martes, 18 de noviembre de 2025

"Si me borrara el viento lo que yo canto": cantar contra el dictador

 La angustia de que todo el esfuerzo y el coraje, de que esas vidas rotas en la lucha por la democracia se pierdan en el olvido (Máximo Pradera)

El 20 de noviembre se cumplen 50 años de la muerte del dictador. Pero, como dice Javier Cercas en El País, muerto el perro no se acabó la rabia, porque cuarenta años de dictadura son una eternidad. Su muerte no representó el fin del franquismo; tampoco, el principio de la democracia. El franquismo era robusto a la muerte de Franco, aunque no lo bastante robusto para imponerse al antifranquismo; el antifranquismo era robusto a la muerte de Franco, aunque no lo bastante para imponerse al franquismo. De ese empate de impotencias surgió en España la democracia. Uno de los elementos que ayudó al antifranquismo a esa robustez fue la canción protesta de la que España fue una superpotencia mundial.

Desde los tiempos más remotos, los oprimidos han cantado para armarse de valor en momentos de zozobra o provocar al poder para rebelarse contra él.  En España hay una larga tradición de canción protesta que se remonta al ‘Himno de Riego’ y al ‘Trágala’ del siglo XIX. Aunque es durante la dictadura franquista y los primeros años de la Transición española cuando alcanza su esplendor este género que nos ha legado joyas musicales imperecederas. En los años 60 y 70, España produjo canciones protesta en cantidad y calidad como no ha habido en ningún otro lugar del mundo. Lo hizo en las condiciones más adversas imaginables, bajo una dictadura que censuraba, perseguía, encarcelaba y mataba. En ese campo, España se vino arriba por necesidad. Mientras en otros países la canción protesta era una opción estética o política, aquí era una necesidad vital. Fue como la gasolina de la oposición a Franco.

Cantar contra Franco no era postureo. Podías ir a la cárcel, te podían impedir ganarte la vida, ponerte una bomba en la puerta de tu casa, como les pasó a Ana Belén y Víctor Manuel o quemarte la librería como hacían los Guerrilleros de Cristo Rey. Estas canciones a menudo se difundían clandestinamente o en conciertos multitudinarios que podían ser disueltos por la policía. Muchas de sus letras se convirtieron en himnos para una generación que anhelaba la democracia y la libertad de expresión.

En el contexto del 50 aniversario de la muerte del dictador y dentro de las actividades destinadas a ilustrar cómo el tránsito de la dictadura a la democracia impactó en múltiples ámbitos de la vida, vio la luz “Si me borrara el tiempo lo que yo canto”, un homenaje a la canción protesta que tanto movilizó a estudiantes, intelectuales y obreros. Un viaje por diez canciones emblemáticas que fueron mucho más que música, fueron actos de resistencia, gritos de libertad en tiempos de silencio impuesto.

El espectáculo consta de 10 canciones emblemáticas y cuenta con el padre y director de la idea, el periodista y musicólogo Máximo Pradera, como narrador (aunque también canta alguno de los temas con una voz increíble, por cierto). La interpretación corre a cargo de la soprano Laura Sabatel acompañada por Antonio López Serrano al piano. Está de gira por España, ha estado en París, Turín, pronto irña a Nápoles... 

"Si me borrara el viento lo que yo canto” nos remite directamente al documental (podéis verlo aquí) realizado por David Trueba en 2019. Narra la historia de Chicho Sánchez Ferlosio, tío de Max Pradera, y su disco “Canciones de la resistencia española”, algunas tan emblemáticas como A la huelga (el álbum completo, en este enlace). Grabado en la clandestinidad por dos estudiantes suecos en 1963 con un magnetofón de pista abierta que llevaron adosado en los bajos del coche, y publicado en Suecia, se convirtió en todo un símbolo antifascista. Años después, lo descubre un profesor del Instituto Cervantes de Estocolmo en un mercadillo y se pregunta esto como ha llegado hasta allí. Pronto atravesó fronteras, se publicó en distintos países y las canciones se versionaron en multitud de lenguas, y aún hoy perviven. A este disco pertenecen dos de las canciones del espectáculo: Gallo Rojo, Gallo Negro y Canción de Grimau.

Gayo Rojo, Gayo Negro cae en el olvido durante la Transición pero fue rescatada por Silvia Pérez Cruz y se incluyó en la película “El 47”.

