¿Quién
no reconoce entre cualquiera otra la áspera voz de Joaquín Sabina? Una
voz de lija que, con toda su aspereza, se dio a conocer un 14 de septiembre de
1999, con su álbum “19 días y 500
noches”. Antes habían visto la luz grandes discos como “Física y
química”, “Esta boca es mía”, “Yo, mi, me, conmigo”
o “Enemigos
íntimos”. Pero con este disco llega el bombazo definitivo. Es Sabina en
estado puro, la metáfora perfecta y precisa, la historia de desamor, la alegría
de la tristeza, la fiesta y la cocaína y la rumba con el rock&roll. Así que
triunfa. Inmediatamente. Y convirtió al artista en mito.
Todo empezó
con una ruptura. En el verano del 98, ante lo que parece ser un malentendido con
Fito Páez, Sabina decidió
poner punto final a los proyectos conjuntos, incluida la gira de sesenta shows
que realizarían por España y América latina para presentar "Enemigos
íntimos", el disco que grabaron juntos. Resentido y frustrado Sabina se
metió en el estudio, prescindiendo de sus productores habituales, y del brazo
de Alejo Stivel, ex Tequila, grabaron el
disco más largo del de Úbeda y su más profundo trabajo.
En aquel
momento, finales de los noventa, eran muy frecuentes las largas noches de
juerga en el piso de Joaquín, situado en los alrededores de la madrileña plaza
de Tirso de Molina. A una de esas veladas acudió Stivel, quien, al oír cantar al anfitrión entre amigos, desinhibido y
con la voz rota le preguntó por qué no cantaba así en los discos. “Le
comenté que me gustaba mucho lo que oía, porque ahí, en la intimidad, rodeado
de amigos, cantaba desde un lugar muy poco esteticista, muy libre”,
explica en el libro “Sol y sombra”, una biografía que el periodista
Julio Valdeón publicó en 2017.
Hacía tiempo que Stivil opinaba que Sabina tenía en los discos un sonido muy procesado, que la voz del artista y los arreglos instrumentales estaban demasiado modulados y que abusaba del reverb. Así se lo
comentó, sin que hubiese una intención oculta, asegura en distintas
entrevistas. Y funcionó. “19 días y 500 noches” suena bien, tiene diferentes
registros musicales, flirtea con diversos géneros sin que nada chirríe. Resulta
más neutro, más asumible por todo tipo de público.
Sobran los
motivos para considerar que “19 días y 500 noches” es la gran obra de Joaquín
Sabina. El primero es que él mismo considera ese disco como “el más
importante” de su vida, pero hay otra razón fundamental: ese es el
álbum que permitió al ubetense desprenderse del "maquillaje" que lo
acompañó durante años para mostrar, al desnudo, la voz de lija que hoy se le
conoce, esa que dejó en ‘shock’ a su discográfica y a sus seguidores hace ahora
veinte años.
Cuando Carlos López, que en aquel momento era el director de Ariola-BMG, y
Paco Martín, el director artístico, escucharon la primera canción del esperado
disco se miraron asustados y dijeron: “¡No canta!”, reveló Stivel
al periodista Diego
Manrique en una entrevista en El País en 2007. Dejando de lado los
complejos, Sabina dio vía libre a su voz ronca, a la poesía urbana y a la inspiración
de la golfa madrugada de Madrid que le define. Los directivos de la
discográfica tuvieron que acostumbrarse, como los propios seguidores del artista,
a la nueva voz del maestro.
Aunque lo que realmente
importan son las canciones. La colección de grandísimas piezas que hay en "19
días y 500 noches" resulta la clave fundamental. Canciones largas, larguísimas, que
confluyen como ríos en un mar intimista en el que bucear. La aparente desnudez
que caracteriza todos los temas del álbum es fruto de un exhaustivo trabajo
en equipo que exigió muchas horas de laboriosa grabación y mezcla, y una gran
dedicación al tratamiento de la voz de Joaquín, carente ya del más tenue maquillaje.
Seis meses de grabación, en tres estudios que ya no existen y con unos
implicados que nunca más volvieron a trabajar juntos.
El periodista Juan Puchades en un artículo conmemorando los 15 años de la edición del disco afirma con rotundidad: “Deslumbra la monumentalidad de unos textos que son cumbre de su propio repertorio pero, que, sin dudarlo, están entre lo mejor del cancionero castellano”.
