domingo, 18 de octubre de 2015

María Berasarte

Donde la voz casi se puede tocar

Es hermoso levantarte una mañana y encontrarte detrás de la puerta de nuestro estudio la maravillosa voz de esta mujer. Cada vez lo tengo más claro: Jesús debería tener el título de licenciado en descubrimientos musicales (ya tiene el de resucitador pero eso es… otra historia)

Podía haber sido el flamenco, tal vez la música celta, quién sabe si los aires mediterráneos. Pero no, a nuestra artista de esta noche la cautivaron otros hechizos, los del fado. Y no sólo lo canta como los ángeles, sino que lo hace en castellano.

 María Berasarte es una joven donostiarra, con una grandísima voz y una sonrisa en la boca, que en 2009 publica su primer álbum en solitario, llamado “Todas las horas son viejas” teniendo a sus espaldas una larga trayectoria musical. Había ya participado en proyectos con artistas de la talla de Niño Josele, Javier Ruibalo Diego “El Cigala” .

Hasta que llegó este álbum, no existía ninguna grabación de fados sin guitarra portuguesa. Ella se atrevió a hacerlo con guitarra clásica, en castellano y más percusión de lo habitual, lo que lo convirtió en un disco distinto pero "ibérico".

De ella se han dicho maravillas en Portugal, la cuna del fado. "El mejor álbum de fado grabado por una voz extranjera". (Revista Time Out Lisboa). "Nos encontramos ante un fado cantado desde las entrañas, pero sin pretensión de imitar a nadie, y con momentos musicales de inusitada belleza". (Carlos do Carmo)
"Tiene la escuela clásica, la experiencia en el flamenco y la pasión por el fado" (AlexandraCarita en “Expresso")

El 3 de marzo de 2013 publica “Agua en la boca” un disco desde el que puede expresarse con intensidad, lirismo y emotividad,

Esta primavera vio la luz su tercer trabajo “Súbita” maravilloso cóctel donde se encuentran el flamenco (Niño Josele, José Luis Montón, Javier Limón y otros universos musicales: Ara Malikian, Carlos Núñez, el brasileño Edson Cordeiro, los italianos Gianmaria Testa y Gabriele Mirabassi, o el mozambiqueño Stewart Sukuma.

Para Berasarte  “son canciones hechas a medida, compuestas por auténticos modistos. Todos los caminos que he ido recorriendo acaban en este disco, en el que vuelvo a disfrutar compartiendo todo lo vivido. Este disco lo definiría como 'esencial' y así es como se presenta. Femenino, con mensajes directos, notas limpias, frágil, acercándose en ocasiones al susurro. He intentado compartir con el oyente un mismo espacio donde la voz casi se puede tocar”.

Ha contado con la colaboración, entre otros, de los guitarristas José Luis Montón y José Peixoto, exmiembro de Madredeus.

"No soy fadista. Esa es la clave. El disco de fados lo traté como si fueran canciones y las de este disco las trato, no como si fueran fados, pero sí con el fado que tengo instalado en mí", explica la cantante en una entrevista con EFE.

Berasarte  se formó en la Escuela Superior de Canto de Madrid, donde adquirió técnica pero siempre sintió que le "faltaba algo".


El día que escuchó en un reportaje de televisión cantar "Estranha forma de vida" a Amalia Rodrigues supo que ese vacío lo iba a llenar el fado, del que lo desconocía todo hasta ese momento "de luz". 

El resto, comprobadlo vosotros mismos.
Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. Boas noites.

domingo, 4 de octubre de 2015

Nietzsche y la Música

“Sin música, la vida sería un error”

Nietzsche y la Música; sí. Aunque a alguno de vosotros le pueda sorprender, no es posible pensar la Música sin Nietzsche. “Nietzsche fue un músico. Ningún otro arte estuvo tan cerca de su corazón como la música", escribió Thomas Mann.  en su Preludio hablado a un homenaje musical a Nietzsche"Su lenguaje, su lenguaje mismo, es música y manifiesta una finura de oído interior, una maestría del sentido para la cadencia, para el tempo, para el ritmo de la palabra aparentemente suelta, que carecía de ejemplos hasta entonces en la prosa en alemán y, probablemente también, en la europea".


