domingo, 15 de enero de 2012

Gustav Mahler

“Los que me conocen saben quién fui. Los demás no necesitan saberlo”

Este fue el epitafio que hizo poner en su lápida Gustav Mahler el compositor que con su muerte marcó el final de la vida privada de los personajes públicos tal y como muy bien explica este reportaje de El País en el centenario de su muerte el verano pasado: Mahler, el final de la privacidad. Esta noche se la dedico al hombre que con sus diez sinfonías (la última esbozada pero inconclusa) cambió el mundo de la música clásica. Seguramente me motivó la noticia de que hace un par de días, en el Avery Fisher Hall, una de las salas del Lincoln Center de Nueva York mientras transcurría el movimiento final de la su Novena Sinfonía interpretada por la Sinfónica de Nueva York y en medio de la sutil vibración de las dos arpas, los violines, violas y violonchelos, y muy por encima del contrabajo, apareció una marimba. Pero no se trataba de un instrumento de percusión, sino del ringtone característico de iPhone. Vergonzoso.

El universo sinfónico mahleriano es riquísimo y permite siempre descubrir nuevas sensaciones y significados. Su discografía es inmensa, repleta de reediciones y nuevas aportaciones. Mahler hizo de la sinfonía y la grandiosidad una forma de expresión personal única y un vehículo de evolución y desarrollo de la tradición germánica heredada desde Bach hasta Bruckner, pasando por Mozart, Beethoven, Brahms y Wagner, quien le influyó definitivamente durante su época de estudiante y del que se convirtió en uno de los más fieles intérpretes.

Nuestro gran compositor siempre tuvo la sensación de que la vida se le escapaba entre los dedos como el agua al cerrar la mano, sobre todo desde que viera consumirse durante meses entre fiebres reumáticas a su hermano Ernst, un año más joven que él. Al pie de su cama, inventaba todo tipo de cuentos de hadas para entretenerle, llenos de dragones y caballeros. Contarle cuentos a un niño de trece años que va a morir. Una situación paradójica, despiadadamente cruel, que hará mella en su corazón e inspirará el sorprendente tercer movimiento de su Primera Sinfonía 


La “Cuarta Sinfonía” es un buen ejemplo de algo que caracteriza toda su creación: una facilidad extrema para abarcar todos los registros emocionales que puede suscitar la música. Sus melodías pasan repentinamente de reflejar el anhelo de lo sublime y heroico a describir un regodeo sarcástico y grotesco. Una airosa marcha militar victoriosa se transmuta en unos cuantos compases en una lúgubre procesión funeraria. De lo alto a lo bajo y de lo inferior a lo superior. Para Mahler, una sinfonía debía abarcar la totalidad de la experiencia humana.



El adagietto de la Quinta Sinfonía fue inmortalizado en la película Muerte en Venecia. Esta sinfonía acompaña a toda la película y el adagietto corona el trágico y triste final de la misma.
Nadie que haya visto la obra de Visconti olvidará el exquisito cuarto movimiento de "la Quinta" de Mahler. Es una de esas piezas que suspenden el ánimo, como una profunda compresión del drama humano y que por eso son extremadamente difíciles de describir. Para mí, una verdadera canción de amor.

Su “Octava Sinfonía”, dicen los expertos, no es una obra que se pueda solamente escuchar. Hay que verla al mismo tiempo que se está interpretando. Porque su sobrecogedora monumentalidad tiene sus momentos (el Veni Creator o el finale), pero entre ambos extremos fluye un largo discurso en el que coros e instrumentos se dividen en pequeños grupos instrumentales y vocales casi camerísticos que se van moviendo musicalmente por la escena según un juego de timbres perfectamente establecido. Es la única sinfonía de Mahler que fue un éxito el día del estreno. 


Estaréis conmigo que la música de Mahler es como una espiral abierta hacia la exaltación de la tierra, de la vida, en la que la sinfonía actúa como espejo y síntesis del mundo y la voz, la canción, como su expresión mínima, la más íntima. Al término de su existencia, tanto la “Novena Sinfonía” como su famosísima Das Lied von der Erde (La canción de la tierra) estructuralmente llenas de auto-citas, de miradas retrospectivas hacia el camino musical recorrido, están impregnadas de melancolía y nostalgia. Melancolía que brota del amor a todo lo terrenal que, inevitablemente, habrá de abandonarse. Nostalgia de la tierra. Y de ahí el tono melancólico de la despedida, del adiós, que intenta dejar fluir esa voz, la voz de la tierra: "¡La tierra querida por todas partes / Florece en la primavera y reverdece de nuevo! / ¡Por todas partes y siempre la lejanía luce azul! / Siempre… siempre…".



