sábado, 6 de noviembre de 2021

Michel Petrucciani, el pequeño gigante

 "No me arrepiento de haber nacido"

Aunque sus dedos largos y elegantes tocaban con una energía y un entusiasmo aparentemente incansables, este pianista y compositor de jazz francés creció hasta solo tres pies de altura y pesaba apenas 23 kilos. Petrucciani debía ser llevado al escenario en brazos y tenía un accesorio especial para usar el pedal de sostenimiento del piano. Todo tenía que encajar perfectamente, decía. “Si pongo el taburete del piano en el que me siento cinco o seis centímetros hacia la derecha o hacia la izquierda todo cambia. Repito: hay que encontrar su lugar exácto en una especie de cosmogonía. A veces no lo logras y entonces es una catástrofe” confiesa en esta entrevista al semanario L’Express, el 5 de noviembre de 1998. Este pequeño gran hombre consiguió así, con pasión y coraje, encontrar su lugar en el mundo de la música.

fotografía de gettyimages

Michel Petrucciani, de padres italianos, nació en 1962 en Orange, en el sur de Francia, con todos los huesos del cuerpo rotos. Diagnosticado con osteogénesis imperfecta o "enfermedad de los huesos de vidrio", solo llegó a medir 99 cm. No podía caminar y no se esperaba que viviera más allá de los 20 años. Sus huesos se fracturaban constantemente. Pero poesía dos cosas que fueron fundamentales en su carrera para convertirse en un poderoso pianista: un carisma inmenso y ser un prodigio musical. 

Fotografía de mi vieja colección de discos

Michel nunca fue a la escuela. Permaneció en su habitación durante toda su infancia y tocó el piano durante 10 horas al día, bajo la guía de su padre, entre tirano y sobreprotector, músico local, professor, guiarrista y fanático del jazz. A la edad de 13 años sonaba, según el cineasta Michael Radford, "como un hombre negro de 38 años cansado del mundo,  perdido en un piano bar en algún lugar de México". Su carrera musical comenzó tocando en la banda familiar con su padre a la guitarra y su hermano al contrabajo. A los 15 años, dio su primer concierto como profesional en el festival de Cliousclat, pueblo situado cerca de Montelimar, donde él vivía, en el que tuvo la oportunidad de tocar con el batería Kenny Clarke y el trompetista Clark Terry. A los 17, realizó su primera grabación, pero soñaba con América. Fue el día que cumplió 18 años que persuadió a su amigo el saxofonista Lee Konitz para que se lo llevara con él. Realizaron una gira como dúo por Francia y, en 1982, se mudó por fin a los Estados Unidos. Terminó en California, donde por casualidad conoció al saxofonista de jazz Charles Lloyd. El encuentro iba a cambiar su vida. Aturdido por su talento, Lloyd, que vivía un periodo de retiro depresivo, lo contrató para su cuarteto. Hicieron una gira por Europa y grabaron tres àlbums,  uno en vivo, “Montreux 82”. Y, entonces, Michel, de 20 años, se casó con su primera esposa, Erlinda, una india navajo. 

Fotografía de Dani G 

Petrucciani resultaba inmensamente atractivo para las mujeres. Y lo sabía. Se reveló como un gran seductor que atesoraba conquistas. No fue lo suficientemente bueno para él encontrar una mujer que lo amara; tuvo que traicionarlas (cientos de veces si era posible). Drogas, mujeres, comida: sus apetitos eran enormes, sus ganas de experimentarlo todo eran insaciables. Vivía rápido, demasiado rápido, pero quería probarlo todo.

Fue en Nueva York cuando realmente se encontró a sí mismo. En los 80 la ciudad era la meca del jazz y todos los grandes tocaban allí. En 1985 firmó con Blue Note Records (el primer europeo en hacerlo). Entre 1985 y 1994, el pianista grabó siete álbumes con este sello, incluido su aclamado LP de canciones originales, “Michel Plays Petrucciani”.

Las composiciones de Petrucciani son ciertamente piezas dignas, pero como siempre, los solos directos e inteligentes del pianista dejan atrás el material original; es un improvisador de pies a cabeza.

