Las desheredadas de
Paco de Lucía
“La tierra
tiene grietas por donde escapa el dolor, aquel que ha sido enterrado
injustamente y que busca una manera de hacerse oír. A veces suena a flamenco, grita las penas por
bulerías y sangra por
la guitarra. Un grito de guerra, una reivindicación. Si la batalla de los
gitanos por dejar de ser un pueblo discriminado lleva siglos librándose, son ahora
las mujeres las que aúllan para denunciar la doble dificultad —la de su sexo y
la de su etnia— para hacerse un hueco en este arte que ya los romaníes practicaban
en las fraguas al son del martillo.” En la lucha de las tocaoras por hacerse un hueco en este
arte, Noemí López Trujillo en El Español lo define muy bien: el flamenco
sangra.
Tocaora, sustantivo común femenino, una
palabra que se halla escasísimas veces empleada en la bibliografía sobre
flamenco, si exceptuamos
su función adjetiva,
calificando términos como
dinastía, sensibilidad, personalidad, calidad... Esta ausencia responde a un
hecho sorprendente. Si en la
historia y actualidad
del flamenco encontramos
un elenco imprescindible y
esencial de mujeres
cantaoras, bailaoras o
jaleadoras, de insólito
podemos calificar la casi
total ausencia de mujeres dedicadas
al arte de la guitarra
acompañante o, más recientemente, de
concierto. ¿Por qué
falsetas, rasgueos, acordes... han
pertenecido casi exclusivamente
al patrimonio masculino? Basta con teclear en internet "mujer tocaora
flamenco" para toparse con un
foro en el que se plantea la siguiente cuestión: "¿Cuántas
guitarristas flamencas conoces?". "Yo no soy machista, pero la guitarra
flamenca no pega en una mujer. Las pocas que he visto son flojas tocando, el
flamenco necesita mucha fuerza y sangre caliente, y un sentimiento un tanto
agresivo que muchas veces una mujer no puede expresar bien", contesta
un usuario en el hilo.
Fuerza y
sangre caliente que la mujer no puede expresar bien. La tocaora noruega afincada en España Bettine Flater ha comentado en varias
ocasiones que, en una de sus primeras clases en Sevilla, un compañero le dijo: "¿Tú
sabes que Paco de Lucía ha dicho que las mujeres no tienen fuerza en la mano
para tocar la guitarra, no?". Y es que desde que murió el de
Algeciras, hace algo más de tres años, algunos cabales dicen que no tiene
sustituto y otros se arriesgan y nombran a Tomatito, Niño Josele o Vicente Amigo. Son sólo
algunos de los que se barajan porque en España hay muchos tocaores y muy buenos. También algunas tocaoras, pero casi nadie las cita. Antonia, Marta, Caroline o Noa
son nombres que no se escuchan cuando se nombra a los posibles herederos de Paco de Lucía.
Pero eso no ha
sido siempre así. Desde el siglo XIX y hasta la Guerra Civil, hubo más tocaoras que hoy; incluso algunas de
ellas llegaron a ser reconocidas a nivel internacional aunque fueran muy pocas
las mujeres que se dedicaran a esta profesión o que llegaran a obtener tanta
fama y popularidad como los hombres. A todas les resultó más complejo “hacerse
hueco” en este arte ya que desde los comienzos del flamenco, este ha sido
considerado un mundo de hombres.
Adela Cubas (Revista Nuevo Mundo 8-3-1906) |
Adela Cubas es un
ejemplo. Sus padres no le permitían actuar pero ella consiguió ser profesional
ya en 1900. “El deber de entretener”, como lo llama la profesora Eulalia
Pablo Lozano en su libro “Mujeres
guitarristas”, daba acceso a las “señoritas” a tocar el arpa, el piano o la
guitarra para ejercer de perfectas anfitrionas. No para subirse a un escenario
o hacer carrera artística. Una mala racha económica hizo cambiar de idea a los
padres de Cubas y así fue como la guitarrista mantuvo a su familia
interpretando todo tipo de músicas, también flamenco, por toda España. No sólo
tocaba, también dirigía espectáculos y los críticos se referían a ella como la
“notabilísima” o “celebérrima” guitarrista. Otras de la misma época, como La
Antequerana o Anilla
la de Ronda, citada por Federico García Lorca en 1922 en el Concurso
de Cante Jondo de Granada, tocaban para acompañar su propio cante y también
vivían del flamenco. Pero Cubas tenía un gancho especial con el público, en un
tiempo y un entorno que Eulalia Pablo define “de hombres, duro y socialmente
desprestigiado”.
