domingo, 14 de mayo de 2017

Nino Rota: El Padrino

La banda sonora de la mafia

Violencia. ¿Cómo suena la violencia? ¿Cuál es la música de la violencia? “Asociamos la violencia con sonidos que se sacuden bruscamente y que restallan con espasmos que nos sorprenden, que nos asustan; estallidos fuera de control que sirven de prolongación de una conducta trastornada” nos dice Pablo Gil en elmundo.esAsí era hasta que llegó  El Padrino” (“The Godfather”) sin duda uno de los grandes títulos que han marcado la historia del cine. Se ha argumentado muchas veces que ninguna película ha tenido tanto impacto en el cine como este film de Francis Ford Coppola. Estrenado en1972, no sólo definió todo el género subsiguiente de películas relacionadas con la mafia, sino que sigue siendo una exhibición realmente memorable de cómo contar historias dramáticas en su forma más convincente. La adaptación de la novela más vendida y polémica de Mario Puzo, realizada por Coppola y el propio autor, encapsulaba tantas cosas que justificaba cada minuto de sus casi tres horas de duración, dejando espacio suficiente para la que sería la trama más larga de la segunda película de una memorable trilogía, para expandirse aún más sobre los mismos personajes. Mientras que la mayoría de las películas utilizan, intencionalmente o no, estereotipos en la definición de sus caracteres, Puzo y Coppola inventaron un reino entero de nuevos estereotipos en El Padrino.


La obra maestra de Francis Ford Coppola, pues, siempre será recordada por sus representaciones icónicas, su agarre y su pionera cinematografía. Pero no hay que olvidar el papel imprescindible de su banda sonora, compuesta por el prolífico Nino Rota. No es muy conocido por el público que el estudio quería que fuera Henry Mancini el compositor de la banda sonora, incluso uno de los productores había llegado ya a un preacuerdo con él. Pero Coppola tenía otra idea. Admiraba a Rota por sus trabajos junto a Fellini y Visconti. "El Padrino", más que una historia sobre la mafia, contaba la desintegración de una familia, es decir, prácticamente el mismo tema de “El Gatopardo” de Visconti cuya música había compuesto unos años antes el propio Nino Rota. Así, a comienzos de 1972, Coppola viajó a Roma con la película bajo el brazo para que el viejo maestro pusiese la música.

Coppola acertó de pleno ya que Rota consiguió componer una música que no solo refuerza la historia sino que forma parte de ella. Todos los buenos aficionados al cine la hemos tarareado en más de una ocasión y canturrear sus notas significa evocar inmediatamente a la familia Corleone y lo que les acontece: los turbios negocios de la mafia, sus ajustes de cuenta, la venganza, el asesinato. Y, sin embargo, todo eso llega envuelto en lentas, armoniosas y bellas melodía, temas que se adaptan perfectamente a la emoción y la estética de la película, y que han definido lo que pensamos que es la música de la mafia. El mismo Rota apuntó en una entrevista que el encargo de Coppola fue muy claro, que le dio indicaciones bastante precisas de cómo imaginaba el sonido de esta familia encadenada a la fatalidad: nada de música “de gángsters”, policiaca o similares. La petición que le fue hecha contenía una palabra clave que Rota no solamente interiorizó sino que defendió magistralmente: meridional. Y es que probablemente el compositor no fue solo elegido por su gran prestigio internacional por su trabajo con Federico Fellini, si no por el interés en reflejar de la manera más realista posible la herencia italiana en Estados Unidos. Qué mejor para ello que llamar a un compositor italiano que permitiese reflejar esa tradición y tono. El resultado es que su tema principal y su tema de amor son dos de esas piezas de la música de cine que tenemos ya grabadas en la mente cuando escuchamos sus primeros compases.

Tres temas principales abordan directamente los tres elementos emocionales de la trama, cada uno sobre un motivo que representa un personaje o una emoción: tradición, amor y miedo, que se repiten y desarrollan a lo largo de la película.

