Energía positiva en
estado puro
No se puede vivir el 1 de enero
sin ver el Concierto de Año Nuevo. Así ha sido en mi vida, al menos.
Cada 1 de enero, desde que aquel
televisor Marconi en blanco y negro entró en casa, toda la familia veíamos la
retransmisión de un clásico de estas fechas: el Concierto
de Año Nuevo, por la Filarmónica
de Viena. Cuando pocos años después nos mudamos a un nuevo piso y nuestros
vecinos, Pepita y Paco, se compraron uno de los primeros televisores en color
del barrio, nos pasábamos emocionados a su casa para verlo juntos. Este
concierto forma parte de nuestras tradiciones navideñas (que son muchas), uno
de los ritos imprescindicles para empezar el año a ritmo de valses, marchas y
polcas. Por eso me encantan los valses, seguramente. Porque crecí con ellos y
porque forman parte de la herencia de mi abuela que me los transmitió en el
ADN.Fotografía de El País |
Si ya originalmente, desde sus
inicios el 31 de diciembre de 1939, fue concebido para levantar el ánimo de los
vieneses en tiempos difíciles, en la actualidad se ha convertido en un símbolo
mundial de esperanza y optimismo para el año venidero. Trasladado al 1 de enero
desde 1941, fue entonces cuando pasó a denominarse, oficialmente, Concierto de Año
Nuevo. En aquel primer concierto únicamente se interpretaron obras de Johann Strauss (hijo),
y concluyó con la obertura de Die Fledermaus.
(El murciélago)
Ayer una vez más, desde La Sala Dorada del Musikverein de Viena, 50 millones de personas pudimos gozar de un jovialísimo Mariss Jansons, que ya lo dirigió en 2006 y 2012, conduciendo uno de los, sin duda, más divertidos conciertos de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, transmitiendo en todo momento energía, alegría y entusiasmo, un antídoto contra todas las preocupaciones vaticinadas para el 2016. Nunca se habían reunido en los últimos años tal número de piezas de carácter tan abiertamente jovial como éste, quizás para advertir sobre la conveniencia de pasar página.
Fotografía de El País |
«La música es el arte más poderoso que existe. Es capaz de dar voz al alma y al corazón. Y tiene una enorme influencia sobre los seres humanos, sobre nuestro carácter y nuestra ética» dijo en una entrevista previa.
El ghetto de Riga |
La 75 edición de “el concierto de los conciertos” como lo
denominó el propio Jansons, comenzó puntualmente a las 11:15 y fue retransmitido
por televisión y radio a 90 países. El programa del Concierto de Año Nuevo no
está formado por largas sinfonías sino por piezas breves amenas y ligeras.
Concretamente está integrado por polcas que alternan con valses y marchas junto
a fragmentos orquestales de operetas vienesas.
Fotografía de El País |
Quizá para hacerse perdonar sus orígenes vinculados al nazismo, que puso en marcha este concierto en 1939 como un elemento más de la propaganda del Tercer Reich (pese al pasado judío de algunos miembros de la familia Strauss), la cita situada en el primer día del año, cuando todo parece aún por hacerse, se ha convertido en una oportunidad para sugerir la posibilidad de entendimiento a través del único lenguaje universal, salvo para ese yihadismo que equipara el sonido del violín con la voz del diablo. De ahí los guiños que a veces se incluyen en su programa a algunos acontecimientos o instituciones señaladas.
La primera parte se completó con
el vals del Tesoro, la polca francesa
Violetta y la polca rápida El tren del placer de Johann Strauss; Muchachas de Viena de Karl Michael Ziehrer;
La primera nota de humor llegó al
comenzar el clásico de Eduard Strauss Con franqueo extra (Mit Extrapost) cuando un mensajero entregó a Jansons una batuta
negra con motivos dorados y al que el director le dio un pin, en señal de
agradecimiento, que el director le quitó a otro músico del traje.
Excepcionalmente, los directores
de orquesta suelen contar en el Concierto de Año Nuevo con los Niños
Cantores de Viena, quizá la agrupación coral infantil más conocida y
relevante del mundo, con más de 500 años de antigüedad. Está integrada por
niños sopranos y contraltos de entre 10 y 14 años que provienen de varias
partes del mundo. En el pasado, Maazel o Karajan los
invitaron a participar en el Concierto de Año Nuevo y Jansons contó con ellos
en 2012. Para esta ocasión cantaron desde el balcón del órgano la polca
francesa Alegría del cantor, de
Johann Strauss hijo, y en la polca rápida Viaje
de Vacaciones, de su hermano Josef.
Como al maestro letón le gustan
los ritmos españoles y quería incluir algo diferente este año se rindió un
tardío homenaje a Émile
Waldteufel, el verdadero rey parisino del vals en época de los Strauss,
cuyo centenario de su fallecimiento se cumplió en 2015. Se escuchó su España, de 1881, basada en la rapsodia
homónima de Emmanuel Chabrie.
También gozamos de la estilizada y armoniosa polca-mazurca
en compás ternario Libélula de Josef Strauss.
Y, poco antes de los bises, El vals del
emperador. Cada vez que lo escucho viene a visitarme mi abuela. Mil
veces me explicó como lo bailaba en Isla Cristina, el pueblo donde nació. Y aun
sentada en su sillón del que casi no podía levantarse, si te fijabas veías
mover sus pies.
Durante la segunda repetición, el tradicional vals El Danubio Azul, el público interrumpe con aplausos en los
primeros compases y el director, en nombre de la orquesta, desea al público (de
todo el mundo) un Feliz Año Nuevo. Convencidos de la trascendencia del concierto,
otros directores que han estado a su frente en los últimos años
(particularmente desde que se estableció la rotación en 1987) han lanzado ideas
conciliadoras. Jansons, en el brindis oficial, se atuvo al guion pero en las
declaraciones previas se expresó con toda claridad. El mundo está necesitado,
muy necesitado, de buenos propósitos y el Concierto de Año Nuevo es un
estupendo altavoz que deja sentir sus efectos en lugares recónditos.
El Danubio Azul
compuesto en 1876 por Johann Strauss hijo, es considerada una de las más populares piezas de la música clásica. Las
connotaciones sentimentales vienesas lo han convertido en el segundo himno
nacional austriaco.
En la tercera y última parte, tradicionalmente se interpreta la Marcha Radetzky En 2005 no se interpretó en memoria de las
víctimas del tsunami del 26 de diciembre de 2004 en Asia. El público suele
aplaudir al ritmo de la Marcha bajo la batuta del director de la orquesta.
Ya veis. Esperanza, alegría y
humor festivo es lo que se respiraba en la Sala Dorada del Musikverein. Pudimos
ver, como siempre, un espectacular y abigarrado despliegue de adornos florales decorada
este año con 30.000 pétalos de orquídeas, rosas y amarylis de color naranja,
procedentes de los parques y jardines de la capital austríaca.
Aun habiendo disfrutado con el
concierto de este año, me hubiera gustado haber escogido alguno de los conciertos memorables
bajo la dirección de Lorin Maazel, Herbert von Karajan,
Claudio Abbado o Ricardo Muti. Aunque, pensándolo bien, me
hubiera quedado con Zubin
Mehta porque para él el arte es un instrumento de la Paz. Y PAZ es algo de
lo que este viejo mundo está más necesitado que nunca. Quizás otro año… nuevo.
Buenas
noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. Boas noites. Bonne nuit. Y un Feliz Año 2016 para todos. Que seamos tan felices que no sepamos si estamos soñando.
Menudo regalo de reyes descubrir tu blog, muchas gracias por transmitir ese profundo amor por la Música.
ResponderEliminarMenudo regalo de Reyes tu comentario! GGracias por tun interés. Espero tus aportaciones y cualquier propuesta de cualquier estilo será bienvenida.
EliminarUna de las cosas que más me gusta de mi blog es zambullirme en todo aquello que descrubro y desconozco de la música.
no sé quién privilegiado afirmaba 'comenzar las buenas obras con música'
ResponderEliminarDijo bien
sé de quién nos deja bien franqueada la puerta al goce de la música
con nocturnidad
(sin) alevosía. ¡ay, Victoria!
un beso
Ay, Pilar! :) Si no fuera por la música... qué difícil sería todo(más)
EliminarFeliz Año, aunque sea tarde.