domingo, 2 de septiembre de 2012

Chet Baker

El perfecto “beautiful looser” del jazz.


La clara muchedumbre de un poniente
ha exaltado la calle,
la calle abierta como un ancho sueño
hacia cualquier azar.
La límpida arboleda
pierde el último pájaro, el oro último.
La mano jironada de un mendigo
agrava la tristeza de la tarde.
(Fragmento de "Atardeceres" de Jorge Luis Borges. Fotografía: Ainhoa Zapatero)

El cielo, testigo de una tregua que se acaba,  tiene la quietud de un cuadro detenido en cualquier tiempo. Resuena una trompeta venerando nostalgia.

Si un común denominador tienen los músicos de jazz es el tormento y sufrimiento de sus vidas. No sé si por el contexto histórico, la noche, la vida loca o una infancia sin juguetes; pero casi todos los grandes talentos del género tuvieron un durísimo enganche a los alcoholes y las drogas más duras. Quiero creer románticamente que era la única forma que encontraban de aguantar la enorme melancolía que les provocaba su arte.

Chet Baker es otro de los muertos que tiene en su haber ese ocaso narcótico de las drogas. Guapo hasta el dolor, hasta los feos le adoraban. Estaba tan loco que los cuerdos lo envidiaban. Era tan mujeriego que las mujeres le odiaban porque les rompía el corazón; tan genial y talentoso que la vida le tenía celos y acabó por asesinarlo. Pero, a pesar de su relación auto-destructiva con las drogas, es indiscutible la magnífica música que componía, suave y melancólica, jazz sensual.

Tocaba por instinto, sin partituras, y también cantaba por instinto, con la voz triste, nostálgica, encadenando frases, con las que construyó un universo personal, capaz de arañar la esencia de la melancolía humana.

Esta noche escucharéis cómo la trompeta de Chet Baker suena amplia, sostenida, como si la cavidad bucal, armada sobre una contundente mandíbula, ejerciera de caja de resonancia. Aun no le faltaban los dientes carcomidos por la droga.  Sentiréis cómo su música nos transporta al mar, al brillo de la luna, sin importar en qué lugar del mundo te encuentres. A ese lugar onírico es a donde me transporta con esta versión de My Funy Valentine
Lo mismo ocurre con su voz, meliflua y aflautada, que se vuelve susurrante e hipnótica cuando canta.  Es gracioso pensar ahora que, en aquellos lejanos 50, algunos puristas del jazz no aceptaron la faceta vocal de Chet Baker. Simplemente no entendían por qué diablos se empeñaba en cantar, en lugar de limitarse a tocar la trompeta. Pero lo cierto es que todo lo que grabó Chet en esa época es absolutamente mágico y nos acompañará siempre
Los que me conocen bien saben que cada noche cierro los ojos buscando un silencio que no existe. Pero nunca pierdo la esperanza de que una música nocturna me lleve lo más cerca de él. Hoy ha sido Chek Baker. La encantadora melodía primero y el clima que crea el sonido de su voz se apoderan de mí como un bálsamo que ralentiza los tiempos innecesarios y el fuego del corazón para que empiece a latir lentamente.  Y todo se vuelve como un sueño, dulce y embriagador... Almost Blue... O casi…
En 1988 vio la luz el filme biográfico “Let's get lost”. Bruce Weber, su director, muestra su gran fascinación por el genio en cada una de las escenas de la película y, aunque su idea inicial se centraba únicamente en realizar un book fotográfico al músico, finalmente la estrecha relación entre ambos acabó derivando en la puesta en marcha de un largometraje de 120 minutos.

Aquí os dejo el documental al completo. Ojalá podáis conseguir el tiempo para verlo. Realmente, merece la pena.
Por último y para quienes queráis viajar por el espacio, huyendo del tiempo, en este enlace tenéis 100 videos de Chet Baker, música desgarradora que parece resbalarse desde el bronce pulido como una lágrima para llegar a los oídos trepanados por la pena; notas que son la perfecta voz que necesita el alma para expresar sus devaneos, gotas que se bifurcan por las constelaciones internas como un veneno ancestral teñido de gritos…


Felices sueños.

6 comentarios:

  1. Ahora mismo emprendo el periplo, ¡que se dilate en el tiempo!, en búsqueda de Chet Baket.
    Me deswgarra más con su voz que con la trompeta, pese a todo.
    Una maravilla, Victoria.
    Besos

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  2. Hace falta mucha serenidad y resistencia para no ser devorados por el acto creador. Detrás de él siempre hay un abismo.

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  3. Gracias, Victoria, no conocía a este gran músico.

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  4. Bien "V", MUY BIEN..... Pero te voy a engañar, no lo escucharé por la noche, mejor por la mañana mientras veo amanecer y se oculta la luna casi plena después de haber alumbrado la noche seca y templada de los primeros días de septiembre.... luego seguiré con el enlace, seguro que también nos darás una grata sorpresa. Besos

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  5. Delicioso...Aunque tengo que reconocer que me dan ganas de amorrarme al whisky o la ginebra cuando lo oigo ( a mí que no me gustan los destilados!!).Algo tendrá ciertamente de íntimo y atribulado no sólo el proceso creativo si no el resultado.
    Grácias por tu aportación musical a los momentos más especiales de la vida.

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  6. Como siempre, deliciosa:)Se te echaba de menos.
    Una abraçada.

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