Estas y otras tocaoras se vieron obligadas
constantemente a luchar para que su trabajo sea reconocido, tratando de evitar
el machismo que se ha generado culturalmente a lo largo de la historia por el
mero hecho de ser mujer. Noelia Heredia, gitana madrileña de 44 años recuerda
que hasta la Guerra Civil, la guitarra era un instrumento mayoritariamente de
mujeres. "Las gitanas eran tocaoras y, además, fumaban puros. Hay
un retroceso brutal". Sus nombres se perdieron en las brumas del
tiempo y, quizás también, se enterraron en los años oscuros de una Dictadura
que relegaba a la mujer al papel social de un menor de edad. “El
modelo de mujer inspirado en la sección femenina hizo que muchas ni se
plantearan el espectáculo, menos el flamenco, como medio de vida”,
explica Alicia Cifredo,
directora de Tocaoras (ver presentación) un
documental que investiga la evolución de la mujer en el mundo de la guitarra
flamenca a través de la figura de Eloína, una estudiante de baile flamenco y
antropología social que, con ayuda de su amiga Carmen, inicia un estudio sobre las
mujeres guitarristas flamencas. Su primera sorpresa aparece al conocer que el
título en esta especialidad se expedía en Rotterdam cuando aún no existía en
España. A partir de aquí, emprende un curioso viaje en el tiempo para localizar
a las tocaoras de los dos siglos
anteriores. Eloína se apasiona cada vez más al irse encontrando con las mujeres
que ejercen profesionalmente este oficio en la actualidad. Ellas le muestran su
arte, su disciplina, sus miedos, sus giras, sus compañeros... todo su mundo.
Mujeres entre
las cuerdas. Mujeres que deslizaban sus dedos con presteza y maestría desde la
prima al bordón. Mujeres guitarristas flamencas como hoy lo son también Antonia
Jiménez, Marta Robles, Caroline Planté, Bettina Flater, Noa Drezner... Mujeres
con las que tenemos una deuda pendiente.
La primera vez
que escuché a Antonia
Jiménez fue este verano en el programa Carne
Cruda, junto a Marta Robles,
la principal compositora del grupo Las Migas. En clase,
entre las decenas de niños que aprendían a rasguear la guitarra, ella era la
única niña que lo hacía. Y siguió siendo la especial, la distinta, la minoría
en un mundo, el del flamenco, que permite que la mujer cante y baile pero no
que toque. “No tuve el apoyo de mi padre, tampoco el de mi madre y todos en mi
entorno decían que estaba loca”. Con motivo del Festival
de Flamenco de Berlín, la tocaora asegura en
una entrevista que "en el
flamenco hay una mirada muy masculina". "Hacerte un hueco es bastante difícil. Empecé mi carrera
profesional con quince años. He tenido que luchar un montón, como todas. Mi
caso no es nada especial porque en todos los aspectos de la vida las mujeres
siempre tenemos que luchar más. A mí como guitarrista me criticaban mucho, me
miraban con lupa". Antonia toca la guitarra desde hace 30 años y es
guitarrista de referencia para varias compañías de primer nivel, como la del
bailaor Marcos
Flores. Aunque apenas se la conoce fuera del flamenco, es un modelo para
las que empiezan.
Cuando Marta
Robles fue alejándose de la guitarra clásica para adentrarse en la flamenca se
encontró con la misma soledad. ¿Dónde estaban las mujeres?
Fernando
González-Caballos, periodista especializado en flamenco, las puso en contacto.