El tema central es un vals, El vals del Padrino, de tono triste que da vueltas y vueltas a su ritmo de tres por cuatro, representando la espiral inacabable de violencia en la que están envueltos los Corleone. Coppola quería un vals para acompañar la personalidad del padrino y su familia: alguien que mata, y mata, y... El tema se repite a lo largo de la película, siempre que hay un tiroteo, una muerte o alguien resulta herido, en clara identificación del sello de identidad de la familia, sonando a veces melancólico, triste y elegíaco, otras veces dulce y romántico o incluso siniestro. Sin embargo, este no es el tema de Vito Corleone (un fascinante e impresionante Marlon Brando), sino de los ideales que encarna, la tradición, el honor, la fuerza. Aunque los actos terribles se llevan a cabo en su nombre, el Vito Corleone que vemos es más suave, bailando con su hija el día de su boda, jugando al escondite y al ratón con su nieto. No es la violencia lo que lo motiva sino el honor y el respeto a la tradición y la vieja manera de hacer las cosas.


Más allá de recomendar encarecidamente la audición de este nostálgico y efectista, brillante y, ante todo, inspirado Godfather Waltz (Corleone’s Waltz, en la partitura de Rota) quisiera destacar cómo Rota matiza esta primera composición con un segundo tema que adquirirá a lo largo de las tres entregas un creciente protagonismo hasta centrar, en la tercera parte, un momento álgido en lo que a emotividad se refiere: el The Godfather Love Theme, interpretado por el joven tenor Anthony Vito Corleone, con el único acompañamiento de la guitarra.


Esta canción de amor aparece en relación a Michael y Apollonia. Hasta entonces, la melancolía suena como una extensión de ese destino sanguinario. Con Love Theme se impone lo que hasta ahora parece un matiz: la nostalgia. El uso de instrumentos tradicionales, inusuales en el entorno de la banda sonora orquestal como acordeón, trompeta y mandolina nos remiten a los orígenes, a una Sicilia idealizada, ya demasiado lejana: inalcanzable. Michael intenta regresar a ella, ser parte de ella, como un sueño romántico, pero su fracaso es despiadado. Una vez más, no hay vuelta atrás. Y la música nos lo está diciendo.

Para este tema, Nino Rota recicló una vieja melodía que había compuesto en el año 1958 para la película italiana “Fortunella”. Ganó el Globo de Oro a la mejor canción de película y fue nominado en la misma categoría al Oscar, al igual que toda la banda sonora  pero, finalmente, fue descalificado cuando se supo que pertenecía a una obra anterior. Dos años después Nino Rota y Carmine Coppola, el padre del director,  pudieron resarcirse ganando la estatuilla con la banda sonora de “El Padrino II”. 

En Los pasillos del miedo aparece en la tensa escena del hospital, donde el pensamiento rápido de Michael salva la vida de su padre y acaba captado para la causa, algo de lo que siempre había huido. La música, la edición, los largos pasillos, todo es rígido, todo es tan inquietante, casi como una película de terror. A principios de la escena oímos una nota alta, sostenida en las cuerdas, superpuesta con un poco de tensión, palpitantes acordes del piano. Cuando Michael se da cuenta de que los guardias y el personal del hospital han abandonado sus puestos, empieza una búsqueda frenética de su padre. Aquí el tema hace su entrada, una trompeta triste, jugando una serie de figuraciones descendentes que imitan a la espera de la caída de Michael. Lo que subraya este punto es el ritmo del tambor solemne tocando el ritmo de una marcha de la muerte. Los tambores siguen, con temblorosa cuerdas graves, cuando Michael localiza su padre y hace los preparativos para trasladarlo a un lugar seguro.


Rota resume brillantemente las tres ideas, tradición, amor y miedo, en The Godfather finale, entregándolas a secciones orquestales que no estaban presentes en sus versiones anteriores y añadiendo el coro para un valor de impacto obvio.


Llegamos al final, por hoy. Llevaba muchos días lejos de mi refugio musical. La vida no me da cuartel. Solo me queda deciros que me encanta la música de Rota porque está hecha por un verdadero artesano. Rota estaba abierto a todo. Estudió música medieval y barroca, amó a Satie y a los compositores rusos, estaba fascinado por lo que llamamos música del mundo, y usó los sonidos electrónicos de una manera fascinante. Fascinante, como lo es la banda sonora de esta inconmensurable película.

Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב

Fuentes
http://www.efeeme.com/las-grandes-b-s-o-el-padrino-musica-de-nino-rota/ 
http://cineultramundo.blogspot.com.es/2012/08/critica-de-el-padrino-francis-ford.html
http://orfeoed.com/melomano/2013/articulos/curiosidades/musica-de-cine/el-padrino/ 

domingo, 23 de abril de 2017

Lhasa de Sela

La voz nostálgica de un ángel errante

Los que me seguís desde hace tiempo sabéis que siempre he buscado mujeres que me acompañaran con su música en mi nocturnidad. Así  hace ya 7 años, me encontré con Lhasa de Sela. Pero nada más conocerla me convertí en una huérfana más. Los amantes de la voz profundamente humana de esta cantante canadiense, se quedaron absolutamente huérfanos el 1 de enero de 2010 a causa de un cáncer de mama que se la llevó por delante. Con sus 37 años sólo le dio tiempo a dejarnos tres discos, eso sí, a cada cual más hermoso. Creedme. Cada cual más hermoso.


Si buscáis información de la vida de esta ausente (que no muerta) podréis encontrar que Lhasa fu fruto de un amor mestizo, itinerante, utópico, diría. Estadounidense de nacimiento, canadiense de nacionalidad, de padre mexicano y de madre judía, pasó su infancia en un camión, viajando entre Estados Unidos y Méjico, acompañada también por sus tres hermanas. De pocas personas como de ella puede decirse que son hijas de la carretera. Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé sonriente y con los ojos algo rasgados.

Alejada de la televisión y de la fiebre consumista, la pequeña Lhasa de Sela crece rodeada de libros, música e imágenes de la ruta que desfila delante de sus ojos almendrados. Durante 7 años, Lhasa se impregna de sensaciones y de recuerdos que influirán claramente en su trabajo como artista. Pero al oírla, estaréis conmigo que la única verdad de Lhasa es la que se oye, y lo que se oye es pura cadencia, pura languidez envuelta en el crujido de la música no envasada, libre, viva.

He tenido la gratísima sorpresa de escucharla cantar en tres idiomas: francés, inglés y español, con una perfección que definen sus orígenes. En todos ellos muestra una personalidad extremadamente melancólica y nostálgica sin caer nunca en la tristeza, a pesar del pesimismo de algunas de sus letras. Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John “Sayles Casa de los Babys”, el documental de Madonna o la serie “Los Soprano”, y suenan a chanson francesa, folk norteamericano, blues, ranchera...


Su voz tiene algo ancestral, parecía que cantaba desde fuera del tiempo, desde el instinto y los sentimientos en bruto. Sus músicas ponen la piel de gallina, como si fueran caricias; como si pudieran acompañar cualquier recuerdo, cualquier imagen bonita pero pasada, guardada escondida en el fondo del corazón. Lhasa parece compartir sus propios recuerdos, sus propias imágenes interiores como si fueran los recuerdos de todos los que la hemos podido escuchar, aunque haya sido demasiado tarde.


Yo me estaba levantando
Golpeando el suelo
Y al final, al final

Estaba atrapada en una tormenta
Las cosas estaban volando a mi alrededor
Y las puertas se estaban cerrando
Y las ventanas se rompían
Y yo no podía oír lo que decían
No podía oír lo que decían
No podía oír lo que decían

Yo me estaba levantando
Golpear el suelo
Y al final, al final
Hay que
Levantarse
Levantarse

Su propia experiencia con el dolor y el sufrimiento hicieron que tuviese una visión de la vida cargada de esperanza, aunque siempre sintiera predilección por las baladas tristes: “Hay que aceptar que la vida es como es: unas veces estás arriba y otras abajo. La vida es dramática, pero llegó un momento en que me di cuenta de que ya no quería sufrir, por eso luché con la finalidad de estar bien. Ahora veo que esta es una lucha de todos los días. Hay que diferenciar el dolor del sufrimiento. El dolor es algo que pasa; el sufrimiento es cuando agarramos el dolor y lo gozamos. Es más fácil ser infeliz que feliz, y como he sufrido bastante en mi vida, el perfume de belleza de la tristeza se ha quedado en mí de manera indeleble, no lo tengo que trabajar, allí está”




Lhasa visitó "Los conciertos de Radio 3" en 2004. Presentaba su disco "The Living Road". Un hermoso concierto, sin duda, al puro estilo Radio 3.
Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير. Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב