Lo más básico, lo más
terrenal, lo más auténtico nos llega a través de nuestros cinco sentidos.
En el reino de
las voces, donde Justin
Bieber y Lady Gaga serán
eternos (eso dicen) y testarudos postulantes, existe un pecado imperdonable:
mirar al suelo. Los mortales de a pie podemos. Los mortales que se plantan en
un escenario no. Pedro
Guerra, el cantautor (así le gusta definirse, así le gusta que le llamen) que nos acompaña esta calurosa noche de junio,
permaneció con la mirada gacha durante una década hasta que pisó Madrid en
1993, y empezó su carrera en solitario. El hijo del primer presidente del
Parlamento Canario, un tipo delgaducho, con unos dientes que le presentan pero
no le definen, tenía tanto miedo a saberse mirado que no transmitía. Pero el
éxito en 1995 de su primer álbum, Golosinas, hizo que levantara su cabeza y
mirara a los ojos al público, a esa masa conocida y anónima a la que ya no temía.
No mucho, al menos. “Pertenezco a ese grupo de seres humanos tímidos que se suben al
escenario”, ha dicho más de una vez.
Cuando has
nacido en una isla, el mar se siente desde lejos, se siente en la piel, en el
olor, hasta en el paladar. Pedro nació en un pequeño pueblo canario y eso lo
sabe bien. Por ello, seguramente, Pedro Guerra tiene el poder de la
contemplación. Se trata de un poder sigiloso, que no hace ruido, sino música.
Se trata, además, de un poder que lo hace dueño de sí mismo porque funda las
reglas de su tiempo, la lentitud necesaria para indagar en el mundo exterior
hasta conseguir un diálogo con su propia intimidad. Y cuando cree ser olvidado
por cantar lo que pocos logran ver, lo que él logra ver, vuelve a recoger
algunos poemas y canciones y empieza a arder, en un mundo herido, en medio del
hielo de la música actual.
El canario
tuvo una casa en la que cada esquina repetía algo de política, música y poesía.
Al padre de Pedro Guerra le gustaba el canto y la lectura. Y fue esa influencia
la primera base del cantautor. En una entrevista con el líder político Pablo
Iglesias, en el programa Otra
vuelta de Tuerka, mencionó que la
primera canción que interpretó a los 14 años, Cathaysa, la dura historia de una esclava, fue escrita por su
padre. Desde ahí empezó su carrera que hasta hoy se sustenta en contar lo que
sucede desde las raíces, desde sus raíces de su existencia. Son más de 30 años
de trayectoria en los que ha publicado 21 discos, 15 de ellos en solitario. Muchos
de ellos grabados con arreglos sobrios, sin artificios, guiados tan solo por el
rasgueo de su guitarra, la compañía de algún otro instrumento y su voz, dulce y
melódica. Desde niño ha estado unido a su guitarra y a sus sonidos, recuerda
los acordes de Silvio Rodríguez, que le ayudaron a guiar sus pasos hacia la
música que quería hacer. En tiempos donde una notificación de WhatsApp puede
perturbar la concentración, Pedro Guerra apuesta, sin embargo, por los acordes
de una guitarra de madera y su voz para dejar a todo un auditorio atento solo a
su música. El canario manifiesta que su objetivo es comunicar y así lo hecho
con hermosas versiones de poemas y canciones que cuentan, conversan y discuten
sobre la realidad
La música de Pedro Guerra transpira poesía. Melancolía por supuesto; ternura,
cómo no, y calentura. La mirada social
siempre ha estado pegada a las canciones de este cantautor puro. Y todos estos
estados y convicciones, navegan en un mismo río de poesía. Su poesía ha hecho que
pudiera publicar en 2003 un disco nada menos que con el poeta Ángel González,
“La Palabra en el aire”. Antes, en 1999, su disco “Raiz” nos da joyas como, Contra el Poder y Daniela.
En 2004
publica “Bolsillos”, donde daba protagonismo a la sencillez de su bien templada
guitarra en temas como El circo de la
realidad.
La música de
Pedro Guerra juega con el tiempo. Se permite ponerle pausa y en ese momento
capturar lo que suceda, aunque todo se mueva. Describe la lluvia, que nunca
vuelve hacia arriba. Cuenta lo que pasa debajo del puente, en el río, mientras
pasa la gente.
Aunque lo que
mejor lo define es el mestizaje cultural que sintetizó en su canción Contamíname con la que ganó el premio
Ondas, y con la que consiguió su primera notoriedad. Pedro Guerra tomó prestado
del mexicano Carlos Fuentes la “contaminación cultural” para hablar del
mestizaje. Así pudo quitarle parte de suciedad a la palabra ‘contaminación’ y
la volvió coro y estribillo. Fue ese tema que llamó la atención de gigantes
músicos españoles como Víctor
Manuel, Ana Belén,
Joaquín Sabina,
Joan Manuel Serrat
y Luis Eduardo Aute,
por mencionar algunos, y con los que ahora puede cantar muy cerca del amor.
El tímido
canario dijo últimamente que ser isleño era buscar la manera de afrontar las
situaciones difíciles desde la imaginación y la sonrisa. Así lo ha demostrado
desde que llegó de su pueblo natal que reúne, como en un crisol, a inmigrantes
cubanos, argentinos y africanos, principalmente. Esa riqueza que nutre al
pueblo donde nació riega a sus gentes de una mistura cultural que Pedro Guerra
adhirió como estrella guía.
No me voy a ir
a dormir sin proponeros escuchar esta hermosa canción dedicada a las maestra
republicanas, de su álbum, “El mono espabilado”, tal y como explica en una
entrevista publicada en Cambio 16 / Nº 2080, 31 Octubre 2011 reproducida en el blog
de información musical Fury
Days.
Eso
también forma parte de un tema que ya he tratado, que es la memoria histórica y
la recuperación de la memoria que también aparecen en otras canciones. En este
caso es un homenaje a las maestras republicanas. Yo creo que en la República
hubo un planteamiento de la enseñanza superpositivo, una tarea de
alfabetización de los pobres muy grande… una intención de dotar a los pobres de
herramientas que le pudieran ayudar a estudiar, a leer, a escribir y a ser algo
más que pobres toda su vida. Evidentemente eso no gustó en aquel momento donde
España estaba repartida en grandes latifundios. Los maestros fueron duramente
represaliados por el franquismo con el apoyo de la Iglesia, que participó mucho
en las denuncias a maestros.
Acabo con esta
frase que dijo en una entrevista en eldiario.es,
presentando su último doble trabajo, “14 ciento volando de 14” y “Arde
Estocolmo” "Es la sociedad civil la que obliga a barrer la porquería que
implica directamente al poder"
Buenas
noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇. Boas noites. 晚安 グッドナイト Buonanotte. לילה טוב
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