Que tenían que tocar juntas. Fue hace tres años. Desde entonces, estas dos
pioneras de la guitarra flamenca se juntan en el escenario con el espectáculo Dos tocaoras pre el Festival
Flamenco Diverso el primero con un enfoque de género y LGTBQI dentro de
este mundo. Nunca habían trabajado juntas, explican en el programa de Javier
Gallego, pero la complicidad al preparar este trabajo fue instantánea, y su
esfuerzo de meses vio la luz a finales de junio en un espectáculo sin
precedentes. En “Dos tocaoras” reivindican el lugar de las instrumentistas,
absoluta minoría tras 170 años de tradición
Noa Drezner,es una de esas tocaoras (¿os habéis fijado cuantas
guitarristas extranjeras estamos nombrando?) que han seguido la estela de
Antonia Jiménez. “En cuanto llegué a España vi que tocar aquí iba a ser complicado”.
Esta mujer de 34 años tañe desde los siete y le choca que siendo esta la cuna
del flamenco le cueste tanto a las mujeres hacerse una carrera tocando.
La canadiense
Caroline Planté fue la primera mujer en grabar un disco de toque flamenco. Fue
en 2010. “hace años me lo decían en Montreal, mira que si fueras tú la primera
mujer guitarrista flamenca que graba disco…” dice en la revista digital
deflamenco.com
Y así fue. Hoy, la niña que eligió la guitarra siguiendo los pasos de su padre,
es una de las más reconocidas por la crítica y dirige el Festival de Flamenco de Montreal.
Cuando llegó a España ya llevaba 18 años como profesional pero el aterrizaje
fue un shock. “Un maestro de Sevilla me dijo que me enseñaría a tocar para concierto,
pero no para acompañar baile ni cante porque eso era para los hombres”.
“La
guitarra clásica para las niñas. La guitarra flamenca para los hombres”.
Así le respondió su padre a Laura González a mediados de los noventa cuando
siendo adolescente le informó de que prefería empuñar la guitarra que dedicarse
al baile, faceta junto al cante en la que las mujeres no encuentran tantos
impedimentos. González se enfrentó a su familia y consiguió convertirse en una
celebrada concertista y profesora de conservatorio. Escuchad esta Guajira, de su disco "De aquí
p'alla" (2008), acompañada por José Rojo (2ª guitarra) y Jorge Cano
(percusión).
Davinia
Ballesteros, la más joven de todas las tocaoras
que aparecen aquí, es la que tienen, quizás, una formación más académica de
todas. Nació en Málaga en 1982, lugar donde comienza sus estudios de guitarra a
los 6 años de edad. Estudió guitarra clásica en el Conservatorio Superior de
Música de Málaga con matrícula de honor, Premio de Honor Fin de Grado y es
licenciada guitarra flamenca, recibiendo diferentes premios a la largo de su
carrera. En la actualidad además de conciertos, da clases de pedagogía y
lenguaje musical.
Acabaremos con
Bettina Flater. Nació en Noruega, pero
cuando toca la guitarra suena a rondeña y tangos. Viajó a Sevilla buscando
raíces musicales y descubrió que tenía que encontrarlas sólo por dentro. Dice
tener complejo de “guiri” en ciertos ambientes flamencos, pero la suya es la
historia de una mujer fuerte y valiente, segura de lo que hace. En 2012 editó su
primer disco, “Women en Mi”. Pop anglosajón, folclore
noruego y guitarra flamenca son las tres patas de su fusión musical.
Una vez más cada claro que debemos
seguir luchando para visibilizar la presencia de las mujeres en cualquier ámbito
para lograr una igualdad efectiva de derechos y oportunidades entre hombres y
mujeres.
Buenas noches.
Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇.
Boas noites. 晚安 グッドナイト Buonanotte. לילה טוב
Fuentes
http://www.elespanol.com/reportajes/20151023/73742681_0.html
http://www.elespanol.com/reportajes/20151023/73742681_0.html
http://www.sibetrans.com/trans/public/docs/trans_15_07_Lorenzo.pdf
http://dondeestanlastocaoras.blogspot.com.es/
http://luiszaratan.blogspot.com.es/2017/01/la-mujer-en-la-guitarra-flamenca.html
http://www.elespanol.com/cultura/musica/20160222/104239834_0.html
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