La historia del saxofón , uno de los eternos protagonistas del jazz, tiene tres momentos fundamentales: Sidney Bechet , que consiguió convertirlo en el instrumento líder de las bandas de swing, en los veinte, Charlie Parker , que en los años cuarenta dio al saxofón el lenguaje que habría de tener hasta Coltrane, y que en varios sentidos aún se conserva, y John Coltrane, que desde los años setenta ha venido definiendo el estilo de los saxofonistas hasta hoy.
Mi música nocturna y alevosa de esta noche de domingo se la quiero dedicar a este último, John Coltrane, uno de esos pocos hombres, en arte o en otras cosas, que son capaces de hacer la revolución.
Para todas aquellas personas, melómanas o no, que amamos el jazz, el nombre de Coltrane (Trane para los amigos) es sinónimo de maestro incontestable ya que con su saxo se convirtió en uno de los creadores más importantes de toda la historia del jazz.
Pero algo que nunca hay que olvidar en su trayectoria musical es que en los años cincuenta John Coltrane era un músico en sus veintimuchos años con un gran talento y un problema aun más grande: su afición a la heroína. La heroína era el azote del mundo del jazz, la verdadera música del diablo, y los músicos de este género eran muy comúnmente víctimas de esta adicción. Eso le provocó ir de despido en despido, incluso por Miles Davis , dando bandazos.
Pero en 1957 vive una conversión, que le hace abandonar el hábito de la droga, al experimentar “la gracia de Dios, un despertar espiritual que me llevó a una vida más rica, completa y productiva” según sus propias palabras. Durante este periodo incorpora a su música el interés por folklores ajenos a la tradición jazzística europea: el flamenco (Olé Coltrane), la música y ritmos africanos (Dahomey Dance, África) la música india (Aisha) etc.
A partir de 1962 comienza un nuevo proyecto con su firma para el sello Impulse! donde graba en directo desde el Village Vanguard de New York, una serie de conciertos absolutamente memorables.
En 1964 graba Crescent un álbum que indica el desplazamiento espiritual, de alabanza a Dios, de su música, una espirutualidad que llega definitivamente con su álbum quizás más conocido por el gran público: A Love Supreme
“Mi propósito es vivir una vida auténticamente religiosa, y expresarlo en mi música”, dice Coltrane en una entrevista de la época, “la música puede hacer al mundo mejor”, por lo que busca tonos y escalas de particular “significado emocional”.
Con el disco Ascensión de 1965 da un nuevo giro a su música introduciendo un concepto más radical que le lleva definitivamente al freejazz , un movimiento que, tengo que reconocerlo, no me llena demasiado.
Pero apenas logró vivir dos años más, hasta 1967, cuando murió a los 41 años de edad. Aunque influido por el budismo de la India, Gandhi, o la astrología de oriente y occidente, Coltrane decía que sabía que moriría pronto, pero no por los antecedentes familiares de cáncer de estomago, sino por sus convicciones astrológicas, fue una infección hepática la que le mató, seguramente, fruto del castigo al que la droga sometió a su cuerpo.
Una de las aportaciones más reseñables de Coltrane es la que se refiere a la extensión de los solos de jazz, al eliminar cualquier límite temporal a los mismos y dejar su extensión al arbitrio de las necesidades del intérprete (de ahí que muchos temas de Coltrane sobrepasen, por ejemplo, los treinta minutos).
El solo de este disco con el mismo nombre tiene una anécdota muy interesante que escuché hace muchos años en el programa de jazz de Radio 3 "A todo jazz" (Respirando jazz a través de las ondas) del maestro Cifuentes.
Resulta que esta pieza fue una improvisación de Coltrane durante la grabación del disco del mismo nombre, en 1957. Sucedió que una estudiante de conservatorio se pasó toda una semana transcribiendo nota a nota este tema para estudiarlo. Un tiempo después, en una actuación, la muchacha se dirigió al saxofonista y le ofreció la partitura peguntándole si podría interpretar aquello. Coltrane la miró durante un rato y, finalmente, movió la cabeza negativamente. Es muy difícil, dijo.
Y para acabar os dejo con este impresionante dueto con Duke Elligton: In a Sentiment mood
Estaréis conmigo que si alguna vez una obra hace a su autor inmortal este es uno de esos casos
Una pasada...subiendo el listón. No veas que bien me viene.Gracias
ResponderEliminarMe ha conmovido la anécdota de 'la transcriptora' de la partitura. Mucho más, la finísima y humilde respuesta del saxofonista.
ResponderEliminarGrandes los dos, grandes.
E irrepetibles los Coltranes de la esfera musical.
(agradezco tu hermoso comentario en 'autocare')
Y yo que me creía un enteradillo en música... De verdad, el nivel de tus entradas es superior.
ResponderEliminarMe reservo para hacer el comentario después de haber "estudiado" lo suficiente sus explicaciones.
Se está convirtiendo en un momento mágico zambullirme en la música para recuperar fuerzas. Y un viaje a la banda sonora de mi vida, acompañada de tantas imágenes y recuerdos, broche de oro para este placer compatido.
ResponderEliminarUn besote, querida amiga.
Después de las derrotas y las cruces, los hombres se vuelven más sabios y más humildes (Benjamín Franklin)
ResponderEliminarLa grandeza de los grandes es patente cuanto más pequeños se creen, Pili.
Fue un verdadero placer subir a tu "autocare". Me encontrarás a menudo por allí, no lo dudes.
No eres un enteradillo en música; eres un gran, profundo y extenso conocedor del abanico más grande de estilos, grupos, compositores, cantantes, músicos que conozco, Jesús.
ResponderEliminarHe aprendido más de ti que de todos los programas de radio que he oído ni de todo lo que he leído.
Tener un nivel alto es fácil cuando se tiene un buen maestro. Por muy alumna aventajada que haya sido :))