A fines de 1989 conoció a Marie-Laure Roperch, la mujer que se convertiría en la madre de su hijo, Alexandre, quien nació con la misma enfermedad que él. Petrucciani estaba devastado; pero al mismo tiempo, era una autoafirmación, la aceptación que ansiaba. "No me arrepiento de haber nacido", dijo. Con su nueva familia regresó a Francia, y fue allí donde se convirtió en una verdadera estrella. Sus composiciones se volvieron más elegantes, su estilo de tocar más simple y profundo. 

Fotografía de Sensacine

Entre sus excelentes álbumes, considerados algunos de los mejores de la historia del jazz  se encuentran “Pianism”“Music” y ”Playground”.  La gran mayoría de amantes de la música, cuando escuchamos algunos discos no hacemos como los expertos que los clasifican, evalúan y puntúan. Simplemente nos dejamos llevar por los sentimientos  que la escucha nos produce. Lo que suele interesarnos es la emoción, la alegría o el simple placer de escuchar. Os aconsejo, pues, que si es de noche, apagad la luz; si es de día oscureced el lugar en el que estéis. Y, simplemente, dejaos llevar.


Petrucciani triunfaba, pero su cuerpo se rompía incluso mientras tocaba, los tendones se partían, los omóplatos se fracturaban y los dedos se rompían. Pero él continuó, aparentemente ajeno al dolor. “¿Quién está discapacitado? ¿Tú o yo?”, Pregunta Michel Petrucciani durante una de las primeras entrevistas de este documental. Y continuó: "Soy diferente, pero todo está bien".

Sin embargo, no podía mantenerse alejado de Nueva York, la ciudad que le catapultaba al éxito. A esas alturas de su corta e intensa vida, daba más de 200 recitales al año, para audiencias de miles de fans. Pero su cuerpo se estaba deteriorando rápidamente, devastado por la enfermedad que lo asfixiaba lentamente. En enero de 1999 fue trasladado de urgencia al hospital de la ciudad de Nueva York. Tenía 36 años. "Dos años mayor que Charlie Parker", como le gustaba señalar. No se recuperó. Ese mismo año vio la luz un álbum triple de tres conciertos separados , ninguno de los cuales había sido emitido previamente: “Concerts inedits Solo-Duo-Trio” El concierto en solitario de 1993 comienza con una impresionante introducción improvisada a Autumn Leaves que engañará a todos menos al oyente más atento. Seguro que sabéis qué tema es.


Michel Petrucciani fue un héroe nacional en Francia y sus discos fueron los más vendidos en Europa. El presidente francés Jacques Chirac fue uno de los muchos que le rindieron homenaje, elogiando su capacidad para "renovar el jazz, entregándose a su arte con pasión, coraje y genio musical". Lo llamó un "ejemplo para todos". El pianista está enterrado en el cementerio de Père Lachaise en París, cerca de la tumba de Chopin.
Tumba del pianista

Además de su notable carrera en solitario, Petrucciani fue un colaborador y acompañante muy solicitado por algunos de los grandes nombres de la música. Fue invitado por el trompetista Freddie Hubbard para unirse a su banda y también trabajó con el saxofonista tenor Joe Henderson. También grabó álbumes con su amigo Lee Konitz (“Toot Sweet”) y con el maestro del violín Stéphane Grappelli (“Flamingo”).

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En 1986, en el Festival de Jazz de Montreux, Petrucciani se unió a Wayne Shorter y Jim Hall para grabar el magnífico álbum en vivo “Power Of Three”

Una de las mayores colaboraciones del pianista fue con Joe Lovano para el álbum “From The Soul”. Petrucciani y el bajista Dave Holland tejen patrones mágicos detrás de Lovano en el primer álbum Blue Note del saxofonista tenor. “Nos conocimos en mi primera gira europea con Paul Motian, en 1981, cuando Michel tocaba con Charles Lloyd”, dijo Lovano. “Tocamos juntos en diferentes momentos a lo largo de los 80, lo que dio lugar a esta sesión. Michel Petrucciani era un verdadero virtuoso y un músico natural total”. Esta pieza es una preciosidad.

