Quienes amamos la música sin
prejuicios quedamos sorprendidos ante compositores contemporáneos que tienen
como finalidad conmover todos los sentimientos humanos. Por esa conexión
cósmica que provoca el compartir sueños, Antonia Toscano quiso mostrarme algo que la conmovió: el Pari
Intervallo de Arvo Pärt
Se lo agradecí por la complicidad que, sin saberlo, se establecía una vez más, porque lo compartió sin conocer que Arvo Pärt tiene reservado un
lugar en mi búsqueda de la belleza por derecho propio. Su música religiosa me
parece sublime pero cuando me cautivó para siempre y se quedó a vivir conmigo
fue en noviembre de 2010 al escuchar por primera vez su Spiegel Im Spiegel.
El arrullo de apertura es un
apacible y melancólico abrazo entre Sergej Bezrodny en el piano y Vladimir
Spivakov en el violín, donde cada nota marcha graciosamente adelante, como
ascendiendo una frágil escalera. Un bellísimo tema con economía de notas, con
leves variaciones sobre algunas de ellas, donde los silencios dicen tanto o más
que las notas ejecutadas. El video es perfecto.
Descubrí a Arvo Pärt, allá por el
2007, por dos vías diferentes: La primera a través de Keith Jarrett y Gidon Kremer en su
interpretación del Tabula Rasa, que
me fascinó con solo escucharla una vez. En ella descubrí por primera vez cómo Pärt
busca la hermosura en los juegos con los silencios o con las construcciones
sencillas ("He descubierto que es suficiente una sola nota cuando está muy
bien tocada", dijo al respecto) La segunda, a través del Hilliard Ensemble con
su interpretación de La Pasión según San
Juan.
A poco que se indague se puede
percibir que Arvo Pärt es un tesoro nacional viviente para Estonia.
Identificado como un minimalismo sacro o santo o sagrado, durante años tuvo que
abandonar la composición de gran formato como resultado de la persecución del
régimen soviético y su policía de la cultura contra los creadores que no se
sujetaran a los cánones del "realismo socialista". Por ello, las primeras obras de Arvo Pärt son
conocidas como “obras de sufrimiento”, al estar escritas en unas condiciones
extremas de control religioso en la antigua Unión Soviética. Por ejemplo, la
inclusión en su Credo de la frase “Creo
en Jesucristo” fue objeto de la censura estalinista, y tras la composición de
un sinnúmero de bandas sonoras y un concienzudo estudio sobre polifonía
europea, se instaló en Berlín tras adquirir la nacionalidad austriaca.
En las últimas tres décadas de su
trabajo, Arbo Pärt ha trabajado casi exclusivamente con textos de carácter sagrado,
ganándose con ello una merecida reputación como el principal compositor
religioso de esta época a caballo de dos siglos. Por ello, quizás, el año pasado vio la luz una
maravillosa obra Adam’s Lament en la
que describe el dolor y la pena que Adán siente por la pérdida del favor de
Dios y del paraíso. Para llevar adelante esta composición Pärt se basó en los
textos de San Silouan El Atonita, monje ortodoxo del monasterio de Athos
fallecido en 1938 y que fue canonizado por la iglesia ortodoxa en 1987.
Pero más allá de esta mirada
religiosa, esta composición de 24
minutos fue un encargo que recibió el compositor estonio durante la capitalidad
europea de Estambul (2010) y de Tallin (2011) y según Arvo Pärt trata de ser un
reencuentro entre Oriente y Occidente una llamada al diálogo entre las dos
mundos politico-culturales.
Escuchad con atención esta obra
llena de momentos poderosos, frágiles, monumentales y de ternura. Todo ello con
una minuciosa precisión en la que las sílabas, la puntuación y la acentuación
de la música crean una fusión perfecta.
En palabras del propio Pärt “el
nombre de Adán es un término colectivo que hace referencia no solo a la
Humanidad, sino a cada individuo particular más allá de su época, clase social
o creencia religiosa. Y este colectivo Adán ha sufrido y se ha lamentado por
toda la tierra durante milenios. Adán, nuestro ancestro, anticipó la tragedia
humana que estaba por venir y sintió que él era el responsable, que esta
tragedia era la consecuencia de su acto pecaminoso. Por ello sufrió todos los
cataclismos de la humanidad sumido en la más profunda de las desesperaciones,
inconsolable en su agonía.”
Sé que me alargo, ha sido un
domingo plácido de poesía y música a la que le he podido dedicar tiempo (divino
tesoro), es decir, que me lo he dedicado a mí. Pero no por ello voy a dejar pasar la ocasión de hablar de La Pasión según San Juan, (Passio Domini Nostri Jesu Christi
secundum Joannem) una de esas composiciones carente de dramatismo, en la que Pärt
usa la técnica "tintinnabuli"
(del tintinnabulum Latino, una campana), que recupera la tradición del canto
gregoriano. Esta instrumentada para tenor, bajo, cuarteto vocal, coro, oboe,
fagote, violín, cello y órgano. La obra, de unos 70 minutos de duración, se
ejecuta en una sola sección sin interrupciones. El acompañamiento musical,
apenas se percibe, pues el coro y los solistas cantan los versos de manera
continua con pocas variaciones. Es una obra que transmite un sentimiento de
paz, serenidad y recogimiento que tanto necesitamos.