Mahler ha sufrido periodos de ostracismo por culpa en parte a su carácter innovador y en gran medida por la llegada del nazismo a Europa y particularmente a Austria y Alemania, que la tachó de “degenerada”. Su condición de judío, también ayudó a que esto fuera posible Cuando era minusvalorado en vida por críticos y directores, afirmaba: “Mi tiempo llegará”. Y acertó. Sus sinfonías han ido creciendo en valoración, como un universo sonoro que integra felicidad y dolor, alegría y tristeza, y transmite dudas e intensas y complejas emociones. Un buen montón de esa emociones provocadas por la que fue su inspiración y su desasosiego, su mujer Alma Mahler. Pero esa es otra historia.

10 comentarios:

  1. Exquisita la entrada y yo como siempre aprendiendo.Gracias querida.

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    1. Gracias a ti, Fuen. Vivimos en tiempos sinfónicos, llenos de dolor, tristeza, dudas e intensas emociones, como Mahler. Quizás eso está siendo mi inspiración y desasosiego. Un beso muy fuerte

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    2. Joan Fornsubirà Marsol19 de enero de 2012, 21:31

      No sé si faig el comentari on l'he de fer. Tiro endavant. Estic escoltant la música que ens has regalat. Encara que no sóc un expert, crec que le hauré sentit més o mneys totes les simfonies.Naturalment l 'adagietto de La Mort a Venècia és la que ens ha arribat a tots i l 'adoro. Em commou la pel·lícula , el Dirk Bogarde i la música del gran Mahler. És una de les meves preferides i així consta en el meu perfil. De Mahler vaig veure una certa vegada la peli que va fer l 'anglès Ken Russell però no en guardo un gran record.
      Gràcies Victòria. El teu text m 'ha emocionat i crec que tens una gran intuïció i sensibilitat. A més les saps expressar de forma excel·lent.

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    3. Aquesta manera de reponbre els comentaris en els blogs es nova, Joan. Tots n'estem aprenent. :)
      Quan vaig começar a escriure l'entrada pensava parlar només de le Cinquena, el adagietto, "La Mort a Vnecia" la película i Tomas Man. Però Mahler és tant inmens!. Em semblava molt reduccionista.
      A banda de que el "Veni Creator" de la Vuitena em va cauptivar des del primer moment que la vaig sentir. Vaig creure que valia la pena compartir-lo amb totes les persones sensibles d'aquest món que es fa i es desfà.
      Una abraçda ben forta.

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  2. Gracies! com sempre toques fibra.
    Només un parell de comentaris... en primer lloc dir que Mahler tenia tota la raó del món, el temps posa totes les persones al seu lloc ( o això espero), i en segon lloc, sempre es molt i molt millor veure una obra en directe. Per mi és un luxe poder tenir uns músics al teu davant i poder disfrutar la música en tots els sentits.
    Com sempre gràcies mestre
    Noemi

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    1. Totalment d'acord, Noemí. La música en directe és... ( i ara qué dic jo?) Inclús quan comparteixo videos del youtube m'agrada buscar les interpretacions en directe. Són merevelloses les seves imperfeccions.
      Només un petit incís. L'única i veritable mestra de música ets tu. (Bé; i la Noelia :))

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  3. Qué preciosidad!!!

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  4. Una noche de concierto. Me encanta la música clásica, como dices tu, por que provoca muchas emociones en cada una de nuestras células. Gracias por el regalo de esta noche, como siempre, genial. Una abraçada.

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    1. Son días de fuertes emociones para mí, Mari-bel. Mi caràcter optimista y vital, en lucha contra la enfermedad, en lucha contra los políticos que nos roban lo que tanto nos costó conseguir para ponerlo a los pies del canibalismo depredador del capitalismo más feroz desde la II Guerra Mundial. En un momento en el que me siento débil, en el que siento que nos han vencido, que nada tienen remedio, que no voy a poder ver un mundo mejor sino dentro de las personas que quiero, que sois muchas, muchísimas, pero que no somos suficientes...
      Mahler ha sabido condensar todo esto, en estos momentos, casi por casualidad. O no...
      Un beso muy fuerte.

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