domingo, 12 de abril de 2015

Coleman Hawkins

El hombre que inventó el saxo tenor y enseñó a tocar baladas al mundo del jazz

Sería larguísimo hacer un perfil aproximado y fidedigno de Coleman Hawkins sin caer en la tediosa reiteración, y, aunque tengo tendencia a enrollarme, lo sé, esta noche quiero escapar de ello rauda y veloz. Espero conseguirlo. 


Saxo eterno, prodigio y padre del saxo tenor, pionero del solo, Hawkins representa, al igual que Charlie Parker, la transición entre el swing y el jazz. De vuelta a Estados Unidos en 1939, tras pasar una larga estancia en Europa, el saxofonista se percata de algo que le obsesionaba, ¡ya no era el mejor saxo!. Habían aparecido músicos de la talla de Lester Young, que le hacen sombra. Su carácter competitivo le lleva a grabar algo de tan alta dificultad técnica, que debería bastar para dejar clara su supremacía al tenor. El resultado, tres minutos maravillosos que cambiarían el devenir futuro del jazz. Un solo improvisado en base a la melodía original de Body and Soul, que quita el hipo y que no se recogía en ningún manual de uso del jazz.

Body and Soul era ya un éxito en todos los ámbitos, no olvidemos que llevaba nueve años en el candelero desde su aparición en 1930, y que para entonces existían multitud de grabaciones y cada sello tenía su propia versión a la venta. Sin embargo, originalidad, fantasía, lirismo son algunos de los calificativos que brotan espontáneamente al escuchar este corte.


Coleman podía ser avasallador o indeciblemente cálido. Su formidable dominio del saxo se basaba en una maravillosa gama de matices, unida a una gran fortaleza en los temas rápidos y un prodigioso lirismo en las piezas lentas, raramente logrado por otros saxofonistas. Imposible no conmoverse ante una balada suya.

Reconforta volver sobre una música que me sigue conmoviendo como el primer día. Las cosas buenas en la vida carecen de fecha de caducidad y la música de Coleman Hawkins es de lo mejor que le puede pasar a uno en este valle de lágrimas.

Por todo ello, os propongo inicar una campaña para que se cambie el nombre al saxofón que, como sabéis, proviene del apellido de su inventor Adolphe Sax,  ya que, la persona que de verdad dio sentido a este instrumento fue Coleman Hawkins, que exprimió al máximo sus posibilidades y sobre todo dotó de “alma” a un pedazo de metal. Mi propuesta es Hawkifón, aunque estoy abierta a otras posibilidades. :)

¿Sabéis una cosa? De joven, en aquella terraza del ático de Sant Andreu, una escuchaba el disco de Coleman Hawkins en la colección "Los Grandes del jazz" de Sarpe, contemplándolo desde la distancia. Hawk (o Bean) era un hombre mayor y su imagen era la propia de alguien de su edad y yo me estaba iniciando en este mundo del jazz. ¿Cómo podía yo identificarme con alguien así? Hasta que me atrapó. Hawkins tenía 56 años cuando grabó “The Hawk Relaxes” en el que el saxofonista exhibe el tono triste y melancólico que adorna su condición de excelso poeta. Para mí, su mejor disco. 56 años. Los mismos, casi, de una servidora en estos momentos. El tiempo ha congelado al jazzista en un momento crucial de su carrera mientras el mundo ha seguido su curso. El hombre mayor y lejano de entonces se ha convertido en alguien próximo a mi realidad actual.

He de aceptar la realidad: he envejecido. Su música, la de Hawkins, permanece.

Casi es media noche. Atreveos con él. Su hechizo os fascinará, os causará una profundísima emoción, una sensación única, inolvidable.... y si no lo conocéis, me encantaría descubríroslo.


Espero, Gelu, haberte ofrecido un balsámico y apacible final del día que te ayude a llevar estos momentos. Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα, مَساءُ الخَير Boas noites

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