ha exaltado la calle,
la calle abierta como un ancho
sueño
hacia cualquier azar.
La límpida arboleda
pierde el último pájaro, el oro
último.
La mano jironada de un mendigo
agrava la tristeza de la tarde.
(Fragmento de "Atardeceres" de Jorge Luis Borges. Fotografía: Ainhoa Zapatero)
El cielo, testigo de una tregua
que se acaba, tiene la quietud de un cuadro detenido en cualquier tiempo. Resuena una trompeta venerando nostalgia.
Si un común denominador tienen los
músicos de jazz es el tormento y sufrimiento de sus vidas. No sé si por el
contexto histórico, la noche, la vida loca o una infancia sin juguetes; pero
casi todos los grandes talentos del género tuvieron un durísimo enganche a los
alcoholes y las drogas más duras. Quiero creer románticamente que era la única
forma que encontraban de aguantar la enorme melancolía que les provocaba su
arte.
Chet Baker es otro de los
muertos que tiene en su haber ese ocaso narcótico de las drogas. Guapo hasta
el dolor, hasta los feos le adoraban. Estaba tan loco que los cuerdos lo
envidiaban. Era tan mujeriego que las mujeres le odiaban porque les rompía el
corazón; tan genial y talentoso que la vida le tenía celos y acabó por
asesinarlo. Pero, a pesar de su relación auto-destructiva con las drogas, es
indiscutible la magnífica música que componía, suave y melancólica, jazz
sensual.
Tocaba por instinto,
sin partituras, y también cantaba por instinto, con la voz triste, nostálgica,
encadenando frases, con las que construyó un universo personal, capaz de arañar
la esencia de la melancolía humana.
Esta noche escucharéis cómo la trompeta de Chet Baker suena amplia, sostenida, como si la cavidad bucal,
armada sobre una contundente mandíbula, ejerciera de caja de resonancia. Aun no
le faltaban los dientes carcomidos por la droga. Sentiréis cómo su música nos transporta al mar, al brillo de la luna, sin importar en qué lugar del mundo te
encuentres. A ese lugar onírico es a donde me transporta con esta versión de My Funy Valentine
Lo mismo ocurre con su voz,
meliflua y aflautada, que se vuelve susurrante e hipnótica cuando canta. Es gracioso pensar ahora que, en aquellos
lejanos 50, algunos puristas del jazz no aceptaron la faceta vocal de Chet
Baker. Simplemente no entendían por qué diablos se empeñaba en cantar, en lugar
de limitarse a tocar la trompeta. Pero lo cierto es que todo lo que grabó Chet
en esa época es absolutamente mágico y nos acompañará siempre
Los que me conocen bien saben que
cada noche cierro los ojos
buscando un silencio
que no existe. Pero nunca pierdo la esperanza de que una música nocturna me
lleve lo más cerca de él. Hoy ha sido Chek Baker. La encantadora melodía primero
y el clima que crea el sonido de su voz se apoderan de mí como un bálsamo que ralentiza
los tiempos innecesarios y el fuego del corazón para que empiece a latir
lentamente. Y todo se vuelve como un
sueño, dulce y embriagador... Almost Blue...
O casi…
En 1988 vio la luz el filme biográfico “Let's get lost”. Bruce
Weber, su director, muestra su gran fascinación por el genio en cada una de las
escenas de la película y, aunque su idea inicial se centraba únicamente en
realizar un book fotográfico al músico, finalmente la estrecha relación entre
ambos acabó derivando en la puesta en marcha de un largometraje de 120 minutos.
Aquí os dejo el documental al completo. Ojalá
podáis conseguir el tiempo para verlo. Realmente, merece la pena.
Por último y para quienes queráis
viajar por el espacio, huyendo del tiempo, en este enlace tenéis 100 videos de Chet Baker, música desgarradora que parece
resbalarse desde el bronce pulido como una lágrima para llegar a los oídos
trepanados por la pena; notas que son la perfecta voz que necesita el alma para
expresar sus devaneos, gotas que se bifurcan por las constelaciones internas como
un veneno ancestral teñido de gritos…
Felices sueños.
Ahora mismo emprendo el periplo, ¡que se dilate en el tiempo!, en búsqueda de Chet Baket.
ResponderEliminarMe deswgarra más con su voz que con la trompeta, pese a todo.
Una maravilla, Victoria.
Besos
Hace falta mucha serenidad y resistencia para no ser devorados por el acto creador. Detrás de él siempre hay un abismo.
ResponderEliminarGracias, Victoria, no conocía a este gran músico.
ResponderEliminarBien "V", MUY BIEN..... Pero te voy a engañar, no lo escucharé por la noche, mejor por la mañana mientras veo amanecer y se oculta la luna casi plena después de haber alumbrado la noche seca y templada de los primeros días de septiembre.... luego seguiré con el enlace, seguro que también nos darás una grata sorpresa. Besos
ResponderEliminarDelicioso...Aunque tengo que reconocer que me dan ganas de amorrarme al whisky o la ginebra cuando lo oigo ( a mí que no me gustan los destilados!!).Algo tendrá ciertamente de íntimo y atribulado no sólo el proceso creativo si no el resultado.
ResponderEliminarGrácias por tu aportación musical a los momentos más especiales de la vida.
Como siempre, deliciosa:)Se te echaba de menos.
ResponderEliminarUna abraçada.