Sin duda es así; el filósofo alemán comienza su vida pública, escribe sus primeras obras, dominado y enfervorizado por la música: ella es el motor deEl Nacimiento de la Tragedia y de sus escritos preparatorios, y termina su vida, también con la música, en el mismo borde de su demencia sin retorno en 1888 con “El Caso Wagner” y “Nietzsche contra Wagner. En todo el tiempo intermedio, nos encontramos con la música como destino en toda su obra, indicándonos cómo Nietzsche, quizás por encima de todo, sea la frustración del músico, del gran compositor que nunca llegó a ser. Este es el tema de esta noche.

Para Friedrich Wilhelm Nietzsche,  la música expresa, más que cualquier otro arte, la realidad de la voluntad de poder. Ella es, aun trágica y melancólica, el estimulante de la vida. El citadísimo pasaje de “El crepúsculo de los ídolos” que inaugura este post encierra, ciertamente, una de las más elocuentes profesiones de fe en el milagro de la música que, desde Orfeo, apacigua a las fieras y no cesa de emocionarnos e interrogarnos.

Como dice sobre el pensador y músico alemán, el filósofo Gustavo Varela: “Y es la música el arte que, como prisma de análisis, permite no sólo apreciar la pobreza del pensamiento moderno, sino también leer la historia de la filosofía como el desenvolvimiento de una palabra que petrifica. Para Nietzsche, la música es lo obstruido por una forma de pensar, es decir, un principio de liberación que queda sepultado por una filosofía del deber, del cálculo y de una espiritualidad programada” (La filosofía y su doble)

Partitura autógrafa
Las huellas que el universo de los sonidos dejó en el pensamiento y en la vida del filósofo alemán, son muchas e intensas, empezando por la relación de amor y odio que mantuvo con Wagner. “La música nos habla a menudo más profundamente que las palabras de la poesía, en cuanto que se aferra a las grietas más recónditas del corazón”, sentenció el filósofo-músico cuando apenas era un adolescente. Las reflexiones e indagaciones en torno a lo musical acompañan toda la obra del autor, desde sus primeras aproximaciones relacionadas con el elogio a Wagner, hasta sus últimos escritos.

La historia de esta relación no deja de ser paradójica, porque, al parecer, en un principio, Nietzsche, como tantos otros en su momento, se había mostrado reticente a la música de Richard Wagner. Pero a raíz de la audición del preludio de “Tristán e Isolda” y la obertura de “Los maestros cantores de Núremberg” queda literalmente deslumbrado y se confiesa wagneriano de tiempo completo: “A su lado se siente uno como cerca de lo divino”, llegó a declarar en los momentos de entusiasmo.

Porque Nietzsche juzga con el estómago: para él, la estética no es más que fisiología aplicada, es decir, la mala música intoxica y la buena música fortalece.


Si el Tristán le había entusiasmado, las óperas siguientes de Wagner determinaron una progresiva inversión de tendencia que se tornó en ruptura, primero, y en odio visceral más tarde. A Wagner achacará finalmente los defectos de lo alemán: pesadez, gesticulación hueca y altisonante y ampulosidad.

Y así se planteó la pregunta: ¿Qué quiere pues, de la música mi cuerpo entero? Pues no es del alma... Creo que su aligeramiento. Como si todas las funciones animales debieran ser aceleradas mediante ritmos ligeros, audaces, turbulentos; como si el bronce y el plomo de la vida debieran olvidar su pesantez gracias al oro, la ternura y la untuosidad de las melodías. Mi melancolía quiere descansar en los escondites y los abismos de la perfección: he aquí por qué necesito de la música¨. (Nietzsche contra Wagner)

Por ello acabó concluyendo que “Wagner es una enfermedad. Contamina todo lo que toca”. Pero había un antídoto y Nietzsche lo encontró en la Carmen de Bizet. La luz del Mediterráneo contra las brumas del Norte, lo corpóreo contra lo razonable. La música de Carmen, sus ritmos, sus melodías, encarnan la ligereza, la sensualidad, la fisicidad, la inmediatez... Con Carmen, Bizet no sólo salva la música, nos salva a todos.


