenda-y-realidad-de-una-obra-maestra-a31319#axzz2N9yBhVm1
Victoria te escribo escuchando el concierto entero, y lo hago por que me apetece, esta calma y relajación.
ResponderEliminarMi marido era un apasionado de la música clásica, y Mozart, estaba en primer plano, y creo que le fue muy bien en sus sesiones de quimio, nunca se dejó el Ipot, siempre lo llevaba con él, tanto si las sesiones eran de 3 o 7 horas.
Gracias por recordarme estas piezas, las había aparcado totalmente. Y como siempre, un excelente trabajo.
Una abraçada.
Más de tres años he tardado en leer tu comentario, Mari.bel. Ignoro por qué se me pasó. Hoy, al responder a otro comentario he visto el tuyo. Lo lamento. Me gusta dar respuesta a todo aquel que se molesta en participar, y mucho más si es una amiga.
EliminarMe alegro que gozaras de esta entrada. Espero que los recuerdos no te hicieran mucho daño.
Un beso muy fuerte.
Tuve la inmensa fortuna de estar muy, muy cerca del escenario aquella noche de diciembre de 1991 en la que se registró ésta magnífica versión del maestro Gardiner
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=q5Y2B55nKZY
Tardar más de tres años en responder un comentario no denota una muy buena eduación, pero no sé por qué el tuyo se me pasó.
EliminarAsistir a un hito deja una huella imborrable. No todo el mundo puede decir "yo estuve allí"
Gracias Xavier por compartirlo. Un abrazo.
He escuchado mil veces el Requiem ,,,,desde el introito hasta el domine jesu me parece que la calidad del trabajo es uniforme. Sin embargo soy un gran insatisfecho con su parte final : a pesar del esfuerzo de Sussmayer , las partes compuestas con el no tienen la calidad de las del inicio y cuando se repite el coro del domine en las ultimas canciones o en el mismo movimiento final cuando repite partes del introito y kyrie.......estoy convencido que MOzart en vida lo hubiera hecho distinto....¿Quien puede imaginar que tipo de final grandioso , solemenne y perpetuo hubiera creado Mozart para el movimiento final ,,,aquel que implica el retorno del alma al mismisimo Dios?? solo Dios puede saberlo. En el introito me gusta su inicio,,,como esos violines te anticipan que algo muy triste esta en camino, en la parte final del mismo introito como esos violines desgarran el aire con su aire tan triste. El dies Irae es el Armaggedon en musica ,,,tan dramatico y tanto temor. El Confutatis es el juicio de las almas ,,,me impresiona aqui la suplica del coro femenino ( " Voca me cum benedictis"). El lacrimosa quizas un monumento a la pena de dejar este mundo. Del domine jesu me encanta su coro ( "quam olim Abrahae...")..despues del domine , como he mencionado antes , uno tiene la sensacion de que el REqquiem cae en calida. Quizas el tiempo se le acababa a a Sussmayer ( quien ademas me imagino que estaba desbordado por el desafio de completar la creacion de un genio) y decidio ir por lo mas practico para cumplir plazos de entrega de trabajo. Creo que el mismo Sussmayer , si hubiera tenido mas tiempo , le hubiera dado un mucho mejor final al Requiem. Igual , asi como esta , este requien de Mozart - Sussmayer es una de las mejores obras de la musica clasica y el mejor de todos los requiems. Saludos!!!
ResponderEliminarNadie ha hecho nunca un comentario en mui blog tan apasionado. Te lo agradezco de corazón. Imaginar qué final le hubiera dado Mozart me es imposible. Los designios del Señor son inescrutables. Que hubiera sido diferente, segurísimo. Que nos hubiera emocionado más, probablemente. Pero el Requiem que ha llegado a nosostros es, como tu bien dices, una de las mejores obras de la música clásica, una belleza sublime. Gracias por pasarte por aquí.
EliminarSaludos cordiales.
Música y significado - El Réquiem de Mozart - 31/10/14
ResponderEliminarhttp://www.ivoox.com/3684646