El estilo de Petrucciani se compara con mayor frecuencia con Bill Evans y Keith Jarrett por su lirismo y a Oscar Peterson por su virtuosismo. Pero según sus propias, palabras, ellos no fueron su mayor influencia. “Mi mayor inspiración es Duke Ellington, porque en mi temprana edad me dio la inspiración para tocar el piano”, dijo Petrucciani en una entrevista. Estaba particularmente orgulloso de su álbum de 1992 “Promenade With Duke” en el que el francés honró la música que Ellington compuso y tocó; su versión de siete minutos de Caravan explora todos los matices del éxito de 1936 que Ellington escribió con el trombonista Juan Tizol. A lo largo del álbum, Petrucciani mostró su habilidad magistral para crear un estado de ánimo y el álbum es una de las mejores interpretaciones de piano solo de la música de Ellington. Helo aquí en un concierto de 1993, en Stuttgart.

Petrucciani podía hacer cualquier cosa, y más que la mayoría de los mejores intérpretes del momento. Tocó en todo el teclado del piano de cola y, a pesar de sus diminutas piernas, pudo hacer un uso completo de los pedales del instrumento. Puro esfuerzo y coraje.

Fotografia de Con los audífonos puestos

“No creo en los genios”, dijo. “Creo en el trabajo duro. Desde niño supe lo que quería hacer y trabajé para eso. No quiero ser demasiado intelectual con mi música. Mi filosofía es bastante simple. Porque demasiado intelectualizar es aburrido. Demasiada comedia es aburrida. Demasiado de cualquier cosa es aburrido. Todos necesitamos saber cuándo bajar, simplemente detenernos”

Petrucciani fue uno de los solistas más apasionados y extrovertidos, y la agresiva valía de su acelerado trabajo estableció un vínculo permanente con su audiencia. Su interés estaba centrado principalmente en simplemente tocar; pasó poco tiempo armonizando o arreglando. "Cuando toco, lo hago con mi corazón, mi cabeza y mi espíritu ... no toco con la cabeza de la gente, sino con el corazón". ¿Fue uno de los grandes del jazz? Creo que sí. Lo que comunicó fue la esencia de la humanidad misma, con todas sus debilidades, contradicciones e imperfecciones. Si eso no es un gran arte, ¿qué lo es?.

En 2011, fue protagonista de un fascinante documental del director británico Michael Radford, autor del film de ficción El cartero (y Pablo Neruda), que ya os he nombrado anteriormente. El documental muestra al pianista como un personaje carismático y amante de la diversión. “Michel simboliza el combate del ser humano”, dijo Radford. “Es el combate que consiste en superar el punto de partida y vivir al máximo, sacando todo lo que podamos de la vida”. En 2009, el canal de música francés Mezzo emitió este otro documental para celebrar el décimo aniversario de su muerte:

Petrucciani actúo el 7 de noviembre de 1998 en el Auditorio Nacional de Madrid. Allí tocó un Bésame mucho que sonaba a caricia; lástima que fuera de despedida. No he encontrado una grabación de aquel concierto, pero esta del festival Jazz in Marciac de 1996, puede servir también de despedida de este homenaje a este pequeño gigante.

Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 Bonne nuit グッドナイト    Buonanotte. לילה טוב.  Oíche mhaith. Wengi alus. Bones nueches. اچھا شام Noson dda. Good night. Спокойной ночи. Guten Abend. শুভ রাত্রি. Laku noć. Bon lannwit. Fie. God nat. Usiku mwema. Oimore. Cuidaos mucho.

Otras fuentes:
https://www.jazzgranada.es/3433-2/
https://elpais.com/diario/1998/11/07/madrid/910441465_850215.html
https://elpais.com/diario/1998/11/09/cultura/910566009_850215.html
https://elpais.com/diario/1999/01/07/cultura/915663610_850215.html
https://elpais.com/cultura/2019/03/02/actualidad/1551542596_023227.html
https://www.apoloybaco.com/jazz/index.php?option=com_content&view=article&id=1294&Itemid=478
https://conlaa.com/michel-petrucciani-la-metafora-de-la-diferencia-de-genero/http://miviejacolecciondediscos.blogspot.com/2012/12/michel-petrucciani-el-pequeno-gigante.html
https://www.muzeumjazzu.pl/michel-petrucciani/

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