La letra de 19
días y 500 noches, la canción homónima al disco, es una canción redonda,
porque es de las que mejor cuenta una historia. El propio Sabina explicó en su
día de qué va: “Mis canciones siempre arrancan de un verso. En el caso de
19 días y 500 noches es uno que suele pasar desapercibido, pero que es el más
cruel de la canción: “No pido perdón, para qué, si me va a perdonar
porque ya no le importa”. Acababan de dejarme y me dije: “¡Tendré que vengarme
de ella de alguna manera, tendré que hacerle una canción que la persiga toda la
vida!” Y así surgió el tema. Ahora, la hija de puta anda diciendo por ahí que
le hice una canción muy bonita. ¿No te jode?”
Con toda la
justicia del mundo, esta canción ha quedado como una de las más importantes de
su carrera, asentando ya la rumba, en este caso la rumba catalana, como uno de
los pilares de su música. En el álbum hay espacio para otra rumba, Cerrado
por derribo, igual de trascendente, una estremecedora canción que vendría a
ser la parte oscura y más triste que la anterior, conformando las dos caras de
una moneda.
El disco también tiene
hermosas y cegadoras canciones como Una canción para la Magdalena un
homenaje a las prostitutas, compuesta a medias con Pablo Milanés, y Noches
de boda en un dúo con Chavela
Vargas.
Por su
intensidad, por su letra, por su música y por su clima sonoro no puedo dejar de
citar Donde habita el olvido. El título proviene, obviamente, del verso
de Luis Cernuda,
mientras que, según Sabina, la tristeza de A mis cuarenta y diez, una
canción demoledora, sincera, atrevida, brutamente autobiográfica por su irremediable
drama, se la debe a César
Vallejo.
Y la otra
carta de amor sería Dieguitos y Mafaldas, con la que rinde cuentas a una
relación vivida con una joven en Argentina pero que además le sirve de homenaje
a aquel país, a la vez que mezcla sonoridades hispanas y porteñas.
Pero no todo
es pesimismo en el disco, y prueba de ello es su apertura con Ahora que…,
un tema de sonido típico sabinero y con una letra de enamoramiento muy a su
estilo, sin exaltaciones, con una armonía más triste que luminosa.
Y si queremos
al Sabina más irónico Pero qué hermosas eran y Como te digo una co te
digo la o.
Y más de 7.300
días y 500 noches después, las melodías resuenan como una resaca atemporal. “19
días y 500” noches se configura por ser esa obra sin peros. La carta para la
posteridad más canalla e intimista de cuantas compuso, entre el whisky y la
cocaína, a la que muy pocos pudieron resistirse y que anticipaba el fin del
siglo XX y sus maneras.
Joaquín Sabina
toca la gloria con “19 días y 500 noches”, vende a toda velocidad un millón de
copias, y sigue vendiéndose a día de hoy. Estamos hablando de un clásico
incontestable. Su buen amigo, el cantante Miguel Ríos, lo tiene
claro: “Debe considerarse obra maestra”. ¿Y luego? Luego vendría
el infarto cerebral que lo cambio todo, en agosto de 2001, una catástrofe que
le aparta de la noches y las drogas y las amistades peligrosas. Desde su
atalaya de la plaza de Tirso de Molina, Joaquín Sabina continúa con su vida, continúa con sus
discos, continúa con sus conciertos y sigue haciéndonos felices.
Nadie somos
los que éramos en 1999, pero me ha apetecido celebrar el 20 cumpleaños de este disco que llevó a Sabina a las puertas del cielo, para acordarme de la que fui.
Buenas noches.
Bona nit. Καληνύχτα. مَساءُ الخَير . Gabon. 굿나잇.
Boas noites. 晚安 Bonne nuit グッドナイト Buonanotte. לילה טוב. Oíche mhaith. Wengi alus. Bones nueches. اچھا
شام Noson dda. Good night. Спокойной ночи. Guten Abend. শুভ রাত্রি
Fuentes
http://www.rtve.es/noticias/20190914/19-dias-500-noches-20-anos-del-disco-desnudo-voz-sabina/1979127.shtml?fbclid=IwAR2iogXqvLnmpsZsPQFcY1WKVKnSqL7f90-GoIJUiYiZSuxEv_pm8P9z_qU
https://www.diariojaen.es/cultura/recuerdo-y-gran-homenaje-al-mejor-disco-de-sabina-AY6212442
https://elpais.com/cultura/2019/07/11/actualidad/1562843348_678470.html
https://www.20minutos.es/noticia/3690740/0/joaquin-sabina-veinte-aniversario-19-dias-500-noches-curiosidades/