Dicen que el blues es
un estado mental,
un manual para aprender a llorar,
la banda sonora del desamor,
un gato en celo oculto en un callejón.
un manual para aprender a llorar,
la banda sonora del desamor,
un gato en celo oculto en un callejón.
(Joaquín Sabina)
El blues refleja incluso en su
nombre una profunda sensación de tristeza y melancolía. Su propósito, sin embargo, tanto para el
artista como para el oyente, es el de superar aquellos sentimientos y elevar el
espíritu. Tal y como el legendario guitarrista de blues, B. B. King lo describe: “El blues es dolor, pero un dolor que causa
regocijo”. “Es una música mágica y
una música que sana”, agrega el pianista de jazz y blues, Eli Yamin.
Con Shemekia Copeland me
crucé ayer, de regreso de un concierto de guitarra en Barcelona, cuando íbamos
por la Ruta 61, "una
carretera nacional estadounidense que va desde la ciudad de New Orleans en
Louisiana hasta la frontera con Canadá. Discurre paralela al Río Mississippi, y
atraviesa de lleno el Delta de Mississippi, que tanto significado tiene para el
blues. Una ruta importante en las migraciones de músicos negros del jazz y del
blues del sur al norte, a Memphis, a Saint Louis, y de manera destacada a
Chicago". El presentador de este programa de Radio 3, Justin Coe, pronunció su
nombre con un acento americano tan perfecto que me las he visto y deseado para
saber quién era la dueña de este torrente de voz y sentimiento que dice estar Casada con el blues”.
Siguiendo un poco su trayectoria en seguida se percibe que era un “alma vieja” a tierna edad, una cantante de blues hecha al molde de Koko Taylor y Etta James, capaz de expresar una gran emoción con la empatía y la sensualidad de su voz.
Hija del legendario guitarrista
de blues Johnny
Clyde Copeland, Shemekia literalmente creció en el blues. Empezó a cantar
cuando tenía tan solo 8 años, en el show de su padre, en el Cotton Club, que pronto
descubrió el magnetismo que la voz de su hija tenía para el público. Cuando a los quince años la salud de su padre comenzó a fallar, su perspectiva cambió.
"Fue como si un interruptor se encendiera en mi cabeza. Yo quería
cantar", dice ella. "Se convirtió en un deseo y una necesidad. Tuve
que hacerlo”
Yo creo que la genética sólo no puede
explicar su inmenso talento. Dueña de una voz privilegiada, posee además esa
característica tan difícil de conseguir, y tan subjetiva, además, que es el
talento interpretativo. Luego de haber sido instruida en el blues tejano por su
padre que era de Louisiana, su música viene del fondo de su corazón... y de las
calles de Harlem, donde nació en 1979, y donde creció, en el que conviven
artistas callejeros con cantantes de gospel o bandas tocando en parques
locales.
Tras una actuación, Bruce Iglauer, presidente del sello Alligátor Records la
ficha para su discográfica. En la edición de su debut, “Turn The Heat Up” la
crítica coincidió en señalarla como una gran promesa, un huracán por moldear; y
fans de todas las edades fueron conscientes de que un nuevo talento había llegado. Su
canción solitaria original en el álbum, Ghetto
Child, mostró las habilidades incipientes de la cantante.
Copeland pasó así de ser
adolescente advenediza a una de las voces más prominentes en el blues,
ostentando el título de "Reina del Blues" en el Festival de Blues de
Chicago en 2011. Shemekia ganó su corona con una serie de grabaciones de alta
calidad y una programación de la gira implacable que la llevó a todos los
festivales importantes, desde Europa a Irak hasta una memorable actuación en la
Casa Blanca compartiendo cartel con Buddy Guy, Mick Jagger, Jeff Beck, BB King
y otros grandes, con una voz que, desde luego no es un susurro. No Whisper
En su último trabajo “33 1/3” quiere
mostrarse mucho más cercana a sus raíces que en otros trabajos, pero dejando que el góspel y el rock
permeen algo de sus interpretaciones. Shemekia se mueve por diversos temas que
marcan la complejidad de la era que vivimos, como la violencia contra la mujer,
la demagogia religiosa y el clima que se vive por la depresión económica.
Además de sus composiciones originales nos ofrece versiones de temas de Sam
Cooke, Bob Dylan y, como es ya una costumbre, de su padre. Shemekia Copeland tiene 33 años y 1/3 de edad, una cifra que sirve para bautizar este álbum y que, además, funciona perfectamente para la edición en vinilo, pues a esta velocidad giran
los discos en este formato. Llena aún de juventud, la cantante se muestra ya
veterana y sabia, plena de energía que sabe dirigir en cada una de sus
canciones sin poner restricciones a su talento natural.... otra vez .One More
Time
"Siempre he querido ser un
cantante de blues", dice Shemekia. "Nunca quise ser otra cosa. Hay
tantas personas para quienes el blues no era su género de elección, sino que
aterrizaron aquí porque fueron rechazadas en otra parte. Ese nunca fue mi el
caso. Quiero ver esta música evolucionar y crecer, y para que eso suceda, tengo
que evolucionar y crecer como artista. Tengo que ser capaz de cantar una
canción folk de Bob Dylan o una canción country Randy Weeks y reinterpretarlo
en el contexto de los blues. Está en el corazón de casi todas las otras formas
de la música americana. Es un género que cuenta historias”
Espero que este paseo a través de Shemekia Copeland por "el dolor que sana" os haya agradado tanto como a mí.
Se me antoja, escuchando estos inciensos, luz en vilo, agradecida. Mejor disfrutarla y que el dolor sane. Seguro.
ResponderEliminarBona nit, Victoria
La vida en vilo, desagradecida, provoca dolor. Pero sanará. Seguro.
EliminarDsufrutemos de la música, mientras tanto. Un beso, Pilar.