La canción con la que se inicia el espectáculo, la preferida de Pradera, es Mi querida España, de Cecilia, una canción mitad unamuniana (me duele España), mitad machadiana (las dos Españas). . Años setenta. Franco, el dictador que murió en su cama, aún vivía. No habíamos podido con él. Recuerdo aquella pantalla de nuestro TV Marconi en blanco y negro viendo cantar a Cecilia en el Festival de Mallorca (1975). Fijaos en el esforzado director que mueve los brazos frente a la típica orquesta televisiva con violines, saxofones, contrabajos, coristas.... Allí está ella, vistiendo un elegante traje negro, entonando uno de los éxitos del momento, 

Todo iba bajo las normas establecidas hasta que Cecilia decide salirse del guion, cantando ante millones de españoles la letra original de la canción, letra que nunca llegó a ser grabada por el miedo a las tijeras de los censores. La España dejaba de ser "nuestra" para transformarse, sin perder la sonrisa, en lo que era, una "España muerta", un verso que se atragantó a los censores. "Estos idiotas... le cambio dos palabras a la canción, digo lo mismo y no se enteran". Ésta, claro está, no es la versión que apareció en el disco “Un ramito de violetas”, publicado en 1975. Evangelina Sobredo, tachada de las listas de radiables debido a la censura franquista, optó por ello por modificar su letra. El resultado final es el que todo el mundo conoce: “Mi querida España. Esta España mía, esta España nuestra”, en lugar de “esa España viva, esa España muerta”. Una España sin dudas, sin pasado. Cincuenta años después, las modificaciones, más que indignación, suscitan una sonrisa.

En febrero de 1976 Libertad sin ira, otra de las canciones del espectáculo, era el himno no oficial de la Transición. Franco ya había muerto pero el presidente del gobierno era Arias Navarro, “el carnicero de Málaga”, favorito de Carmen Polo. La censura la declara no radiable condenándola al ostracismo, pero como fue grabada, está en las tiendas.

Aunque un día ocurre algo asombroso. Lalo Azcona, abre el Telediario diciendo Se está comentando que hay una canción que está prohibida, Libertad sin ira, y que no puede ser utilizada. Nada más incierto. Y para demostrarlo, el grupo Jarcha, en directo, la va cantar. Así se acabó con la censura fonográfica en España.

Otro de los títulos de este homenaje a la canción protesta es Al vent potente metáfora sobre la búsqueda de la libertad. Un himno antifranquista que nació en una vespa y sin intención política. “El viento era una metáfora: la adolescencia, la sociedad adversa, la necesidad de seguir adelante…”, dice Raimon. Su letra no ofrecía ningún argumento a la censura, pero la canción, por el contexto político, se convirtió en una amenaza y empezó a ser censurado. En su caso, la búsqueda de la libertad era doble: no solo no podía defender sus ideas, sino que no tenía problemas para hacerlo en su propia lengua.

Diari La Veu

Los recitales de Raimon solían terminar con todo en auditorio, seis mil, hasta diez mil personas gritando ¡Libertad! ¡Libertad! Cuando se oye que la democracia nos la otorgaron graciosamente, casi en un gesto de despotismo ilustrado, dos señores (el rey y Suárez) me acuerdo del 18 de mayo de 1968 en la Facultad de Económicas de Madrid, el ya famoso recital de Raimon quedó sellado en las memorias de los que se la jugaron y salieron a la calle para, al son del estribillo Al vent plantar cara al régimen del dictador.

A Galopar de Paco Ibáñez es una de las canciones más emblemáticas de la música de protesta en España. Basada en un poema de Rafael Alberti llamado “Galope”, escrito en 1938 en el Madrid sitiado, esta composición también se consolidó como un símbolo de resistencia durante la dictadura. Las 250 pulsaciones por minuto con las que la interpreta el cantautor sugieren galope de un caballo, la pureza y determinación de la lucha. Un grito de guerra pacífica “hasta enterrarlos en el mar”. Su mensaje sigue resonando en diferentes contextos de lucha y reivindicación. La canción no solo rinde homenaje a la poesía de Rafael Alberti, sino que también mantiene vivo el recuerdo de una época marcada por la búsqueda de la libertad y la justicia. Su interpretación en 1976, en el regreso de Ibáñez a España tras su exilio, marcó un momento histórico en la música y la política del país. Pero antes estuvo la mítica en el Olympia de París

L’estaca no podía faltar en la selección de Max Pradera. Un símbolo y una llamada a la unidad, para poder lograr un objetivo: tumbar la dictadura. Si hay una versión que pone los pelos de punta es la del recital de 1976. Barcelona. Gener de 1976” no es un disco, es un documento histórico. Yo asistí al primero de los tres recitales que dio que  Lluís Llach en el Palau dels Esports, un día como hoy, el día 15, recital con un final apoteósico e inolvidable, de los que orgullosamente se puede decir “yo estuve allí'. Un concierto histórico del que hay muy poca documentación gráfica y audiovisual. ¡Cómo cambian los tiempos! Lo escuchas, y vuelves al ambiente tenso, al calor de un recinto a rebosar, la ilusión a flor de piel, tomando el testigo de los que lucharon antes que nosotros. Vuelves al momento en que todo era posible. Y nos creíamos dueños del futuro.

