“Lleva mucho tiempo sonar como uno mismo”
Desde que me
aficioné hace ya dieciséis años a acabar mis largos días compartiendo mi pequeño
universo musical (germen de lo que dos años después supuso la creación de este blog)
he hecho más de un quiebro para no tropezarme con él. Todo lo que pueda yo
decir de Miles Davis,
ya está dicho. Eso sí. No dejo de preguntarme qué hubiera sido del jazz moderno
sin él.
Si lo pensáis, Miles Davis es, tal vez, el único músico de jazz que nunca tuvo un apodo. Él es Miles, punto. Y “Kind of Blue”, uno de los 20 discos más importantes de la historia de la música. O no. Pero no es imprescindible tener la razón para describir correctamente la realidad. Era el 17 de agosto de 1959, y un nuevo disco de jazz salía a escena a generar un punto de inflexión en la historia de la música: 66 años desde su lanzamiento y sigue siendo ese referente musical que marcó un antes y un después en la historia del género y más allá.
Cuando “Kind of Blue” se grabó, algo misterioso ocurrió en la historia de la música moderna, pues registró de manera casi plástica y como que sin querer queriendo y sin mayor ensayo previo, ésta es la cuestión, la melancolía de una nación. ¿Qué había en “Kind of Blue” que hizo que una refinada élite que disfrutaba, esencialmente, de la música clásica se interesara por lo que aquellos rebeldes (de mayoría afroamericana) tocaban? La respuesta, en gran medida, está en Blue in Green: la balada que “blanqueó” al jazz.
Estaréis conmigo en que Blue in Green es absolutamente impresionante, La melodía es de una belleza cautivadora, transmite una profunda sensación de calma e introspección creando una atmósfera de nostalgia y serena reflexión. La interacción entre el piano de Bill Evans y la trompeta de Miles es sencillamente mágica. En realidad, Blue in Green no es solo una canción, es una experiencia: un viaje jazzístico a través de la emoción y el alma.
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John Coltrane, Cannonball Aderley,
Miles Davis y Bill Evans, fotografiados por Don Hunstein durante la grabación
de 1959 (Clarín) |
Miles Davis es "el artista" por excelencia. Un hombre imprescindible en el jazz moderno ¡desde finales de los 40! Lo fue para los Boppers al lado de Charlie Parker, para el cool con Gerry Mulligan, para… ¿para quién no?. Miles, como el genio que era, escogió en el momento preciso a las personas adecuadas para abrirle paso a una tendencia fundamental que, de no haber sido por esa selección y por esa conjunción musical, se habría diluido irremediablemente en el barullo azaroso de la vida y el trabajo en el que todos estaban inmersos. Miles dibujó en ese instante un arco temporal en función del cual la influencia de la música interpretada estaba llamada a tener una consistencia de perduración canónica, como ocurrió con lo que hicieron Bach o Mozart o Beethoven, que pareciera que están fuera del tiempo, que sus composiciones son siempre contemporáneas, que nunca suenan a viejo, que son, literalmente, clásicos. Y si algo adquiere el estatuto de clásico es porque está fuera y por encima de las modas. Miles es el músico del SXX. Hacer una obra maestra tiene mérito, reinventarse varias veces a si mismo con obras maestras, es lo que le hace imprescindible.
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Fotografía de Cultura Inquieta |
Un último dato: "Kind of blue" vendió, nada más y nada menos, que más de 2.000.000 de copias. Un hit en el jazz en tiempos del reinado del rock que puso el listón muy alto durante décadas. En la actualidad, todavía vende 5.000 copias a la semana.
No me voy a despedir sin hablar de Gaza. Cuando Janine di Giovanni, una periodista que ha cubierto Sarajevo, Ruanda, Irak o Siria dice que nada se compara con Gaza, no es una hipérbole: es un diagnóstico. Gaza no solo es la violencia extrema contra una población encerrada y castigada colectivamente, es también el espejo que nos devuelve la imagen más repugnante de nuestra época: Lo que distingue a Gaza no es solo el horror, sino la impunidad con la que se ejecuta mientras Trump y Netanyahu nos venden un plan de paz sin garantías ni justicia. Ofrecen a los palestinos la opción de elegir entre el apartheid colonial y la ocupación, en el mejor de los casos, y en el peor, sirve de pretexto para la continuación del genocidio. No es un plan de paz, es un ultimátum. Mientras, Israel asaltó el miércoles los barcos de la flotilla Global Sumud en aguas internacionales, donde rige el derecho a la libre navegación. Fue, por tanto, una operación completamente ilegal, que ha levantado protestas en todo el mundo. Israel es un estado genocida. Y desde este espacio no dejaré de denunciarlo. No desconectemos de nuestra humanidad, no dejemos de hablar de Palestina.
Buenas noches. Bona nit. Boas noites. Bones nueches. Arratsalde on Надобраніч. طاب مساؤك. לילה טוב