Sin embargo, algo que el mundo de la música parece ignorar es la faceta de compositor del Nietzsche. Sirva como ejemplo “El último oficio de Nietzsche” de Thomas Abraham, donde en el último capítulo que se llama, precisamente, “Músico”, ni siquiera se menciona que haya compuesto nada. Sólo dice que soñaba con ser músico.

Son muchas las contradicciones del Nietzsche compositor, en parte porque la mediocre calidad de sus partituras no admite atenuantes. “Es lo más desagradable y antimusical que he visto en mucho tiempo”, escribe Hans von Bülow a propósito de su Manfred Meditation.


El mismo Nietzsche que predica el desprecio a la música romántica denominándola enervante, blanda y afeminada, practica en sus piezas un estilo de lo más convencional y burgués. El mismo que postula la primacía absoluta del sonido sobre la palabra se dedica fundamentalmente a escribir canciones. Parece ser que su verdadero valor estaba en la improvisación. Dicen algunos testimonios de quienes le rodeaban que cuando improvisaba al piano sus ideas musicales, rozaba la genialidad; pero cuando plasmaba esas ideas y las fijaba en una partitura, realidad intemporal que contiene una forma y un pensamiento que se desarrolla en el tiempo, no superaba la mediocridad.

Para Cristóbal Halffter sin embargo, Nietzsche fue un gran conocedor del arte de la música y al mismo tiempo un músico por vocación y afición: un músico autodidacta pero un músico activo.

Y es que, en su juventud dudó largo tiempo antes de decidir dedicar sus principales esfuerzos a algo que no fuera estrictamente musical. Se sabe por testimonios de sus contemporáneos que se desenvolvía bastante bien en el piano, sin acceder, ni remotamente, a la categoría de virtuoso. Incluso el propio Wagner le dijo en una oportunidad: “Usted toca demasiado bien el piano para ser profesor de filología”

Nietzsche compuso un buen número de obras entre las que me gustaría destacar una extraña obra orquestal escrita en 1864 titulada "Eine Sylvesternacht" y una réplica o continuación de la misma, diez años más tarde que tituló "Nachklang Einer Silvesternacht " ("Una noche de San Silvestre" y "Ecos de una noche de San Silvestre") que demuestran su imaginación y fantasía.


Por otra parte, hay mucha música religiosa. Resulta curioso pensar que el autor de “El Anticristo”, sea la misma persona que compuso el Miserere a cinco voces.


Su última composición, la Oración a la Vida, es fruto de la convivencia durante tres semanas con su alumna Lou Andreas Salomé. El maestro se había enamorado perdidamente de la alumna que le regaló un poema escrito por ella mucho tiempo antes y que él adaptó a otra pieza musical que ya había compuesto: el Himno a la Vida


Las imágenes son tomadas de la película "El día que Nietzsche lloró" de Pinchas Perry.

Los registros discográficos de las composiciones de Nietzsche merecen ser recorridos. Sobre todo las canciones entonadas por el legendario barítono berlinés Dietrich Fischer-Dieskau, experto en el repertorio liederístico.

También se consiguen en el mercado, no sin esfuerzo, dos CD grabados en Canadá que incluyen composiciones para piano, para piano y voz (femenina y masculina), para piano y coro, y para violín y piano. El nivel de estos trabajos es alto y permite disfrutar sin obstáculos de la ternura y juvenil alegría de las piezas nietzscheanas.


En definitiva, su música, delicada y más bien jovial, ceñida al gusto y los patrones armónicos de la época y ajena a cualquier intención de ruptura, no sólo es prewagneriana sino prenietzscheana. Y aunque logra páginas decorosas e incluso sugestivas, ajustadas a su precepto de que “la música debe ser serena y profunda como una tarde de octubre” no permiten presentir al intelectual iconoclasta, al hombre atormentado que escribía con sangre.

Nietzsche y ¿su madre? en 1899, en un hospital psiquiátrico
En la música halló Nietzsche el escenario donde montar el coro, a veces consonante y, otras, disonante, de sus contradicciones: diálogos, guerrillas verbales, silencios. Al final se volvió loco, inmóvil y taciturno. Las palabras lo habían abandonado pero no la música, ni su madre. Sonreía al escucharla y podía aún descifrarla en el piano.

Buenas noches. Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. Boas noites.