La historia de Al alba, de Luis Eduardo Aute, es de todos conocida. Le dediqué una entrada en mi blog cuando se cumplían los 40 años de los últimos fusilamientos del franquismo. El músico la creó como un poema de amor, pero Rosa León la hizo suya, situándola en la órbita de esas últimas ejecuciones del régimen. Involuntariamente la narración de la canción evoca a alguien que iba a ser ajusticiado al amanecer, dijo el cantautorSin embargo, viendo esta entrevista en La Vanguardia el 4 del 11 de 2000 hay algo que no me cuadra.

Rosa León hizo de ella un éxito en diciembre del 75. Y la gente la cantamos una y otra vez, captando el mensaje implícito y convirtiéndolo en el himno de toda una generación. Aute se resistió a incluir su propia versión en su discografía hasta que en el año 1978 Al alba integró su excelente larga duración Albanta, publicado en el sello Ariola. Para entonces, era un himno reconocible, una canción inmortal.

Si me borrara el viento lo que yo canto” acaba con España, camisa blanca de mi esperanza, de Víctor Manuel y La, la, la. Me resulta curioso que formen parte de este espectáculo. La primera fue escrita en 1982 y más que una canción protesta es una aspiración. "Fue escrita en esa época en la que en este país estaba todo por hacer y se necesitaban las manos de todo el mundo y esta canción resumía aquel anhelo", explica su pareja Ana Belén. 

  Entiendo más el sentido de la elección de la segunda. En 1968 Joan Manuel Serrat fue seleccionado para el Festival de Eurovisión para interpretar el La, la, la del Dúo Dinámico, una canción atípica que Serrat jamás eligió, que jamás consideró como parte de su obra. Le impusieron cantarla en el festival por sus posibilidades de triunfo, por lo pegadizo de su melodía, en lugar de la menos comercial El titiritero que Serrat había presentado como candidata. La historia es compleja y un poco rocambolesca. Serrat la grabó primero en castellano pero planteó y finalmente grabó una versión en catalán. En ese momento sucede un cambio de posicionamiento en el cantante que se da cuenta, y le hacen darse cuenta, de que no puede ni debe representar a una televisión manipulada por el régimen franquista y que de hacerlo debía ser con la versión en catalán. El Festival de Eurovisión era un gran escaparate y significaba mucho para la imagen del franquismo de cara al exterior. De hecho, la elección de Serrat suponía un interesado cambio de tendencia, una búsqueda de una imagen más europea, más juvenil, menos encorsetada. Serrat renunció tan solo unos días antes del festival ante la exigencia de cantar en castellano. Fue sustituido por Massiel.

Llevo cantando canción protesta desde los 7 años dice Max Pradera en La Ventana, explicando el origen del recital. Mi padre fue condenado tres veces. Cuando a la tercera estaba en arresto domiciliario le vigilaban dos policías nacionales, nos los metieron en casa. Aquella pareja de “grises”, no tendrían más de 19 años. Sentados en el zaguán, Max Pradera les cantaba las canciones que escuchaba en su casa cotidianamente: canciones protesta. Los policías, no podían más que sonreír ante la osadía de ese chaval. Enternecedor.

Recital UBU

La elección de las canciones de Max Pradera es muy particular, una selección relacionada directamente con sus vivencias. Pero él mismo reconoce que hay decenas de canciones más que podía haber elegido. Porque son muchísimos los nombres y los grupos que podemos colocar bajo el epígrafe “canción protesta española”. Así, a bote pronto, sin orden ni concierto, se me ocurren un montón de nombres: Labordeta, Luis Pastor, Patxi Andión, Pablo Guerrero, Mikel Laboa, Benedicto, Hilario Camacho, Pi de la Serra, Javier Krahe, Ovidi Montllor, Manuel Gerena… En algunos casos se reunieron en movimientos colectivos, como es el caso de Els Setze Jutges y la Nova Cançó en Cataluña; Ez Dok Amairu, en el País Vasco; Voces Ceibes, en Galicia, o el Manifiesto Canción del Sur, en Andalucía, con Carlos Cano como miembro más destacado. Todos merecen formar parte de este viaje

20once

La canción protesta ha sido compañera y propulsora de agitaciones que han cambiado el curso de la historia, y que han servido para la creación de ideales y referencias en momentos de incertidumbre y catástrofe. No solo como transmisora de información, sino como espejo en el que reflejar un ideal hacia el que avanzar, o sobre el que revisar los ya establecidos. Bien merecía este homenaje.

Cuidaos mucho. Por cierto. ¿Os habéis dado cuenta? Ya no hablamos de Gaza.






No hay comentarios:

Publicar un comentario