domingo, 15 de octubre de 2017

Canto Gregoriano

Música para encontrar la paz

No estamos en Semana Santa, ya lo sé, momento típico para escuchar gregoriano, pero el ambiente plomizo de las semanas santas de mi infancia está en el aire desde hace días. A la vez, todo tiembla. Reconozco en mí una necesidad de buscar cierto equilibrio interior, un poco de paz. Porque, aunque nos tengamos que agarrar a las paredes para no caernos, la vida diaria, la de las gentes normales y corrientes, continúa.

Sant Pere de Casserres
Ayer fuimos a visitar el monasterio de Sant Pere de Casseres, monasterio benedictino de la comarca d’Osona, muy cerca de Vic. La plana de Vic estaba cubierta por la bruma, hacía fresco, ese fresco húmedo que te cala sin casi darte cuenta. Al llegar al monasterio la sorpresa fue grande. Ante la belleza del lugar, un meandro del Río Ter, el espíritu, embriagado, se dispara. A menudo me parece sorprendente tener tan y tan cerca maravillas como esta y no ser conocedora de su existencia. Ayer aprendí de dónde deriva la palabra siesta, por qué en catalán decimos “fer nones” a ir a dormir y la diferencia entre una abadía y un priorato.

Siendo sincera os diré que allí deseé desaparecer del mundo por unos días, que envidié a quienes tienen la posibilidad de alejarse de todo, desprenderse de todo aunque sea por poco tiempo. Durante la visita hubo pocos momentos de silencio (el respeto es un bien escaso en nuestra sociedad, cada vez más escaso) pero en los pocos en los que lo hubo no me fue difícil imaginar escuchar, salido entre las brumas, ese canto gregoriano que se funde, como en un delirio, en un océano de silencio, de calma...  Música silenciosa, búsqueda de camino. Meditación.

Hay una explicación científica del por qué este tipo de música relaja tanto. El canto gregoriano usa un ritmo similar al de la respiración. Se crea por lo tanto, una armonía entre la frase cantada y la respiración de quien canta, por eso es una música que favorece la meditación y la interiorización de las palabras cantadas, y posee un efecto psicológico y fisiológico muy profundo: la respiración se calma y el latido cardíaco disminuye. En este contexto musical, el individuo puede fácilmente alcanzar un estado de atención y relajación.

Abadía de Solesmes
En el mundo de los amantes del canto gregoriano es conocida la deuda contraída con la Abadía de Solesmes donde, mientras se custodia, se restaura y se difunde tanta documentación de canto gregoriano como en un museo de gran riqueza, continúan los estudios sistemáticos y resuena a diario, al igual que en Silos, el canto vivo de la tradición. En 1837, este antiguo priorato benedictino, ubicado a orillas del río Sarthe, en Francia, es erigido en Abadía. Desde entonces, el significado que adquiere Solesmes para la liturgia romana y para el canto gregoriano en particular, será decisivo para los destinos de este tipo de espiritualidad musical. Su imponente aspecto, dejándose reflejar majestuoso sobre el río, está tan relacionado con el canto gregoriano, que para muchos casi constituye  como su equivalente visual. Centro pues de la restauración de este repertorio musical, enclave único de estudiosos, historiadores, liturgistas, musicólogos, buscadores de Dios que se expresan a través de la alabanza cantada de la manera más exquisita.


Al contrario de lo que muchos de los pocos (qué paradoja) que se acercan al gregoriano creen,  este no es un canto para la liturgia, sino la misma liturgia cantada. Todo cuanto lo constituye corresponde a la plegaria y al servicio del momento ritual específico en cuyo interior se colocan texto y gesto. El gregoriano es el modelo de canto puramente vocal y nadie piense en un arcaísmo, en pobreza o en pauperismo, sino en un proyecto que sostiene una espiritualidad concreta, bien definida por los padres de la Iglesia. No he querido extenderme en ello precisamente por eso, por lo extenso del tema.

El organum por excelencia es el hombre, la persona hecha de corazón, mente y voz. La comunicación personal entre lo divino y lo humano pasa a través de la interpretación coral, un recíproco perderse y reencontrarse, despojado de oropeles. Un aspecto que confiere un gran valor al gregoriano es su variedad y riqueza de formas musicales, derivadas tanto de determinados comportamientos corales inducidos por los ritos, como de verdaderas dimensiones de la plegaria, cuya verdad conserva en su base un valor antropológico. Aquel oyente que, carente de una iniciación litúrgica y de la experiencia personal de una celebración auténtica, con todo su empeño lúdico pero exigente, es capaz de captar el canto gregoriano no sólo desde su exterior, sino desde su más íntima expresión, se ver tentado de leerlo de un modo plano, con el consiguiente riesgo de percibir (aunque inconfesadamente) la "monotonía" de su melodía. Nada más lejos de la realidad. Los matices del gregoriano en cada canto son infinitos y dependen mucho del coro de voces que los interpreta.

La abadía benedictina de Santo Domingo de Silos (Burgos) es uno de los referentes mundiales de la espiritualidad universal que se hizo muy popular en todo el mundo por sus discos de canto gregoriano. Hace tiempo, un amigo me preguntaba con ocasión del éxito mundial que obtuvo el CD del Coro de monjes de Santo Domingo de Silos: "¿Tú crees que este repertorio sirve para aumentar el grado de cultura entre la gente o es sólo un instrumento para vender más discos?". La respuesta era evidente: el canto gregoriano hace "cultura", gracias a él hay una serie de personas que conocemos una "cultura" diferente a la suya. Sólo el que busca y consigue captar su verdadera identidad, por lo menos con su estudio y audición, podrá obtener una valiosa gratificación estética. Los monjes de la Abadía de Silos han contribuido a llenar el catálogo de discos de canto gregoriano con obras intensas y suaves. Particularmente cautivadoras son las frases finales que a menudo parecen difuminarse en la nada, como absorbidas por los muros de piedra que rodean el coro. En la colección gregoriana de Silos, el canto es viril, exacto y estudiado e inevitablemente atractivo. La ornamentación y alargamiento en las notas, producen de inmediato esa gran sensación de paz de la que hablábamos; la paz espiritual que todo hombre alguna vez busca en su interior, dañado por el devenir de la vida diaria. 


La popularidad de estos monjes humildes y sencillos, traspasó nuestras fronteras dando la vuelta al mundo, pero todo volvió a su cauce y la imposición de la moda y las necesidades del mercado y el consumo les hizo caer de nuevo en el olvido. Sin embargo, el canto gregoriano sigue ahí, como lo ha hecho durante siglos, para servirnos de refugio espiritual, independientemente de nuestras tendencias religiosas porque como bien dicen algunos, la espiritualidad, no está reñida con la creencia.

Yo tuve la gran ocasión de escucharlos en directo en la propia abadía. El canto de los monjes de Silos te envuelve, te eleva el espíritu y te infunde una gran serenidad. Como decía Fray Luis de León: el aire se viste de hermosura.


Si habéis llegada hasta aquí, gracias. Sé que esta noche no era fácil hacerlo. Si es así, creo que esta noche podréis dormir un poco mejor. Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב

Fuentes
http://www.melomanos.com/la-musica/formas-musicales/el-canto-gregoriano/
http://www.unavocesevilla.com/APUNTESGREGORIANO.pdf

http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350645ffae.html?sp=y&refresh_ce