viernes, 5 de agosto de 2011

Vicente Amigo

“El Chopin de la guitarra flamenca”


Esta tarde, huyendo del calor y los mosquitos me he metido a cacharrear en el Facebook y he descubierto un video que mi amigo vasco con nombre catalán, Jordi Pedrosa, con el que tanto me une musicalmente (no sólo), había compartido en mi muro y que las actividades veraniegas habían hecho que se me pasara.
Me refiero a un tema de Vicente Amigo uno de los más virtuosos y destacados guitarristas de su generación y un incansable investigador de las enormes posibilidades estéticas y sonoras del flamenco. El tema, Autorretrato, junto al desaparecido Enrique Morente.


Curiosamente, a principios de julio leí que en el concierto inaugural del Festival de la Guitarra de Córdoba, su tierra, a los pocos minutos de comenzar a sonar este tema en las seis cuerdas de su guitarra, Vicente Amigo paró para dedicar ese concierto al maestro Morente.


Así que esta noche de calor con la luna en cuarto creciente y las chicharras cantando junto a mi ventana me he dedicado a dejarme llevar por la calma y el arrebato en perfecta armonía de este magistral guitarrista.

Su consagración como primera figura de la guitarra flamenca la obtiene en mayo de 1989 al ganar, por unanimidad, el Premio Ramón Montoya de guitarra de concierto en el XII Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. En 1993 compartió escenario con Paco de Lucía, Al Di Meola y John Mclaughlin y comienza una carrera internacional que lo lleva a colaborar a menudo con las más prestigiosas figuras del mundo de la música. En 2001 obtuvo el Grammy al mejor disco flamenco por su larga duración “La ciudad de las ideas”

La guitarra de Amigo cautiva a todos los públicos y generaciones, flamencos y no flamencos, jóvenes y mayores, por haber conseguido darle una especial sensibilidad interior. Fijaos en su toque, a la vez íntimo y rítmico, en el tema Callejón de la luna.

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 Poesía hecha música
“Si mi voz muriera en tierra, / llevadla al nivel del mar / y dejadla en la ribera”, (R. Alberti)

La obra de Vicente Amigo, “Poeta”, está dedicada a Rafael Alberti. Se unen, así, dos grandes del arte, del arte de la guitarra flamenca y del arte de la palabra. A sus poemas Amigo le puso una profunda y apasionada música. El resultado es, literalmente, un mano a mano entre dos poetas: todo se entreteje, el virtuosismo de los dedos vertiginosos y el sonido de la guitarra, y como lo dice el mismo Alberti: “Vicente Amigo (…) ha sabido trasladar a la música todo el latido y temblor de mis versos”.


Vicente Amigo es sin duda pionero dentro del flamenco en la búsqueda de otros sonidos. Si bien es considerado uno de los principales exponentes del sentir flamenco, eso no le ha impedido combinar el rico acervo de la música andaluza con cadencias latinoamericanas, con jazz, pop y hasta de música clásica. Por su exquisita y excepcional capacidad de composición se le ha llamado "el Chopin de la guitarra flamenca". No es de extrañar que su éxito haya sido rotundo.

Y para acabar, La tarde es caramelo, el 2º tema del disco “La Ciudad de las Ideas” un regalo para Jesús que adora esta canción.

4 comentarios:

  1. Un gran y buen descubrimiento. Gracias Victoria. La guitarra es mi asignatura pendiente, estoy en ello, así que ya puedes imaginarte lo que me ha apasionado hoy tu "Música con nocturnidad y alevosía. Una abraçada:))))))

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  2. Me imaginaba que estabas en ello por la foto de tú perfil. Mi primera guitarra (aún la tengo) me la regañaron los Reyes con 12 años (a esa edad aún creía en ellos, mira si era inocentona).
    Un beso muy grande, Mari-bel. :))

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  3. Mira por dónde, acabado mi estresante 'descanso' en Portugal, inevitablemente pongo en planos musicales afines los fados, que tan suaves me han sonado, y este Vicente Amigo que sí, aporta a la música todo un latido y temblor poéticos. Impresionante, Victoria el flamenco.
    Abrazos

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  4. Yo descubrí el flamenco muy tarde, Pili. Para una "revolucionaria" como yo, el flamenco era (lo era de verdad) la representación de la España de "fandango y pandereta, cerrado y sacristía", la de Una-Grande-Libre, la del típico tópico, como si no hubiera ningun otro signo de identidad. Pero igual que me pasó cuando recuperé el término familia que nos había robado la derecha al formar la mía, Manuel Gerena me hizo amar y desear profundizar en el flamenco.
    Sólo hace falta ser madre o padre y de izquierdas para entender lo que se siente al oír "la nana del despertar" de este cantaor de militancia comunista que vendía miles de discos y libros, y que era capaz de arrastrar tras de sí y por igual al pueblo llano y sencillo y a la intelectualidad de la época, sobre todo a la que le había plantado cara al franquismo.

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